Son menores y reincidentes: volvieron a las andadas, pero les salió mal
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2022 | 02:19

Desde hace un largo tiempo, ladrones cada vez más chicos y violentos tienen a maltraer a vecinos y comerciantes de las cercanías de la Plaza Matheu. Los robos y el vandalismo están entre sus actos preferidos.
Eso ocurrió en la tarde del lunes, cuando atacaron a una empleada del almacén que funciona en la calle 62 entre 3 y 4.
Voceros policiales indicaron que fueron dos jóvenes de 14 y 15 años los que tuvieron relación con el hecho en ese comercio.
Al llegar al lugar, enseguida repartieron roles: mientras uno ingresó al local con una yuga (una especie de clavo con manija), su cómplice se quedó afuera de campana.
“ALGO ME TENÉS QUE DAR”
Leandro (32) es el propietario de ese negocio y en la tarde de ayer, durante un breve contacto con este diario, brindó algunos detalles sobre el terrible episodio.
“Esto pasó a las 4 de la tarde (del lunes), en momentos en que mi empleada se hallaba trabajando sola”, indicó.
Luego, expuso que “al local entró solamente un pibe, que de entrada pidió mercadería, pero no para pagarla”.
En tal sentido, reveló que “este chico le dijo a mi empleada `tenés muchas cosas acá, algo me tenés que dar`. Pero ella se negó a entregarle algo y el pibe entonces se enojó”.
Ese fastidio fue lo que precipitó lo que terminó siendo un caso de inseguridad más en la zona.
Y Leandro explicó lo ocurrido: “Le dio un empujón (el adolescente) a la vendedora y le sacó el celular. Después salió corriendo para escapar, calculo, con al menos un compinche”.
Fuentes oficiales, en tanto, aseguraron sobre ese incidente que “luego de amenazarla (a la empleada) le quitaron la suma de 2.100 pesos y un teléfono celular marca Samsung”.
Y que previamente “ingresaron al minimercado haciéndose pasar por clientes. Pero al notar que el local se hallaba sin clientes y la única vendedora estaba reponiendo mercadería, decidieron realizar el ataque”.
Asimismo, los mismos informantes sostuvieron que “los delincuentes amedrentaron a la mujer utilizando un elemento metálico previamente armado”.
Detallaron que el arma se hizo “en forma de T, con una punta limada, la cual se utiliza para forzar tambores y trabas de motocicletas”.
LA FUGA FUE BREVE
Una vez con el botín en su poder, ambos ladrones se dieron a la fuga, sin que trascendiera si la emprendieron a la carrera o en algún vehículo.
En cambio, se reflejó que la empleada del almacén atinó a salir a la calle en busca de ayuda. Ocasionales testigos que acababan de ver a esos menores huir del lugar, enseguida avisaron de la situación a un patrullero, que justo pasaba por la cuadra del asalto.
Los efectivos desplegaron entonces un operativo por la zona, con la colaboración de agentes de la División Motorizada, a quienes convocaron vía radial.
Y la redada de inmediato arrojó los resultados esperados: se pudo detener y secuestrar lo sustraído, así como también el arma casera, a ambos jóvenes.
Siempre a decir de los voceros consultados por EL DIA, los asaltantes en cuestión “son conocidos por varios antecedentes penales e ingresos en comisarías de la zona”.
También consignaron que ambos adolescentes fueron trasladados a la seccional de la jurisdicción y, puestos a disposición de la UFI Nº 1 del Joven, a sabiendas de que son inimputables y quedan exentos del proceso penal.
COMBO PELIGROSO
Cabe recordar que EL DIA publicó en su edición del 9 del corrientes mes, una nota en la cual se alertó sobre la cada vez más frecuente participación de menores de edad en ataques delictivos.
Y se mencionó, simultáneamente, que cometen sus ataques con un aditamento siempre temido por las víctimas: la violencia.
Varios de estos adolescentes ya adoptaron como su radio de acción la zona donde se produjo el asalto en el almacén de 62 entre 3 y 4.
Pero en rigor, las bandas son muchas y siembran el terror por diversos sectores de la Ciudad.
Eso sí, tienen características en común: numerosas entradas a comisarías, se movilizan en motos, utilizan tanto armas de fuego como todo tipo de cuchillos y son realmente peligrosos, debido a que no dudan en agredir a las víctimas.
¿Cómo? Con golpes, culatazos, disparos y amenazas verbales, que dan la sensación de que las van a materializar.
Personas damnificadas y hasta jefes policiales reconocen que “estos pibes se manejan sin códigos”.
En los vecinos, la situación genera indignación, ya que “si los agarra la Policía, después los jueces los sueltan rápido. Nosotros tardamos más en la comisaría”.
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