“Hay una romantización del sacrificio que es absurda”

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Lucas Arvigo estudió y se recibió como comunicador. Oriundo de Ringuelet, probó con trabajos en los medios tradicionales, aunque nunca logró tener los ingresos de un trabajador promedio.

A la hora de hablar de los millennials y su vínculo con el trabajo, es importante distinguirlo de empleo y, a su vez, de las distintas clasificaciones laborales. Tanto es así que el comunicador, generador de contenido y streamer (que transmite por plataformas digitales), Arvigo, puede dar testimonio de los diferentes recorridos.

El entrevistado nació en 1995, tiene 27 años, estudió en la Universidad Nacional de La Plata y se recibió como comunicador. Desde que pisó la facultad, a los 18, trabaja de algún modo. Hoy se dedica a la generación de contenidos en internet: estrictamente, hace guiones, produce videos, transmite en vivo y obtiene ingresos mediante las plataformas que utiliza.

Actualmente, YouTube, Twitch y TikTok, por poner ejemplos, son algunas de las tantas redes sociales que les permiten a las personas poder crear sentidos y obtener regalías o ganancias según las visualizaciones, suscripciones o aportes que reciban. Este es el caso de Lucas.

EL VÍNCULO CON LA OCUPACIÓN

“Esta fue mi salida en la pandemia cuando nos tocó encerrarnos. Venía desarrollando un proyecto autónomo y el aislamiento fue la excusa perfecta”, explicó Arvigo en su primera intervención en la que citó el gen de su ocupación actual.

Sobre su recorrido laboral, narró: “Me formé en el periodismo y ejercí seis años en medios locales, nacionales e internacionales, pero, remunerativamente, solo tuve ingresos en una radio porteña, aunque no equivalían a un sueldo de un trabajador”.

“No encontré lo que sí pude hacer mediante la creación de contenido en internet, en donde tengo la posibilidad de recibir membresías, sponsors y suscripciones que me exceptúan de depender de una estructura que me deba costear un salario, como sería en el caso de un artista que depende de su público”, explicitó.

UN QUIEBRE

Según indicó, “hay una romantización del sacrificio que es absurda” y fundamentó que se basa en “quienes dicen ‘qué noble la cultura del trabajo’, ‘cómo ese obrero se levanta a las 4 de la mañana’, pero es quien viaja 3 horas para llegar al trabajo, tiene una jornada insalubre de 9 horas con una paga miserable para volver a su casa a estar 3 horas con su familia, dormir un poco y volver a trabajar”.

En ese sentido, no renegó de “la cuestión de ir adquiriendo experiencia y no digo que los millennials no estemos dispuestos a hacerlo, pero se puede escalar en la estructura jerárquica”. “Apuntamos a tener una vida menos salvaje, que sea ligada al trabajo más tranquilamente y, desde lo emocional, menos castigadora y saludable”, esclareció.

“Todo este sistema justifica destratos y salarios bajos. El choque va por ahí, de ese sacrificio extremo. Nos tratan de vagos, pero hay quienes se dejan explotar. Están quienes no tienen ese chip, pero también hay menosprecio por no aguantarnos lo que otras generaciones debieron soportar por distintos extremismos como, por caso, la última dictadura”, sumó Arvigo en torno a las discusiones sobre cómo se vinculan los millennials con las labores.

 

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