La Comuna no debe dar un paso atrás a la hora de hacer respetar ordenanzas
Edición Impresa | 15 de Febrero de 2022 | 01:06

Los episodios registrados en las últimas jornadas, que marcan un recrudecimiento de las agresiones a inspectores municipales a raíz de la resistencia de comerciantes instalados o de vendedores ambulantes a aceptar el mandato de ordenanzas y leyes vigentes que rigen en la materia, en situaciones que derivaron en golpes y lesiones contra los servidores públicos, volvieron a poner de relieve la necesidad de restablecer en La Plata el pleno imperio del poder municipal.
Sin analizar los alcances de los casos en particular, nada justifica que un operativo rutinario de control de actividades derive en agresiones por parte de los comerciantes formales o informales. La indiferencia policial frente a esos hechos genera que los inspectores que cumplen con su deber estén desprotegidos frente a toda clase de atropello.
El último incidente se habría desatado a partir de denuncias vecinales por la música estridente que se propalaba en horas de la madrugada desde un local céntrico, en donde se desarrollaba una fiesta que no estaría autorizada. La situación derivó en una fuerte resistencia de los dueños del local que habrían agredido y lastimado seriamente en el rostro a una inspectora comunal que participaba del operativo, según quedó asentado en la denuncia policial.
Tanto en este como en un caso similar anterior, que se registró hace una semana y también en la zona céntrica, la presencia en el lugar de efectivos policiales no se habría traducido en ninguna acción de tipo disuasivo por parte de los agentes que, tal como lo señalaron varios presentes, se habrían limitado a ser testigos pasivos de las agresiones.
Cabe recordar que el martes pasado se había registrado un caso parecido, esta vez protagonizado por varios manteros que dejaron en claro que, para ellos, no habría leyes a las cuales deban respetar.
Lo cierto es que cuando un grupo de inspectores municipales decomisaban mercadería de los puestos ilegales de venta, pasaron a las vías del hecho, ante la inacción de efectivos de la Policía bonaerense.
Fue así que abrieron por la fuerza la puerta del baúl de un vehículo municipal y sacaron de allí los bultos de mercadería que había sido incautada, en una maniobra que incluyó forcejeos entre vendedores informales y servidores municipales. Un hombre que comandaba a los manteros tironeó el barbijo de un funcionario, mientras los efectivos policiales permanecían inmóviles a pocos metros del lugar.
Lo que interesa es poner de relieve la necesidad de restablecer en La Plata el pleno imperio del poder municipal, lastimado y agredido en muchas oportunidades por personas que pretenden hacer del libre arbitrio, de la piedra libre y el vale todo, la primera y única ley a la que pretenden sujetarse.
Las agresiones físicas y verbales contra funcionarios no sólo resultan inexcusable, sino que debieran preocupar doblemente, en la medida en que podrían verse “institucionalizadas” si no se las impide. En ese sentido, las autoridades provinciales deben arbitrar las medidas necesarias para que las inspecciones para que los agentes municipales realicen los operativos que son tan importantes contra lo irregular e ilegal. A veces incluyen comprobaciones que hacen a la higiene y a la salud pública, pero siempre del cumplimiento de normas básicas de respeto a las leyes.
Por eso, sin incurrir en excesos de ninguna naturaleza, el poder municipal debe dejar en claro que no dará un paso atrás y que quienes infrinjan ordenanzas y leyes serán identificados y denunciados ante la Justicia.
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