Llegaron hace un mes de Venezuela y ya los asaltaron en su casa de Barrio Norte

Actuaron cuatro sujetos armados, dos de ellos a cara descubierta. Ataron a la familia y escaparon con celulares y pertenencias

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Ospina Zurita (65) y su nieta de nueve años leían las tareas de inglés que la nena estaba estudiando en la cocina. El esposo de la mujer, de 83, deambulaba por el interior de la casa situada en Barrio Norte. Distraídos cada uno en sus quehaceres, ninguno escuchó la puerta principal abrirse de par en par. Y cuando la mujer vio a los cuatro desconocidos, armas en mano, acercase hacia ellas, ya era tarde.

Eran las 19.30 horas del miércoles. Y la tarde terminó con cuatro adultos atados y acostados en el piso.

El oro y los dólares

La pareja llegó hace un mes a La Plata, provenientes de Venezuela, aunque sus hijos viven en el inmueble emplazado en 8 entre 36 y 37 desde diciembre del año pasado. No tuvieron que pasar muchos días para que la familia entera se sumase a la extensa lista de víctimas de la inseguridad.

El asalto los tomó por sorpresa y los dejó sin reacción. Lo extraño del caso es que dos de los delincuentes llevaban el rostro visible y los restantes se cubrían con apenas un tapabocas. “No sé cómo abrieron. Cuando los vi ya los tenía encima. Uno tenía un par de guantes morados, traían precintos y eran jóvenes. Otro me pareció de unos 45 años”, relató la damnificada.

Apenas la vieron, incluso antes de reducirla, le preguntaron con tono amenazador “¿dónde están los dólares y el oro?”. Zurita les aseguró que no tenían lo que pedían. “Recién llegamos de Venezuela, no hay nada de eso acá”, respondió. Mientras tanto, llevaron a su esposo a la cocina y los ataron con precintos. La menor quedó sin atadura, aclaró.

Sin embargo, ante las reiteradas negativas buscaron intimidarla con la menor como “presa”. Según confió la mujer, uno de los sujetos le espetó: “Si no me entregan ahora la plata, me llevo a la nena”.

La tensión comenzaba a crecer. Dos de los malvivientes se separaron del grupo y empezaron a recorrer los cuartos de la planta alta. Revisaron el mobiliario por completo, pero no lograron hallar lo que querían. Las intimidaciones continuaron, sin insultos ni agresiones, destacó la víctima. Pero siempre con las pistolas a la vista de los rehenes.

Pocos minutos después llegó el hijo (41) de Ospina. Sin saber lo que ocurría, entró con su moto por el garage y luego pasó al pasillo que da al comedor. En ese lugar lo esperaban los asaltantes, que lo tiraron al piso y lo sometieron al mismo trato que al resto de la familia. “Lo mismo hicieron con mi nieto de 20, que había llegado con su papá”, añadió.

Al no hallar nada de valor relevante, empezaron a interrogarlos. “¿De quién es esta casa? ¿Cuántos son?”. En ese momento les quitaron las zapatillas y todo lo que traían en los bolsillos. También juntaron los celulares de todos y los colocaron en la mochila del hijo de Ospina, con sus documentos, la patente del rodado y otras pertenencias.

“Nos ataron duro, pero no nos golpearon”, indicó. Cuando la banda escapó de la escena, no bien pudieron desatarse, los damnificados dieron aviso a la Policía. Según se informó, la propiedad no posee cámaras, pero sí otras viviendas de la cuadra, además de las municipales, por lo que se analizarán las imágenes para determinar, entre otras cosas, en qué se movilizaban los delincuentes. La causa, en al que interviene la fiscalía penal Nº 9, fue caratulada como “robo”.

 

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