Se sienta a la mesa reservada para los elegidos

Campeón del Mundo, Pelé y Diego lo reciben en el Olimpo del fútbol, ya sin discusiones. El genio fue el amo y señor de Qatar

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“Pase Maestro, lo estábamos esperando”. La frase con que Diego Maradona recibió a a Ricardo Bochini en aquella semifinal ante Bélgica en México ‘86 bien vale para que hoy, simbólicamente, Diego lo invite a sentarse a la mesa a la que solo tienen acceso los más grandes de la historia.

Si el argumento de que Messi no estuviera entre los más grandes era la falta de la Copa del Mundo, compartía esa ausencia con Johan Cruyff y Alfredo Di Stéfano, considerados enormes por sus logros europeos. Ahora, con el trofeo FIFA en las manos, la mesa es de tres: Pelé, Diego Maradona y Lionel Messi.

Sufrió. Sufrió mucho Messi. Sufrió las derrotas. Aquella eliminación en Alemania 2006, mirando desde el banco. El golpe alemán en Sudáfrica, con Diego como DT. La mereció mucho en Brasil, cuando fue determinante en la fase inicial para el equipo de Sabella y Mario Götze le rompió las ilusiones...ni hablar del desorden de Rusia 2018 cuando ésta Francia altiva dio su primer paso al bicampeonato. Linda revancha haberse quedado con la tercera estrella en disputa.

En la mala, Messi renunció a la Selección. “Se terminó la selección para mí, ya está, es por el bien de todos. Me duele más que a ninguno no poder ser campeón con Argentina. Lo busqué, era lo que más quería pero no se me dio. Son cuatro finales perdidas, tres seguidas... Es una lástima pero tiene que ser así”, dijo. El presente lo tiene lejos de aquellas declaraciones cargadas de dolor, cuando creía que ya no había sueños por cumplir tras perder la Copa América del Centenario frente a Chile. Más de seis años después, los sueños están cumplidos y las cuentas saldadas, apoyado por algunos adolescentes que lo idolatraban y sufrían sus derrotas y ahora defendieron los colores albicelestes, espalda con espalda. Como fieles soldados que acompañaron a su general.

En el país de las antinomias, no tardará en reaparecer la pregunta “¿Maradona o Messi?”. La respuesta es generacional: para quien haya vivido intensamente su apogeo, será uno u otro. También hay una respuesta transversal: hay Messi porque antes hubo Maradona. Y antes Bochini o Alonso, Sastre, Pedernera o Mamucho Martino, que a su vez quisieron “ser como Ochoíta, el crack de la afición”. Hay una historia de cracks en estas pampas. Un ritual criollo. Y un hilo que une, a los largo de casi 130 años de fútbol.

 

No es casual que para muchos este Messi haya sido el mejor porque fue el más “maradoneano”

 

Así como Diego fue el crack que soportó golpes, se enfrentó al poder y le dio una belleza inconmensurable al juego, a veces convirtiendo en ganadores a equipos normales (o menos que eso, como el primer Nápoli), Leo fue una máquina de velocidad, eficacia y goles, con un Barcelona que llegó a ser de su mano el mejor equipo de la historia. No es casual que para muchos, este Messi haya sido el mejor porque fue el más “maradoniano”. Nos gusta eso. Talento más corazón. En Qatar, Leo fue rebelde, sanguíneo, brillante. Y las características de la victoria le dieron una épica más cercana al ‘90 que a 1986.

Ahí festeja Messi, que se sumó además al breve listado de futbolistas argentinos que disputaron dos finales mundiales con Diego Maradona, Oscar Ruggeri, Jorge Burruchaga y la particularidad de Luis Monti, finalista en el ‘30 y con la azzurra en 1934. Gracias a sus 7 goles en el torneo (17 en el año calendario, otro récord en la Selección), como todos, tiene una final ganada. Messi, ahora, es de bronce. Y es eterno.

Qatar2022

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