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Con Leo en la tierra y Diego en el cielo, la tercera Copa del Mundo se convirtió en realidad, y después de 36 años Argentina volvió a gritar campeón en un Mundial. Los hinchas festejaron invadiendo las calles en todo el país
Walter Epíscopo
wepiscopo@eldia.com
No hay por estas horas, lugar más felíz en el mundo, que la Argentina. De punta a punta, nuestro país se vistió de celeste y blanco al grito de ¡DALE CAMPEÓN! Después de una final no apta para cardíacos, el pueblo invadió las calles para darle rienda suelta a la alegría. A un festejo que se empezó a soñar tras la obtención de la Copa America en Brasil, y que ayer se hizo realidad.
Después de 36 años, Argentina volvió a levantar la Copa del Mundo, luego de que se nos negara en Italia 1990 y Brasil 2014, y generaciones volvieron a confundirse en abrazos interminables.
Después de tanto sufrimiento y tener que llegar a los penales, los ojos explotaron con lágrimas de alegría. Por que a cada uno de los argentinos le pasó algo, y pensó en alguien que ya no está. “Yo soy de la generación que lo vió campeón en el `78 y en el `86 y en aquel momento me abracé con mi Viejo, que hoy no está”, dice Osvaldo, que llegó desde Gonnet y hoy se emociona al vivirlo con sus hijos y mira todo como tratando de perpetuar el momento en Plaza Moreno.
Un domingo inolvidable que empezó muy temprano. Algunos no pudieron dormir bien la noche anterior y amanecieron temprano. Es que el sábado fue interminable, con la pregunta recurrente: “¿Y cómo la ves contra Francia?”. La ansiedad fue total.
Se buscó cumplir con el ritual de verlo con los mismos amigos que se juntaron durante todo el Mundial. Otros siguieron viéndolo solos.
Abundaron las reuniones y los autos amontonados en la puerta de una casa. El partido era temprano, el horario de las 12 obligaba a madrugar para hacer el asado, o armar una “picada” generosa, aunque los estómagos estaban cerrados.
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Para la hora del partido en un mediodía soleado, las calles volvieron a estar completamente desiertas, como cada vez que jugó la “Scaloneta” en el Mundial. Fue el mismo escenario en toda la Región.
Recién en el entretiempo del partido tras un primer tiempo perfecto del Seleccionado de Scaloni y con un 2-0 que nada hacía presagiar tanto sufrimiento, se escucharon algunos bocinazos y cánticos.
Luego llegarían momentos tremendos. El empate en los noventa minutos y también en el alargue, hasta llegar a los penales.
Para ese entonces, tratar de mantener los lugares de siempre. Se nombraron todos los “mufas” posibles, cantantes, actores, futbolistas y algún amigo anónimo también.
“En los penales agarré un pañuelo y dije, ‘Poncio Pilato, dame mucha suerte o no te desato’ mientras hice varios nudos”, cuenta Nora llegando con una bandera en la mano derecha por Avenida 7, desde 49 hasta 50. Fue un momento límite que hubo que recurrir a todo, cuando los corazones parecía que iban a explotar y no soportarían tanto sufrimiento.
El reloj marcaba las 14:53 cuando Gonzalo Montiel pateó el cuarto penal, y su derechazo definió el título para nuestro país. No pasaron más de 15 minutos, para que los bocinazos comenzaran a escucharse desde cada rincón de la Región, desde cada barrio de La Plata, Berisso y Ensenada.
Enseguida, tras el abrazo con los compañeros que sufrieron frente a la tele, todo el mundo se subió al auto, la moto, la bici, el camión o la camioneta, y enfiló para el centro platense. Algunos salieron a la calle y empezaron a caminar y a hacer dedo para tratar de llegar a la esquina de 7 y 50, ó también a Plaza Moreno.
Todos los barrios, todas las localidades de la Región tuvieron también sus festejos propios para quienes decidieron no ir a sitios donde había mucha gente.
Cualquier vereda, esquina o plaza fue el lugar indicado para festejar. “Por que los jugadores me van a demostrar, que salen a ganar, quieren salir campeón, que lo llevan adentro, como lo llevo yo”, iniciaba el cántico un grupo de jóvenes caminando por calle 54, doblando por 7 y rumbo a 50 con banderas y camisetas. Chicos a los que se les quedó atragantado el grito en 2014 y esa final perdida con Alemania.
