Argentina campeón por Messi... pero también por los nuevos del recambio

Edición Impresa

Martín Cabrera

mcabrera@eldia.com

Lo que no pudo conseguir la mejor generación del fútbol argentino, tal como se definió al plantel que llegó a la cumbre del mundial de 2014, lo hizo un grupo conformado por algunos históricos y un importante recambio, muchos de ellos jugadores que al momento de darse a conocer la lista los futboleros tuvieron que googlear para saber dónde jugaban y cuál era su recorrido.

Se armó un grupo. Un grupo fuerte de verdad que quedó en evidencia al momento de la final, ya que Lionel Messi, que fue el mejor por escándalo durante todo el torneo, no jugó un buen partido y quienes sacaron pecho por él fueron otros, como Rodrigo De Paul y Emiliano Martínez, que sostuvieron el 1-0 conseguido por un “viejo” conocido y tantas veces castigado: Ángel Di María.

Esa fue la mejor postal de la noche. Lo que faltó en otras finales, cuando el “10” tampoco apareció en su esplendor, estuvo anoche en el Maracanazo. La sangre nueva, el recambio tantas veces exigido, fue determinante.

Un partido jugado con cabeza y corazón

La final la jugó con autoridad, como se deben jugar las finales. No hay reproche alguno. Fue ordenado, puso la piel en cada jugada y estuvo picante cuando encontró espacios.

Pese a que en la previa se pensaba que la salida de Guido Rodríguez le iba a quitar marca en el medio y que a Ángel Di María era mejor guardarlo para el segundo tiempo nada sucedió. Entre Paredes y Rodrigo De Paul recuperaron buena cantidad de pelotas y fue el segundo de ellos el que gestó el gol argentino, con un preciso pase de 25 metros a las espaldas de Renan Lodi, que falló en la contención y dejó solo a Fideo, quien como en 2008 ante Nigeria definió por encima del arquero. Gol para gritarlo con el alma para empezar a ganar una final, algo que no había sucedido en las últimas perdidas.

Pero lentamente el equipo fue perdiendo el dominio del partido, idéntica actitud a la mostrada en otros partidos de esta competencia, cuando los buenos inicios se fueron marchitando para darle lugar al sufrimiento.

Por eso en el segundo tiempo se jugó con el corazón en la boca. Fue terrible como por las bandas y por el centro Brasil empezó a atacar y atacar. Neymar, que no jugó un partido brillante, pidió todas las pelotas y dio juego. Tité movió el banco y a rezar...

Dibu Martínez demostró que tiene argumentos más sólidos que sólo atajar penales, Nicolás Otamendi fue el caudillo que empezó en el mundial de Sudáfrica y De Paul, qué decir del ex Racing: jugó con el corazón en la mano para marcar, trasladar y hasta dar pases de gol.

Lo tuvo el local pero falló, otras veces salvó Argentina y cuando no se dieron las primeras dos hizo lo suyo el árbitro uruguayo, esta vez de nuestro lado.

Final, incluso unos segundos antes de lo pactado. Festejo. Por los de ahora y los que no pudieron antes. Fueron 28 años malditos que quedaron enterrados. Campeones, carajo.

Al capitán argentino lo salvaron los carasucias del recambio

Rodrigo De Paul jugó un partido para recordar por mucho tiempo más: se ganó un lugar con creces

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE