PJ bonaerense: sensación de tensión permanente
Edición Impresa | 28 de Febrero de 2022 | 03:38

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com
Una sensación de tensión permanente, contenida, escondida, atraviesa al oficialismo en la Provincia. Se vio la última semana con la incursión del presidente Alberto Fernández en La Plata, donde vino a bancar políticamente a la Juventud Peronista Universitaria. Eso profundizó los ruidos preexistentes con La Cámpora, rival de la JUP en el mercado militante juvenil justicialista y crítica del acuerdo en ciernes de la Casa Rosada con el Fondo Monetario.
A través de su líder, Máximo Kirchner, y apañada por la vicepresidenta Cristina Fernández, La Cámpora ha establecido una alianza política con los intendentes peronistas del conurbano: juntos desembarcaron en el gabinete de Axel Kicillof después de la derrota electoral del año pasado. Y tienen la actitud de un Pac-Man político. Esa sociedad quiere cada vez más.
Por eso cayó bastante mal allí el episodio de la creación del ministerio de Transporte provincial. Una nueva cartera -más burocracia- que, por orden del Gobernador, se escindió del ministerio de Infraestructura y, en la lógica de reparto de espacios entre los socios del Frente de Todos, se le otorgó al Frente Renovador. O lo que es igual, a Sergio Massa. El tigrense colocó allí a Jorge D’ Onofrio quien, en su largo paso legislativo bonaerense, se había caracterizado por trabajar en temas totalmente diferentes; básicamente en Seguridad y Justicia.
Massa pasó así a controlar todo lo referido a las ruedas: incide en el ministerio nacional del área (Alexis Guerrera es el titular), el provincial y la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, a través del platense José Arteaga.
La contracara de eso: rumiaron bronca los intendentes que pesan fuerte en la gestión provincial, encabezados por el jefe de Gabinete, Martín Insaurralde. Es que Infraestructura bonaerense era uno de los lugares donde colocaron gente clave. El ministro Leonardo Nardini -jefe comunal de Malvinas Argentinas- se resignó a perder el área que ahora maneja D’Onofrio pero además el estratégico Instituto de la Vivienda, que pasó a ser parte del novel Ministerio del Habitat y Desarrollo Urbano a cargo de Agustín Simone. Se trata de un kicillofista de la primera hora, que era justamente el anterior titular de Infraestructura. O sea que ahora hay como dos ministerios casi para lo mismo.
Además de estas nimiedades, dos temas ríspidos surcan la agenda oficialista intramuros.
Uno es la reelección de Axel Kicillof. Dicen que en la breve reunión con Fernández del miércoles pasado, se habló de esto y de la eventual continuidad del jefe de Estado. Versiones, dado que el encuentro fue a solas. Los que sí se llevaron la impresión de que Axel irá por un segundo mandato fueron los legisladores provinciales que, un rato antes de ese día, vieron al gobernador. Allí planteó cosas para tratar en las cámaras que trascienden los menos de dos años que le quedan de mandato.
Surge aquí uno de los elemento que tensiona la relación de Axel con el eje intendentes-Máximo. Con la lógica de replegarse en la Provincia por el frágil escenario económico a nivel nacional que se avecinaría, y que abriría la posibilidad de que el PJ pierda el gobierno, esta entente deja trascender que piensa dar pelea en una eventual Primaria Abierta contra el gobernador. Sería algo inédito pero fue Fernández el que, acaso prematuramente, alentó -habilitó- esa posibilidad cuando dijo que deberían elegirse todos los cargos electivos del peronismo a través de internas.
Una versión dice que el propio Máximo Kirchner aspiraría a ser precandidato a gobernador, acompañado por un representante de los alcaldes en la fórmula. También trasciende el nombre de Wado De Pedro, ministro de Interior, camporista fundacional. Una segunda especie asegura que sería Insaurralde el candidato, acompañado de un cámporista. Se menciona a Fernanda Raverta de posible vice, hoy en la Anses.
Estos rumores maliciosos también citan como posibilidad de un escenario en el que se evite la interna que se le ofrezca a Axel ir de número dos de Cristina en la boleta a senadores nacionales, que se renovarán el año próximo. Una suerte de salida digna. Ninguna fuente explica, sin embargo, porqué el gobernador, que hoy, aún con una popularidad en baja maneja índices de imagen similares o mejores a los de Máximo e Insaurralde, se resignaría así nomás a renunciar a su derecho constitucional de ser reelegido.
La segunda rispidez que atraviesa al Frente de Todos es la tesis de desdoblar las elecciones para cargos provinciales de las presidenciales. Para resumir: en base a aquella idea de que el ajuste económico que se vendría post acuerdo con el FMI pondría en duda un triunfo nacional, el peronismo provincial, que vendría a ser el kirchnerismo porque lo preside Máximo, alienta la idea del desenganche pero choca con la Casa Rosada, que temería una debacle sin el arrastre y compromiso de toda la poderosa Buenos Aires.
Lo intentó María Eugenia Vidal, cuando la economía empezó a derrumbarse en 2018, Macri no la dejó y cayeron ambos en 2019, justamente frente a Fernández y Kicillof respectivamente. En una suerte de curioso rulo, la historia vuelve a repetirse. Hoy se habla de eso y expertos del PJ y de la oposición analizan qué tan fácil sería lograrlo en términos legislativos. Sobre este tema, no se sabe a ciencia cierta qué piensa el gobernador. Tampoco si existe un compromiso de Axel con Fernández para ir juntos a las dos reelecciones, algo que sí se asegura desde el albertismo pero nadie confirma en el Palacio de la calle 6.
Sería algo inédito pero fue Fernández el que, acaso prematuramente, alentó una interna
La segunda rispidez que atraviesa es la tesis de desdoblar las elecciones
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