El Inadi, el Mundial y su manual de buenos modales
Edición Impresa | 30 de Octubre de 2022 | 04:56

Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
El estúpido manual que lanzó Victoria Donda desde el INADI, ignora lo metafórico y pretende transformar la pasión futbolera en un espectáculo respetuoso y prudente. Los filólogos, al explicar la diferencia entre el significado y el significante, logran darle otro vuelo a lo que se pronuncia y dejan que el lenguaje coloquial pueda alcanzar una categoría pintoresca. Lo explícito queda a un lado cuando las palabras alcanzan otra aventura. Decir “negro” puede ser una manera de estigmatizar, calificar y hasta una expresión cariñosa. ¿Quién es Victoria Donda para darle malicioso significado a términos como “color oscuro”, “indio”, “hombría”? Justo ella, que fue criticada por tener a su empleada doméstica sin blanquear. ¿De dónde surgen estos funcionarios que aconsejan al periodismo cómo y qué se debe decir? Porque empiezan descartando términos y después se entusiasman. La tontería de llevar un manual de sugerencias al Mundial, no merece ni la burla. Desde Qatar ya habían advertido que nada de mimos callejeros, que el torneo apuesta a la compostura y que no hay que gozar al equipo adversario ni tratar de intimar con alguien que no sea la legítima o el legítimo. Es decir, un jardín de infantes con más prudencia que euforia. ¿En las cabinas, podrán gritar los goles o sólo se permitirá aplaudir?
Lo que le habrá costado al Inadi lanzar este instructivo que se hamaca entre lo superfluo y el despilfarro. Se recomienda no decir “qué lindas son las chicas de la hinchada de Hungría”, porque es una forma de cosificar a la mujer. ¿Habrá que codear al vecino de la platea cuando uno ve llegar una de esas espectadoras que merecen un alto en el camino? El Inadi tiene una larga tradición de patinadas que le dan patente de organismo exagerado y falible -otro más- y que busca con estas campañas bien pensantes convencernos de que trabaja a favor de las buenas causas. Como deben justificar su existencia y sus gastos, ahora apelan al fútbol, ese colectivo donde la ocurrencia y lo incorrecto tiene, quiérase o no, un aire de familia. ¿Cómo se festejará un gol sin lastimar la sensibilidad del contrario? ¿Qué licenciatura acredita esta madrastra del vocabulario para dar lecciones sobre el léxico que inunda una inmensa gesta deportiva? ¿Lanzará el Inadi un manual de ademanes para abstenerse de aborrecer al que erró un penal sobre la hora?
Por suerte este instructivo pasará a la historia como otro arrebato oficial que se quedó en apronte. Seguramente Donda, para elaborarlo, abrevó en las fuentes de lo políticamente correcto, las cancelaciones, los eufemismos falsamente piadosos y los mensajes de la policía inclusiva. Y hoy, con su librito en la mano, se ganó el diploma de funcionaria retadora y militante. Como ministra de la purificación, doña Victoria recomienda a los comunicadores que no conviene mirar más allá de lo conveniente, que hay que evitar palabras que tengan doble sentido, que nada de “gordo” ni “patadura”, que deberán expresarse con un vocabulario que no deje dudas y, por supuesto, abstenerse de pronunciar todo lo que sugiera o roce el machismo, la intolerancia, el triunfalismo exagerado y los prejuicios.
Va a ser difícil ir a Qatar. No sólo por los precios. Los periodistas deberán hacer un curso de buenos modales. Nada de querer mirar lo que pasa debajo del velo. Ni allí ni aquí. Recordar que las jugadas se deben calificar con moderación, que no se debe usar la palabra negro ni para comprar una camisa y que hay que dejar en la aduana los excesos, las trasnoches y las ganas.
Cada vez se hace más difícil escribir sobre la actualidad sin rasguñar a los detectives de lo políticamente correcto. Los comediantes también la tienen difícil. Cómo hacer reír sin dejar algún personaje mal parado. El Roto, uno de los mejores humoristas gráficos del diario El País, de España, dice que ahora hay que hablar con silenciador, porque nunca se sabe si alrededor hay algún inspector del alfabeto buscando infractores. Y el escritor y cineasta español Gonzalo García Pelayo, harto de que le censuren, corrijan y tachen, lanzó esta frase perfecta: “Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecer tanto”.
El Inadi aconseja no usar la palabra “negro” ni para comprar una camisa
Los periodistas, ¿podrán gritar los goles o sólo se les permitirá aplaudir?
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