El Salón Dorado municipal, una “joya” arquitectónica desde finales del siglo XIX
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2022 | 04:36

Cuando se diseñaron y ejecutaron los principales edificios de nuestra ciudad, la administración provincial, encabezada por el Dr. Dardo Rocha, a quien sucediera en el cargo Carlos D’Amico, realmente no se fijó en gastos.
Una de las pruebas de ello, tal vez la más saliente, fue la sede del gobierno municipal y su suntuoso Salón Dorado, el que rápidamente se convirtió en una suerte de atracción turística de la flamante capital de la provincia de Buenos Aires.
Viernes por medio, a lo largo de varios años, allí se llevaban a cabo funciones musicales o corales
Hay que tener presente que las obras de construcción del Palacio Municipal se iniciaron en junio de 1883, casi a los 8 meses de haber sido fundada La Plata, y que la imponente obra, pese a las dificultades que demandaba su diseño, tanto exterior como interior, fue habilitada parcialmente en agosto de 1884 e inaugurada oficialmente cuando nuestra ciudad cumplía sus primeros tres años de vida, el 19 de noviembre de 1885; aunque los detalles más finos, entre ellos los del Salón Dorado, recién se dieron por finalizados en 1888.
A partir de que el Salón Dorado quedó terminado en la totalidad de sus complejos y lujosos detalles, rápidamente se constituyó en un polo de atracción para arquitectos, decoradores, diseñadores y más que nada para acaudalados hacendados con residencia en la ciudad de Buenos Aires y que por aquella época comenzaban a construir sus elegantes mansiones.
El techo del Salón dorado. Presenta bovedillas celestes tachonadas de flores de lis doradas / D. Ripoll
FUNCIONES MUSICALES
Viernes por medio, a lo largo de varios años, allí se llevaban a cabo funciones musicales o corales, a las que asistían especialmente invitados porteños que viajaban a nuestra ciudad en una formación férrea de sólo dos vagones de lujo.
Incluso, cuando llegaban a la Capital Federal arquitectos y todo tipo de especialistas de la construcción contratados por los magnates porteños para planificar las nuevas edificaciones, venían a La Plata a contemplar los detalles del Salón Dorado del municipio.
Por otra parte, ya a inicios de la última década del siglo XIX, en las revistas especializadas en arquitectura de Alemania, Francia, Italia y otros países de Europa, se comenzaron a publicar artículos escritos por profesionales de prestigio, dando cuenta del Salón Dorado de la comuna local y de sus múltiples detalles arquitectónicos y artísticos, y en todos los casos se lo hacía con gran ponderación de su muy bien lograda combinación de estilos y de las innovaciones introducidas.
Columnas estucadas con rostros guerreros / Dolores Ripoll
DISEÑO ALEMÁN
En el llamado a concurso internacional para el diseño arquitectónico de la comuna platense se había decidido ya que el estilo general de la edificación debería ser renacentista.
La propuesta ganadora correspondió al proyecto del famoso arquitecto Huber Steir, profesor de la Escuela Politécnica de Hannover, uno de los principales diseñadores de edificios públicos de Alemania y de varias naciones del Viejo Continente.
Steir había puesto el acento del proyecto en el Salón Dorado o “Gran Salón”, con un despliegue de lujos poco frecuentes en esa época en Sudamérica, combinando al mismo tiempo un claro estilo barroco con una magnífica decoración renacentista con elementos ornamentales germánicos, romanos, griegos y franceses, además de columnas estucadas con rostros guerreros, y los vitrales que en la época fueron los mejores y más bellos de cualquier edificación de nuestro país.
Entre el amplio patrimonio arquitectónico del Salón se encuentran las estatuas / Dolores Ripoll
El propio Steir encargó la dirección de la obra y la estricta supervisión de los trabajos de construcción a su principal colaborador directo, el arquitecto Ernest Meyer, quien se afincó en nuestra ciudad desde 1883 hasta 1888.
Si bien el edificio, como se dijo, se construyó rápidamente en su mayor parte, la ejecución de los trabajos en el Salón Dorado, por lo complicado de los detalles artísticos, fue la que duró más tiempo. Pero además, fue la dependencia que demandó la mayor cantidad de constructores especializados y una gran variedad de especialistas.
UN ÁMBITO SUNTUOSO
En el diseño del edificio se previó que a medida que los visitantes fueran acercándose al Salón Dorado fuesen sumergiéndose en un ambiente arquitectónicamente artístico.
Así, se debe subir por una escalera amplia y muy bella de mármol de Carrara, con una primera parte que desemboca en un rellano que se divide en dos, para llegar finalmente hasta el hall del primer piso que se debe cruzar para acceder a la espléndida sala.
La escalera se encuentra pomposamente ornamentada con vasijas y estatuas procedentes de la “Fonderie du Val D’Osne” de París.
