Las prefabricadas de La Plata que fueron noticia en New York
Edición Impresa | 11 de Diciembre de 2022 | 04:05

Alejandra Castillo
alecastillo95@hotmail.com
Al amparo de la sombra de una Tipa que la “riega” con sus flores amarillas –y de una reja con candado- una preciosa casita de madera sobrevive al olvido, el vandalismo y el paso de los años, en un sector del Parque Saavedra. El simple ejercicio de mirarla no alcanza para adivinar que es parte de la historia fundacional de La Plata, por tratarse de una de las 50 prefabricadas que en 1884 fueron importadas de Estados Unidos para aliviar la falta de viviendas en una ciudad que no paraba de crecer. Y ella, la Casilla Benoit, es la única de esa camada que se mantiene en pie.
Tras su fundación, en 1882, “empezó a escasear el material porque todo se destinaba a levantar los edificios públicos”, cuenta el investigador Nicolás Colombo, sin pasar por alto que había varios hornos de ladrillos en la zona, pero “no daban abasto”.
Este contratiempo chocaba con la idea original del gobernador Dardo Rocha, quien pretendía que todas las construcciones de la capital fueran de calidad, es decir, de material. Así las cosas, “en octubre de 1883 el Legislativo bonaerense autoriza al Ejecutivo a hacer viviendas en madera, pero tampoco alcanzaba por la fuerte demanda”, dice Colombo, lo que los decidió a tomar una decisión drástica: comprar casas prefabricadas a Estados Unidos.
“Venían en barcos, totalmente desarmadas y embaladas en cajas”, describe el investigador platense; “casi todas eran iguales, salvo excepciones, como la que compraron para el gobernador y dos capillas”, una que se armó en el terreno donde hoy está el Sagrado Corazón (9 y 58) y otra en 518 y 175.
Una factura que emitió la Casa Introductora de Mercaderías Generales (una importadora), el 27 de enero de 1885, detalla los costos de esta última iglesia de madera que terminó colocada en el hospital de Melchor Romero. Incluía “el costo de fábrica en Estados Unidos, el ferrocarril de Chicago a New York, descarga y embarque, seguro, comisión, flete y carga, lanchaje, descarga en Ensenada, tracción por ferrocarril y carretaje, armadura sobre base de ladrillos y portland, montaje general, pintado especial y extras” por un total de 4528,50 pesos moneda nacional.
El resto tenía casi la misma estructura que la Casilla Benoit, con tres ventanas y una puerta en el frente y otras dos ventanas y puerta en la parte trasera, más un par de pequeñas aberturas con postigos en la parte superior del techo a dos aguas, totalmente realizadas en madera (incluido el piso), con algunos pocos detalles en zinc. Muchas de esas casas se instalaron en 7 y 48, para los obreros que llegaban de Europa (principalmente italianos) para hacer las edificaciones de la Ciudad.
La casa del Gobernador era muy lujosa, pero Carlos D’Amico nunca quiso vivir allí
La repentina adquisición de tantas casas prefabricadas llamó la atención de los medios estadounidenses, que comenzaron a especular sobre los motivos de todo aquello. “Hay una anécdota genial al respecto –refiere Colombo-, porque no se sabía para dónde iban tantas cajas; entonces salió una nota en un medio norteamericano dando cuenta de que un huracán había destruido una ciudad de Argentina y por eso estaban construyendo casas de emergencia para los pobladores que se quedaron sin nada”.
Lo cierto es que, más allá de las buenas intenciones, los funcionarios no vivían en la que el entonces presidente, Julio Roca, llamó despectivamente la ciudad de las ranas (por sus bañados y el hecho de que por las noches sólo se escuchaba el croar de estos anfibios), de modo que fue necesario promulgar una ley que los obligara a radicarse en La Plata. “Los poderes públicos se instalan en 1884, pero el gobernador, sus ministros, los diputados y senadores vivían en Buenos Aires, venían a trabajar en tren y después la ciudad quedaba despoblada”, explica Colombo. De hecho, Dardo Rocha tenía su residencia donde hoy funciona el Museo y Archivo que lleva su nombre, en 50 entre 13 y 14, pero la usaba eventualmente.
“LA CASA DE LOS LOCOS ADDAMS”
La primera casa prefabricada que pisó La Plata llegó el mismo día de su fundación, el 19 de noviembre de 1882, en un tren desde Buenos Aires, donde se había usado para una exposición. La armaron en el terreno de 4 y 51, donde hoy funciona el Polideportivo de Gimnasia y Esgrima, para que sirviera como sede del banquete de inauguración. El dato curioso que aportó Colombo es que “fue el primer edificio que tuvo luz eléctrica gracias a un generador que trajo para ese día Pedro Benoit, pero a las lamparitas se las robaron esa misma noche. No se sabe para qué, si nadie tenía luz y no podían usarlas”. La primera usina se habilitó en 1883, en 5 y 51. ¿Qué pasó con la casilla? Terminó funcionando como teatro.
