Importantes novedades sobre nuestro puerto y su contexto

Edición Impresa

Víctor Manuel Fernández

Arzobispo de La Plata

En muchas ocasiones participé de reuniones con diversos actores sociales acerca de nuestro puerto y sus posibilidades. Actué sencillamente como facilitador pero pude recoger una gran variedad de opiniones y perspectivas. Una cosa está clara: todos, de manera unánime, apoyan con fervor el desarrollo de nuestro puerto: políticos, empresarios, gremialistas, intelectuales, etc. ¿Cómo no aprovechar semejante consenso para avanzar decididamente?

Veamos en qué contexto nos encontramos ahora. Después de la caída de las concesiones del Puerto de Buenos Aires siguieron la del Canal troncal de navegación (popularmente llamado “hidrovía Paraná-Paraguay”) y la del puerto de Quequén-Necochea, principal puerto cerealero de nuestra Provincia. En este momento asistimos a la inadecuación de un sistema de transporte de mercancías del comercio exterior, que no resolvió nunca la elusión impositiva ni logró frenar el contrabando. Por otra parte, ya muestra los síntomas de agotamiento ante las nuevas dinámicas del transporte por agua. Hay un atraso que obliga a una seria revisión.

Enormes potencialidades

Además, en Argentina y en nuestra Provincia tenemos enormes potencialidades todavía muy desaprovechadas, más aún con las grandes posibilidades que está ofreciendo la situación internacional. Podríamos contar con una enorme flota de armadores argentinos surcando las aguas, tanto en rutas de cabotaje para el mercado interno como en ultramar para las exportaciones.

En este marco, nuestro puerto está preparado para recibir cerca de 400.000 contenedores anuales y además podría maximizar los embarques de combustibles para el norte argentino y para el mundo. Tiene un muelle de 600 metros, racks para contenedores refrigerados, un canal de acceso de 36 pies de profundidad, grúas gigantes, infraestructura para reuniones, investigación y capacitación, etc. Si bien en los últimos tiempos hubo algunos avances, esta capacidad está mínimamente aprovechada.

Sabemos que sin el Canal Magdalena no es posible completar cargas en puertos del Mar argentino ni avanzar en muchos negocios de barcos con bandera nacional. Urge interconectar el frente marítimo con la cuenta del Plata. El Canal Magdalena es una llave estratégica y soberana que brindaría acceso a una de las cuencas productivas de alimentos, minerales y energía más importantes del mundo y nos abre insospechados caminos de desarrollo.

Este canal adecuadamente dragado, con 14 metros de calado, nos permitiría recuperar la autonomía portuaria y daría a la Ensenada de Barragán el rol estratégico de ser el puerto fluvial de aguas profundas que siempre pudo y debió tener. Sumemos, por si lo dicho fuera poco, el problema creciente de los aumentos de precios de los alimentos en el mundo, que requieren un sistema de transporte más económico. También consideremos la red fluvial más amplia, donde las bajantes del Paraná mejoran las oportunidades de los puertos de mayor calado. Agreguemos el dragado del río Paraguay por parte de ingenieros del ejército norteamericano, que obliga a optimizar un sistema autónomo y eficiente de navegación. Sumemos la nueva estructura de tarifas de peajes en el Litoral que exige ofrecer a los productores menos tiempo de amarre y circulación. Y podríamos seguir enumerando razones que se suman aceleradamente con el paso del tiempo.

Los gobernadores del Litoral y de nuestra Provincia expresaron la voluntad de avanzar por este camino, y tienen detrás un fuerte consenso. En este tema no hay grieta. Entonces ya no hay razón para esperar o para demorar esta obra del Canal Magdalena ni tiene sentido alguno seguir esperando.

Mesa de trabajo

Sin embargo, debemos decir que sin otra tarea estratégica, este necesario avance también sería desaprovechado. Me refiero a que urge constituir una mesa de trabajo acerca de nuestro puerto, que sea multisectorial y multidisciplinaria, aprovechando la visión y experiencia de empresarios, gremialistas, comerciantes, investigadores, etc. Porque, junto con el puerto y en torno a él se requiere pensar con inteligencia y ambición un plan de desarrollo regional, una planificación concertada de desarrollo productivo que supone analizar las posibilidades locales de producción así como las nuevas demandas mundiales y sus requisitos actuales. Hay muchos aspectos que sin un amplio espacio de diálogo pasan desapercibidos. Algunos hablan de la necesidad de ofrecer a las empresas navieras alianzas estratégicas que nos vuelvan más atractivos con respecto a otros puertos, otros insisten en incorporar mejor un adecuado desarrollo de los ferrocarriles para crear un corredor más variado y eficiente, otros reclaman una modificación del código aduanero, etc. Todo esto debe ser evaluado y orientado.

Aun nuestro cordón frutihorticola, por poner sólo un ejemplo, requiere de una seria revisión, refuncionalización y sistemas de control que le permitan crecer y poder acceder a otros mercados.

Si todo esto se tiene en cuenta, las posibilidades de creación de puestos de trabajo son muy grandes. Pero, ¿quién y cómo recoge y pone en discusión esta variedad de intereses y aportes? Sin duda alguna ni un individuo ni un equipo político pueden favorecer un amplio proceso de desarrollo de nuestra región que visualice y encauce todas las variantes necesarias. Se necesita urgente una mesa de trabajo que acoja generosamente todos los sectores y todas las capacidades. Me propusieron convocarla pero tengo la certeza de que no debo hacerlo por dos razones: primero porque no es mi función, y segundo porque en nuestra región hay enormes recursos humanos con formación, capacitación y experiencia que, convocados por el poder político, tienen la llave para una gran esperanza.

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