Una vida ligada a su querido Estudiantes

El Bocha Flores formó a muchos jugadores, entre ellos a Martín Palermo. Su gran amigo dentro del Club fue Juan Ramón Verón

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El Bocha Flores pasó su vida en Estudiantes. Luego de su exitoso recorrido como futbolista y del retiro, a mediados de los ‘70, comenzó a trabajar casi ininterrumpidamente en el club que fue su casa.

Tuvo sus experiencias en otros clubes, pero fue en Estudiantes donde ´sentó sus bases para formar a tantísimos juveniles, entre ellos a las categorías 1973/74, de las cuales tuvo uno que era su favorito: Martín Palermo.

El Loco recibió sus enseñanzas desde chico, cuando dejó los guantes para transformarse en delantero. Fue el Bocha quien le dio sus últimos consejos, incluso en aquellos momentos difíciles donde se dudaba de su continuidad dentro del fútbol.

A tal punto llegó la admiración del Loco por su formador que no dudó en ponerle su nombre al palco que compró en UNO meses antes del estreno del estadio. El palco 424 lleva el nombre de quien fuera la persona que más lo marcó de su paso por el club.

Flores fue técnico de juveniles y también se hizo cargo de la Primera cuando se marchó Humberto Zuccarelli, en los difíciles años 1990/91/92.

Pero además, antes, fue el técnico que dirigió al equipo que fuera campeón del torneo organizado por la TV que se llamaba Selección ‘90, que contó con jugadores de la talla de Juan Sanelli, Pablo De Santis, Rubén Capria y otros más.

También se arremangó la camisa y fue a buscar talentos a diferentes ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires y en todo el país. Junto a Cacho Malbernat y Juan Ramón Verón comandó excursiones por clubes ínfimos y conocidos buscando jugadores para Estudiantes.

Fueron los dos jugadores mencionados sus mayores amigos en el Pincha. De hecho, su lazo con la Bruja padre trascendió lo deportivo. Fueron compañeros dentro de la cancha. Y también afuera. Muchas veces el propio Juan Sebastián contó que quería al Bocha como si fuese su padre.

Verón y Flores debutaron el mismo día. Fue en la última fechga del torneo de 1962, en la cancha de Boca. Esa tarde Estudiantes cedió su localía para que el Xeneize celebrara el título obtenido. Dos productos genuinos de la cantera albirroja.

“Si algún día me pasa algo, que sea acá y no en otro lado, con la familia”, contó hace unos años en una entrevista que le realizó el mismo club Estudiantes. Y así fue, ayer en horas de la tarde, muy cerca del Country Club de City Bell donde pasó tantas horas de su vida dejó de exisitir.

 

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