Miradas desde la psicología

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La psicóloga Marianne Brandon se aventuró a hablar recientemente sobre el amor entre personas y robots, y coincidió con lo que pareciera, en ese campo, deparar el futuro.

“Ya no necesitamos una pareja para vivir cómodamente en la cultura occidental –dijo– y así como las mujeres ya no dependen de un hombre para obtener ingresos, los hombres ya no dependen de una mujer para administrar un hogar o formar una familia. Además, dado que pasamos mucho tiempo en las redes sociales observando lo que parecen ser los increíbles romances de otras personas, las expectativas en nuestras propias relaciones son más altas que nunca, por lo que ya no es suficiente estar simplemente “satisfecho” con una pareja, sino que queremos la perfección”.

La psicóloga apunta que, al no estar ninguno a la altura de las expectativas, nos defraudamos constantemente. “Hay en la actualidad tantas aplicaciones y sitios web diseñados para encontrar una pareja, y el mundo está ahora tan lleno de posibles parejas sexuales, como nunca antes se había experimentado en la historia de la humanidad. Entonces, la mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que nuestra evolución sociocultural es progresiva y constructiva, y estos cambios han traído nuevos desafíos al romance. Las personas tienen menos relaciones sexuales que antes, y las tasas de problemas y disfunciones sexuales siguen siendo bastante altas. Y luego están los robots sexuales”.

En ese sentido, Brandon señala que “los avances en la tecnología sexual aportarán beneficios a muchos; los solteros podrán disfrutar de la experiencia de una vida sexual variada, y las parejas podrán ampliar su repertorio incorporando novedades en sus vidas amorosas. Es innegable admitir que la tecnología interactúa con todos los aspectos de nuestras vidas, cambiando la forma en que comemos, nos comunicamos, viajamos e incluso tenemos relaciones sexuales. Por eso, antes de lo que podríamos esperar, los robots sexuales serán capaces de satisfacer las necesidades de las personas, para bien o para mal”.

“Nuestro amor y vulnerabilidad – concluye - y nuestra capacidad de dar y recibir amor, se vuelven más críticos a medida que avanza la tecnología. Es absurdo convertirlo en tabú y no hablar de ello, y en lugar de emular a nuestros antepasados incendiando máquinas que suponen el futuro, debemos afrontar lo que está por llegar aprovechando al máximo el avance de los tiempos”.

 

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