La sensación hecha palabra
Edición Impresa | 20 de Febrero de 2022 | 07:10

Por AUGUSTO MUNARO
Con un pulso preciso, la poeta María Mascheroni escribe un poemario riguroso. Pulcro, cuyo vocabulario personal, profundamente lírico, que escala a la altura de un blues, se aloja hondo en los sentimientos del lector. En esa zona implacable donde “la importancia de los hechos se difumina”, la poesía de Mascheroni es reconocible aún a primera vista por su distribución en la página, por la extensión de sus versos, por el ritmo de sus blancos, o por la peculiaridad de su puntuación. Esa intención de significar a través de los distintos aspectos de la construcción poética hasta darle al conjunto de sus libros la forma inequívoca de un estilo, da como resultado un interesante programa en relación a la lengua; una pulsión postsimbolista, muy íntima. En palabras de la autora: “La circunferencia de la luz respira como nosotros / una geometría que imanta nos tiene / ora como vértices ora como radios acelerados / hay lazo”. La oscilación entre la imagen y la reflexión es permanente.
Dividido en dos partes: “de un sueño geométrico” y “las formas inestables”, en ambas secciones, los versos progresan sin patrones fijos de movimiento. Lo hacen a través de un curioso ritmo estable e impredecible. Esa irradiada oscuridad alcanza momentos de inmejorable belleza: “Un halo de rota perfección cae desde el sol negro / se ajusta como un blues perfecto a nuestras cabezas coronadas”. Elástico, maleable, dócil. Densidad lírica pocas veces igualada en nuestra lengua. Poesía infectada de infinito, que se expande en un clima de atención flotante. La ausencia y la presencia, lo visible y lo invisible. Intensos resplandores, fugaces hallazgos capaces de llevarnos a afinar la escucha. El hilo murmurado de las derivas traspasado por el tiempo. La evanescencia de lo aparente. Blues de las almas.
La oscilación entre la imagen y la reflexión resulta permanente en el libro de Mascheroni
Poemas que intentan expresar sentimientos en lugar de anécdotas. Y ello sucede aún, en su segunda parte, donde el poemario alcanza cierto sesgo narrativo. Su poesía está pensada y sentida “en profundidad”, lo que es un poco difícil de explicar. Cuando se despierta a la poesía, ya estamos adentro del lenguaje. Mascheroni felizmente lo sabe. “y si voy hacia atrás / nada veo la historia cuenta los sucesos con voz urgida / yo voy y veo y vaciadas las arcas de pasiones y emoción evidentes / veo nuestros pasos rodando por la huella vacante baldía”. Entre el impulso lírico y un pudor incandescente, la poeta, así, expone una ética, que no difiere en absoluto de la idea de lo bello. Es decir, el dictado de nuestros sentimientos.
María Mascheroni (Bs. As., 1958) es poeta, editora, y psicoanalista. Cursó estudios de orfebrería, dibujo y fotografía. Integra el Consejo editor de Hilos editora. Publicó, entre otros libros: La inevitable curva (1997); Impaciencia de la sed (2001); Jardín (2004); El cansancio de los hijos (2011). Fundó el Colectivo de acción poética El pez que habla junto a otras artistas. Coordina los talleres de pensamiento, investigación y acción poética Martes intenso. En 2015 recibió el Segundo Premio Municipal por su libro El cansancio de los hijos.
Editorial: Hilos Editora
Páginas: 68 Págs.
Precio: $1.150
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