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Información General |RECONOCIÓ SUFRIRLO LA ACTRIZ KATE WINSLET

Síndrome del Impostor: un mal que se ve cada vez más en los consultorios

Aseguran que 7 de cada 10 personas lo han padecido alguna vez en su vida y que afecta casi por igual a hombres y mujeres. Es el miedo al éxito propio

Síndrome del Impostor: un mal que se ve cada vez más en los consultorios

Un síndrome poco conocido, pero que crece / Engin Akyurt

1 de Febrero de 2022 | 03:53
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Hay un trastorno que se hizo conocido a partir de haberlo padecido la actriz Kate Winslet, la famosa protagonista de “Titanic”, y que, a pesar de pasar inadvertido para muchos, es más frecuente de lo que parece, al punto que estudios internacionales revelan que lo han padecido alguna vez a lo largo de su vida siete de cada diez personas. Se llama “Síndrome del Impostor”, y si bien no es una enfermedad mental oficialmente reconocida y no se encuentra todavía entre las condiciones descriptas en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, sí se observa mucho en los consultorios psicológicos.

El término fue acuñado por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes en el año 1978, y describe a un grupo de personas que, si bien tienen un patrón de comportamiento que no se considera patológico, potencialmente sí puede generar una serie de conductas desadaptativas o perjudiciales, lo que se da en cualquier ámbito, como el académico, el laboral o incluso el social.

Algunas de las características que definen a alguien que padece el síndrome del impostor, y que recogieron Clance e Imes en su estudio, son la necesidad constante de superación y de destacarse, lo que se acompaña de un perfeccionismo que genera malestar. También cierto miedo o ansiedad por evitar cometer errores y, además, la atribución del éxito propio a factores externos, como a la suerte y no a la capacidad o habilidad propia, ya que, una vez que se alcanza el éxito, surge cierta culpabilidad al no considerarlo merecido, o cierto miedo a crear expectativas y ser descubierto, eventualmente, como “un farsante”. Es así que, para evitar el error, alguien con síndrome del impostor se sobrecargará de trabajo, lo que, aun así, no lo satisfacerá debido al miedo a la evaluación externa, al elogio o a la “decepción del otro”.

HOMBRES Y MUJERES “EXITOSOS”

Un estudio del “Access Comercial Finance”, que encuestó a 3.000 personas de Reino Unido, recogió que el 66% de las mujeres ha sentido síndrome del impostor alguna vez, frente al 56% de los hombres, quienes en todos los casos describieron “tener la sensación de no estar nunca a la altura; de no ser lo suficientemente buenos, competentes o capaces; de ser impostores, un fraude”.

Alguien con Síndrome del Impostor se sobrecargará de trabajo

 

La psiquiatra estadounidense Valerie Young es una de las investigadoras que más ha estudiado sobre el tema, sobre el que sostiene que “es más habitual de lo que parece, ya que siete de cada diez personas lo han sufrido alguna vez en su vida, millones de mujeres y hombres en todo el mundo, desde exitosos directivos de empresas hasta brillantes estudiantes, que están secretamente preocupados por no ser tan capaces como todos creen”.

La propia doctora Young estableció asimismo las posibles causas de este síndrome, y entre ellas enumeró a las dinámicas familiares durante la infancia, “cuando un hermano es ‘el inteligente’ y el otro no; cuando hay presión para sacar buenas notas; o padres muy exitosos y tener la sensación de ser “la oveja negra”. También, la percepción de éxito, fracaso y competencia, ya que “las personas que sufren el síndrome son muy exigentes consigo mismas y tienen una lista de requisitos prácticamente imposibles de llevar a cabo”.

“Algunas posibles causas del origen del síndrome – señala Young – son las dinámicas familiares llevadas a cabo durante la infancia, por ejemplo con las comparaciones entre hermanos o familiares y la presión que ejercen los padres sobre sus hijos. Y a pesar de las pruebas externas de su competencia, aquellos con el síndrome permanecen convencidos de que son un fraude y no merecen el éxito que han conseguido, donde las pruebas del éxito son rechazadas como pura suerte, coincidencia o como el resultado de hacer pensar a otros que son más inteligentes y competentes de lo que ellos creen ser”.

Por su parte, el profesor de psicología Evaristo Fernández, explica que “el Pesimismo Defensivo (PD) y el Síndrome del Impostor (SI), tienen cosas en común, como la existencia de dudas acerca de la propia habilidad, el miedo al fracaso y el mantenimiento de bajas expectativas de resultado, todo ello a pesar de una importante historia de éxitos. No se creen merecedores de los éxitos que obtienen y les preocupa que los demás puedan descubrir en cualquier momento que no son tan inteligentes como parecen. En definitiva, a pesar de sus logros, los autodenominados “impostores” manifiestan importantes dudas acerca de sus habilidades, y creen que éstas son continua e injustificadamente sobreestimadas por los demás”.

El término fue acuñado por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes en el año 1978

 

Haber crecido en un contexto educativo exigente es algo que también, según los especialistas, influye para que se desarrolle el llamado “síndrome del impostor”, tras haber recibido respuestas como “¿sacas buenas notas?, es lo que tenías que hacer; ¿has hecho esto bien?, es lo que tenías que hacer”.

“Es decir – explican – que no tiene mérito que el sujeto haga las cosas bien porque es lo que tenía que hacer, ya que solo es negativo si lo ha hecho mal pero no es positivo si lo ha hecho bien. Esto causa que si hace un buen trabajo nunca sea lo suficientemente bueno, y que su cerebro no procese que lo haya hecho él, porque es incapaz de sentir que algo muy bien hecho es suyo”.

 

 

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