“Messi se lo merecía más que nadie, es el más grande de la historia, y Di María jugó un partidazo, los dos se lo merecen porque fueron muy criticados”, dice Matías en las escalinatas de La Catedral junto a su hermano Ignacio que agrega, “ganamos la mejor final de la historia de los mundiales, no tengo dudas”, y enseguida junto a un grupo de amigos no paraban de cantar.
“El que no salta es un inglés, el que no salta es un inglés”, cantaban en medio de Plaza San Martín y entre banderas y camisetas con la cara de Maradona surgía el infaltable, “olé, olé, olé, olé, Diegooo, Diegooo”.
La vida pareció detenerse, mientras la tele desde los diferentes canales ofrecía la imagen de Leo Messi levantando la copa, los festejos de los jugadores y la gente como hormigas en todo el país saliendo a la calle.
En los restaurantes y bares volvió a juntarse la gente a mirar el partido, a mechar almuerzo y sufrimiento. Una pantalla gigante sobre 4 y 53 sirvió para que muchos hinchas lo vieran al aire libre.
Por que no solo fue el Obelisco y a lo largo de la 9 de Julio, sino en cada Provincia de repente miles de personas salieron a cantar, saltar, festejar y sacarse ese sufrimiento que fue la larguísima final (una gran final donde Argentina fue más que los europeos).
La tarde parecía eterna hasta que las primeras sombras de la noche empezaron a aparecer. “Mañana (por hoy) no va nadie a trabajar, hay que ir a esperar a la Selección. Es más, toda la semana de festejo”, comentaba alguien al pasar, mientras le respondían, “creo que hay asueto eh”. A esa altura del domingo, poco importaba.
Las camisetas de Messi de los vendedores ambulantes se vendían como pan caliente. De repente por cada diagonal aparecían columnas de hinchas buscando el centro platense, mientras los bocinazos y las bombas de estruendo seguían.
La escenografía fue muy similar por ejemplo en Ensenada, tanto por la calle La Merced, en las plazas o en el Mirador de Punta Lara donde termina diagonal 74.
En Berisso, una vez más en la histórica Avenida Montevideo los vecinos con sus banderas le metieron color.
De cada rincón de la Región, grandes y chicos festejaron a su manera, y por un rato (al menos por un rato) todo fue empatía, abrazo y felicidad.
“Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar, vení vení, cantá conmigo...”, cantaba la gente sin parar, como no queriendo irse nunca de las calles. Algunos empezaron a dirigirse a cervecerías y plazas para seguir el festejo hasta la hora que sea e “hidratarse” después de tanto cantar y saltar, de abrazarse y llorar de alegría y emoción. Un domingo 18 de diciembre inolvidable. En un Mundial raro en todo sentido. El primero sin Diego en la tierra, pero alentando desde el cielo...
Con ese nuevo himno que se cantó una y otra vez en Argentina y en Qatar; en una plaza lejana o en el centro; en las calles o en el vestuario del seleccionado como es “Muchachos” al ritmo contagioso de La Mosca, que se entonó como un sueño, casi como una súplica, “quiero ganar la tercera, quiero ser campeón Mundial”. Y somos.
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Una imponente postal aérea de la mítica esquina de 7 y 50 platense, donde la gente una vez más llegó desde los distintos barrios y se reunió a festejar. La Copa del mundo, otra vez está en manos argentinas / Sebastián Casali
La gente se dio cita también en la catedral y Plaza Moreno / EL DIA
Del Lobo y de la Scaloneta. El festejo en los bares del centro en el tercer gol de la Selección en la final contra Francia / Trinidad Caneva
El festejo de los platenses en un bar del centro / Trinidad Caneva
La avenida Montevideo de Berisso se tiñó de celeste y blanco / EL DIA
Un grupo de Amigos de Los Hornos reunidos y festejando / EL DIA
La familia Omentari de Ensenada iniciando el festejo tras el final / EL DIA
Alegría en Ensenada donde también todo fue celeste y blanco / EL DIA
Papá Noel salió a festejar con los hinchas / Trinidad Caneva
Todo sirvió para festejar. Estos hinchas con imágenes de Scaloni, Alvarez, Messi y el Dibu / Sebastián Casali
Sin diferencias por los colores, esta pareja platense festejó a su manera por las calles / Sebastián Casali
Pilar, Juliana y Vicente, festejando el triunfo de la Selección Argentina en el centro platense / EL DIA
En 8 y 50 los hinchas no pararon de saltar y cantar / Sebastián Casali
Matías e Ignacio, hermanos a puro festejo en Plaza Moreno / EL DIA
Liliana, hincha Tripera se encontró en Berisso con Lucas Licht / EL DIA
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