Al menos 13 disparos y mucho miedo tras un golpe comando en Ringuelet

Fue en 516 entre 19 y 21. Los delincuentes rompieron la puerta con un ariete y amenazaron con matar a los propietarios de la casa. Iban en un auto negro. Presumen sería el mismo que atacó a otra familia en San Carlos

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Cuando el asalto estaba por terminar, Elcira y Fernando se reunieron en el baño de la planta alta, asustados pero felices de que el calvario hubiera terminado. Hasta que, en medio de esa quimérica tranquilidad, se escuchó el primer disparo. “Nos abrazamos y nos quedamos así, temblando los dos, mientras se escuchaban tiros y tiros”, recordó la mujer ayer, horas después del episodio. En total fueron entre 13 y 15 detonaciones, algunas de los delincuentes que los atacaron en su casa de Ringuelet, y otras del vecino que intentó disuadirlos.

En el frente de la finca situada en 516 entre 19 y 21 está la evidencia de lo sucedido: orificios de bala “decoran” las paredes, techos, canaletas y hasta la chimenea de aluminio. La puerta de entrada de madera, con la cerradura destrozada y marcada por un ariete, se agrega a esas pruebas.

El barrio se convulsionó durante y después del hecho. Quienes se acercaron a dialogar con este medio, también relataron -desde sus perspectivas- el violento atraco y sumaron otros delitos ocurridos en la zona de los que tenían conocimiento.

“Yo vivo acá desde hace cinco años y medio, y en los últimos tres meses tuvimos robos de todo tipo, tenemos motochorros y cada entrada y salida a tu casa son nervios. La zona está liberada, no tengo ninguna duda”, se quejó Emiliano, quien vive enfrente de los damnificados y fue uno de los frentistas que se acercaron a ayudarlos. “Ya estamos pensando en mudarnos. El país te está llevando a esto, lamentablemente es así”, añadió.

Por su parte, Diego, hermano de Elcira, refirió que “ yo hace 21 años que estoy acá y todos tenemos alarma monitoreada y comunal, hay cámaras. Lo que pasó es terrible, ya no hay nada que se pueda hacer”.

La noche fue larga para todos. Porque “la policía tardó, los de la alarma ni vinieron y la ambulancia llegó una hora y media después de que la llamamos”, contó Diego. Además, las víctimas no pudieron dormir por el estado de shock en que los dejó el incidente. Y, con toda la bronca por lo vivido, Fernando se despachó con un fuerte mensaje: “Si (Sergio) Berni tiene huevos, que venga a hablar conmigo cara a cara. Para poder explicarle bien lo que pasa y estar tranquilo yo”.

“LA CASA RETUMBÓ”

Según le contaron a EL DIA, el sábado, después de una jornada de club y ejercicio, el cansancio se apoderó del matrimonio y ambos se recostaron en la habitación de la planta alta a “mirar tele”. Habían pasado algunos minutos de las 22 horas, y la tranquilidad fue cortada en un instante por un fuerte golpe que “retumbó” por toda la casa. Le siguieron otros dos, el último “como una explosión que hizo vibrar los vidrios”, aseguró Elcira.

El estruendo fue tal que asustó al perro de la familia, un pastor del Cáucaso. “Menos mal, porque si no seguro que me lo mataban”, reflexionó la mujer.

Ella, por su parte, pensó “están entrando”, pero la sorpresa no la dejó reaccionar. Fernando, que bajaba las escaleras en ese momento, ni siquiera llegó a los últimos escalones: en segundos tuvo a dos desconocidos encima, que lo redujeron y golpearon con la culata de un arma de fuego. Sospechan que otro esperaba en el porche de la casa y un cuarto en un auto.

Los tres, víctima y ladrones, subieron de nuevo hacia el cuarto de la pareja. Al hombre no dejaban de apuntarlo en la cabeza y gritarle “¡dame la plata o te mato!”. Para darle más énfasis a la intimidación, lo tiraron al piso boca abajo y le pusieron el caño de una pistola plateada en la nuca.

Se mostraban “apurados y profesionales”, sentenció la víctima. No actuaban de forma alterada, aunque no dudaron en utilizar la violencia física.

Los minutos corrían y el dinero no aparecía. Entonces decidieron separar al matrimonio para infringirles todavía más miedo. A Fernando lo llevaron al baño y le dijeron que iban a matar a su esposa. Lo mismo hicieron con Elcira, a quien llevaron a una pieza y, con un arma en la frente, le prometieron acabar con la vida de su marido. Las alarmas -particulares y la vecinal- empezaron a sonar. La banda sabía que no tenían mucho margen para continuar el robo. Endurecieron su postura aún más y finalmente se hicieron con un maletín con una suma no revelada de dinero en efectivo. Encerraron a los dueños de casa en el baño y se dispusieron a escapar.

La misma noche hubo un asalto en la esquina de 516 y 21: sospechan que fue la misma banda

Afuera, en la vereda de enfrente y en las fincas contiguas, los vecinos ya tenían una idea de lo que pasaba. El ruido del ariete contra la madera había hecho salir a más de uno a la calle. Y uno de ellos, que se asomó por la ventana, advirtió el brillo del metal en la mano de uno de los delincuentes que permaneció en el jardín delantero.

Primero sonaron tres disparos. Fueron los que hizo el frentista para “disuadir” a los asaltantes, conforme señaló Elcira. Éstos, sin saber de dónde provenían las detonaciones, respondieron con una ráfaga de al menos cinco tiros.

Uno de esos balazos dio en la ventana del baño donde los damnificados permanecían atrancados.

El gatillo de una de las armas se accionó nuevamente, en cinco oportunidades más. Luego, la calma invadió el lugar. “Cuando empezamos a escuchar eso, nos abrazamos y pensamos ‘estamos vivos’. Ni bien se calmó todo y oímos el auto que se iba, mi marido rompió la ventana y pedimos ayuda”. Para Fernando “fueron cinco minutos horribles”.

Quienes habían salido a la vereda se tiraron cuerpo a tierra. Entre ellos, Emiliano, quien apuntó: “estábamos por comer cuando escuchamos las tres explosiones. Vinimos a ver con miedo y después no sabíamos bien qué hacer, la incertidumbre fue absoluta cuando terminó el tiroteo”. Apenas los malvivientes huyeron de la escena, las personas acudieron a ayudar a las víctimas. “A la Policía hubo que llamarla varias veces y llegaron más de 45 minutos más tarde. La ambulancia también tardo”, agregó el joven.

Por las imágenes de las cámaras, determinaron que uno de los vehículos utilizados era un Nissan March de color oscuro, con el posible apoyo de un Volkswagen Gol. Los mismos que esa noche vieron asaltar a un delivery en 516 y 21 y en una entradera en 46 entre 147 y 148 (ver página 14).

“Además del miedo de que te apunten en la cabeza, tenía impresión. Yo estaba en camisón y no sabés si te van a violar”, cerró Elcira.


 

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