“El 22 de junio me vacuné y el 5 de julio empecé con síntomas”

El expiloto de automovilismo, Leonardo Forte, se recupera del síndrome Guillain-Barré. Según sostuvo, todo comenzó tras vacunarse contra el Covid-19

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Leonardo Forte tiene 47 años y lleva 28 vinculado en distintas formas con el automovilismo deportivo, primero como corredor y luego como armador de autos. Según contó, su pasión deportiva, su trabajo y la vida junto a sus afectos quedaron bajo un nuevo enfoque cuando empezó a recuperarse del síndrome de Guillain-Barré, una afección de potenciales efectos graves que, según le dijo a este diario, asocia con la vacunación contra el Covid-19.

“El 22 de junio me vacuné y el 5 de julio empecé con los síntomas”, dijo.

El expiloto dijo que “zafé de contagiarme de COVID-19 casi dos años”. Eso, sin dejar su actividad principal: “cada vez que vamos a entrar al autódromo nos hisopan”.

Según relató, a fines de junio “me vacuné con AstraZeneca. No sentí nada. Ni siquiera en el brazo. No me pasó nada. A los 15 días me voy a acostar un domingo y el lunes me levanto con hormigueo en los dedos, los pies, las manos. Al mediodía me dolían los músculos de las piernas y el miércoles no podía caminar. Me empezó a tomar los brazos”, detalló.

Ante el cuadro, contó que consultó con un familiar médico, quien lo derivó a un neurólogo: “Me dijo `esto es internación rápida porque corrés riesgo de muerte´”.

Con esa advertencia, en una clínica de la ciudad le realizaron el estudio de punción lumbar. “Me diagnosticaron que tenía el síndrome de Guillain-Barré”.

Frente a la sospecha de un efecto secundario de la vacuna, el médico, especialista en clínica médica, Diego Bares, le dijo a este diario que “hay casos descriptos, pero todavía no es una casuística significativa como para poder plantearlo formalmente diríamos”, indicó y añadió en ese sentido que “al 31 de agosto hay unos 950 millones de vacunados (en el mundo) y hubo 820, 830 casos de síndrome de Guillián-Barré vinculados con el cuadro pos vacuna. De manera tal que si bien es un elemento a tener en cuenta, de ninguna manera es para alarmarse”.

En esta línea, el especialista graficó que en la consideración entre riesgos y beneficios entre “lo que es vacunación versus riesgos adversos, no hay ninguna duda de que es mucho más significativa la respuesta positiva de la vacunación que los probables y potenciales efectos adversos que pueden llegar a ocurrir”, afirmó Bares.

Dolor

Forte recordó días de enorme dolor físico por la afección: “Me llegó a tomar los músculos abdominales, la cara. No podía sonreír ni levantar los labios. Día a día me aparecían síntomas nuevos y mucho dolor”.

Tanto, que llegó a complicar las posibilidades de alimentarse.

El cuadro demandó 15 días de internación.

Luego, volvió a su casa, pero las cosas no fueron fáciles, ya que “seguí empeorando aunque ya no corría riesgo de muerte”, indicó en relación con lo que describió como parte del proceso de la enfermedad.

Fue difícil porque, además, estaba aislado, solo con la compañía de Vanina, su pareja: “Fue de fierro. De noche y día. Me movía. Me levantaba. Sacaba fuerzas de donde no tenía”, dijo con sentido de reconocimiento.

Por esos días ya cuenta cerca de un mes de trabajo de recuperación, con un grupo de terapistas, en doble turno.

“El objetivo es avanzar rápido. En un mes recuperé el tronco, el habla”, dijo. Así, hasta volver al estado previo a la enfermedad.

En adelante algo cambiará. “Los médicos me dijeron que no me puedo vacunar de por vida, con ninguna vacuna. Sólo la antitetánica”, dijo e insistió: “lo tengo terminantemente prohibido porque corro mucho riesgo”.

Tras la crisis, cambió la mirada sobre su vida: “Tantas horas mirando el techo desde la cama, cambia un poco la forma de pensar. Al ver que uno estuvo cerca de pasar para el otro lado, le das importancia a otras cosas”. Entre esas, el contacto con la familia. “Tengo que arrancar más leve el trabajo y dedicar más tiempo a otras cosas”, concluyó.

 

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