Como ya se dijo, entre las prefabricadas que llegaron desde Estados Unidos, en 1884, se destacaba una muy particular: la destinada al entonces gobernador, Carlos D’Amico, que tenía dos plantas, pararrayos, arañas de bronce y cristal, muebles tallados a mano y obras de arte importadas de Europa, entre otras pompas. Según los registros, la vivienda demandó 60.000 pesos moneda nacional, un valor similar su ampliación y casi el doble su mueblaje y ornamentación; pero D’Amico nunca quiso vivir allí. Mientras avanzaba lentamente la edificación de la residencia oficial en 5 entre 51 y 53, él mandó a construir una casona de material en 14 y 53, que terminó vendiendo al Arzobispado local en la crisis económica de 1890.
Retomando la crónica del derrotero de la prefabricada de lujo, se montó en 1 y 49, el terreno del actual Colegio Nacional, donde resaltaba como ninguna otra cosa. “La tipología era muy diferente a la del resto, tenía dos plantas, una torre; parece la de Los Locos Adams”, compara Colombo, con gracia y mucho acierto.
En el banquete de inauguración hubo luz eléctrica. Esa noche se robaron las lamparitas
Luego de ampliar la superficie de la propiedad con otros dos cuerpos en la planta baja, pese a lo cual su destinatario no quería usarla, le asignaron otros fines. Fue oficina de Migraciones y sede del Instituto de Higiene Experimental (lo que hoy sería el ministerio de Salud) antes de que finalmente la cedieran a la Universidad Nacional de La Plata, que la desmanteló para edificar el Colegio Nacional.
“En 1914 la trasladaron al predio del ministerio de Educación, en 14 y 56, y en la década del ‘30 se la donaron a Gimnasia, que por entonces funcionaba en el barrio Meridiano V”, relata Colombo; y suma: “La usaron como vestuario del club”, antes de terminar destruida.
Casi todas aquellas casillas fueron descartadas y quemadas, sin que quede registro de ello. “Muchas se usaron como pabellones para alojar pacientes con enfermedades contagiosas en Melchor Romero; tenían un tiempo limitado de uso y cuando ya no servían las prendían fuego porque era la manera más práctica de descontaminar”, precisó Colombo, autor de tres libros: Misterios de la ciudad de La Plata (2015); Misterios de la ciudad de La Plata II (2018) y Tolosa, 150 años de historias y leyendas (2021).
Realizadas con pino de América del Norte, las casas tenían una vida útil de aproximadamente 40 años, aunque el estado en que se conserva la del Parque Saavedra –con vandalismo y trabajos de restauración mediante- da cuenta de la calidad y resistencia de la madera utilizada.
DOS CAPILLAS
En 1885, el gobierno de la Provincia le donó a la Congregación Salesiana un lote de media manzana en 9 entre 57 y 58, a condición de que se fundara una escuela de artes y oficios como la que funcionaba en Almagro. “Además, un grupo de comerciantes había conseguido el permiso y algún subsidio para construir una capilla en terrenos fiscales. Esta capilla de madera se hizo construir en Estados Unidos y ya había llegado a La Plata, pero no se utilizaba por falta de sacerdotes”, se lee en el libro Historia de la Obra Salesiana, en el que también se detalla que “la precaria edificación de dos habitaciones” estaba dedicada a los “Sagrados Corazones de Jesús y de María”.
En esa investigación admiten que “los primeros años fueron muy duros”, porque en esas dos habitaciones de madera “había que vivir, cocinar, dar clase y atender a las personas”. Con la inauguración del templo, en 1902, la capillita de madera sirvió primero de depósito antes de que fuera trasladada a un terreno que la congregación tenía en 31 y 45, donde un incendio la destruyó por completo, el 29 de septiembre de 1929.
“Venían en barcos, totalmente desarmadas y embaladas en cajas. Casi todas eran iguales, salvo excepciones”
Nicolás Colombo, investigador
La otra prefabricada importada de Nueva York con destino de templo tenía también estilo gótico y se instaló el 30 de noviembre de 1884 en 518 y 175. La presentaron como “la primera capilla católica fuera del casco urbano de La Plata”.
Con paredes y mobiliario de madera, fue la principal referencia religiosa para las nacientes poblaciones rurales de Melchor Romero, Lisandro Olmos y San Ponciano (estación Abasto). A mediados de la década del 40, el crecimiento de la zona convenció a las autoridades eclesiásticas de construir una iglesia de mayor envergadura: el nuevo templo se inauguró el 18 de octubre de 1947 en el terreno actual, en avenida 520 y 175.
Los altares y bancos de la vieja capilla se usaron hasta que terminaron de fabricarse los nuevos. Y, de a poco, el antiguo templo fue cayendo en desuso. Su estructura se mantuvo relativamente intacta hasta los primeros años de la década del ‘50, pero luego se fue desmantelando paulatinamente hasta desaparecer por completo.
En abril de 2010 se colocó un monolito recordatorio en el lugar donde estuvo aquella primera capillita, dentro del predio del hospital Alejandro Korn, en un interesante movimiento por rescatar la historia de las cosas, que es también nuestra propia historia.
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