Guillermo Tettamanti

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Sentidas expresiones de dolor causo el fallecimiento de Guillermo Tettamanti, un vecino de extenso arraigo en la Ciudad y quien participó de manera activa en innumerables instituciones comunitarias. Por su forma de ser amigable y su gran rectitud, cosechó grandes afectos en los ámbitos a los que se vinculó.

Descendiente de una reconocida familia platense, había nacido en La Plata el 20 de noviembre de 1943, sus padres fueron Guillermo Tettamanti y Beatriz Ripalda.

Siendo aún muy joven, a los 21 años, se casó con Ana María “Chiquita” Saraví y la familia creció con los nacimientos de Ana Virginia, María Julia y Guillermina. También tuvo una gran felicidad al convertirse en abuelo de Tomás, Máximo, Juan Mauricio y Valentino, por quienes se desvivió.

En relación a su vida laboral desarrolló la profesión de gestor y también fue productor agropecuario.

En el terreno institucional, fue vicepresidente del Colegio de Gestores de la Provincia de Buenos Aires y miembro de la comisión directiva de Santa Bárbara Hockey Club.

Guillermo fue un hombre de valores que expresó un gran compromiso con las cuestiones sociales. En ese marco, colaboró con diferentes cooperadoras escolares y merenderos porque entendió que sus acciones se traducirían en un bien para la comunidad.

En el tiempo de ocio le gustaba la vida al aire libre y viajar fue una de sus grandes pasiones. En esas salidas afianzó relaciones de amistad con grandes personas.

La generosidad fue una de las cualidades que más lo distinguieron, pero también fue un hombre emprendedor y pujante, alguien que vivió pendiente de su familia y que disfrutó junto a ella cada una de las etapas. Como buen anfitrión le gustaba cocinar para amigos y familiares.

Mantenía intacta la amistad con sus compañeros de la cuarta promoción del Colegio San Luis, que se autodenominaban “cuatreros”, precisamente por ser ese el número de promoción. Se reunían asiduamente, algo de lo que solía disfrutar, pero además mantenían contacto a diario por su grupo de WhatsApp, donde intercambiaban las cotidianeidades del día a día.

En su entorno lo calificaron como un excelente compañero, padre, amigo y abuelo, respetado y querido por todos.

Disfrutó de su familia y amigos hasta el último día, ya que su inesperada partida le permitió no perderse de nada.

 

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