Se llega así al Salón Dorado, el que, a pesar de su estilo barroco, muestra muy logradas columnas y pilastras, corintias y jónicas, en todo su perímetro, las que también tienen una importante decoración de estilo alemán y están colocadas sobre bases de estilo francés.
El piso del Salón es de roble de Eslavonia, una característica que sorprende rápidamente al visitante, por el hermoso diseño tanto como por el característico brillo de esta madera lustrada.
La escalera se encuentra pomposamente ornamentada con vasijas y estatuas
Los ventanales y portales que dan a los balcones poseen unos vitraux alemanes de altísima calidad, en cuyos bordes superiores están grabadas en latín las palabras que, traducidas al castellano son “arte, paz, ciencia, trabajo y patria”.
Hacia calle 12, en el medio del salón, se abren los amplios portales que dan al llamado “Jardín de Invierno” y que en sus vitrales muestran un excelente trabajo, casi de orfebrería, porque tienen grabados el escudo de nuestra ciudad en cada uno de ellos.
También llama la atención el techo del Salón, dotado de forma elíptica con el centro con marcado acento renacentista, y que además presenta bovedillas celestes tachonadas de flores de lis doradas.
En lo alto, cuatro hornacinas contienen, cada una, una estatua alegórica a diversos valores morales, que fueran esculpidas por otros tantos artistas germanos.
LAS ARAÑAS, UN CAPÍTULO APARTE
Para describir a las dos enormes arañas de bronce que iluminan el Salón Dorado de la Municipalidad de nuestra ciudad, no vasta solamente con decir que cada una de ellas tiene el monograma y escudo de La Plata bañados en oro 24 kilates y pesa 1.200 kilos.
Tal vez, y más allá de ese ostentoso lujo, lo más importante de ellas fuese, para la época, su aspecto puramente tecnológico ya que fueron las primeras en toda Sudamérica en estar confeccionadas para recibir alimentación eléctrica, algo que se concretaría tiempo después.
Pero este aspecto marca una singularidad sumamente importante referente al espíritu vanguardista con el que fue encarada la creación de la flamante capital de la provincia de Buenos Aires, porque también nuestra ciudad fue la primera en Sudamérica en contar con alumbrado público por suministro eléctrico y la primera en ver rodar en sus calles tranvías cuyos motores eran alimentados por el mismo tipo de energía.
Pero volviendo a las impresionantes arañas del Salón Dorado municipal, hay que señalar que cada una de ellas poseía 78 lámparas dispuestas radialmente, de modo que iluminasen el espacio del recinto en todas direcciones, de manera que fueran visibles aún de noche los más pequeños detalles de ornamentación.
Son dignos de admiración los detalles que se observan en el techo, las paredes, las columnas, las molduras y los relieves de las cornisas de los rincones / D. Ripoll
RESTAURACIÓN
Con el paso de las décadas, el Salón Dorado fue sufriendo deterioros, algunos de los cuales resultaron de cierta importancia.
Por eso, y recién en el año 2000, la comuna firmó un convenio con la facultad de Bellas Artes de la UNLP, para encarar una profunda restauración del Salón; y para ello se recurrió a uno de los más prestigiosos y reconocidos docentes de esa casa de estudios como Ricardo Cohen (“Rocambole”), quien había presentado el proyecto de restauración junto a la profesora Cristina Terzaghi, y un grupo del que también formaron parte especialistas en filete y decoración y alumnos y graduados de la facultad.
Se restauraron, entre otros trabajos, las molduras y relieves de las cornisas de los rincones y sus respectivas pinturas originales, como también la reparación con yeso de esculturas y el resto de todas las obras de arte del Salón.
Posteriormente, en 2013, se repararon los techos y los vitraux por parte de personal especializado de la Fundación Catedral, a través de la Escuela Técnica de Vitralería.
GRAN POLO CULTURAL Y ARTÍSTICO
Pero más allá de sus características edilicias, el Salón Dorado de la Municipalidad, a lo largo de su historia ha sido y es sede de grandes e importantes eventos culturales, artísticos y también políticos.
En ese importante Salón se han celebrado decenas de conciertos musicales y presentaciones corales, funciones de ballet exposiciones de artes plásticas, conferencias, agasajos y actos oficiales de distinta naturaleza e importancia.
Se cuenta que la ocasión en la que el Salón Dorado se vio con la mayor cantidad de público fue el lunes 27 de noviembre de 1939, en oportunidad de brindar una conferencia el muy conocido filósofo español José Ortega y Gasset.
Los ventanales y portales que dan a los balcones poseen unos vitraux de alta calidad / D. Ripoll
Indican las crónicas de la época, especialmente la de EL DIA, que los asistentes colmaron la totalidad de las butacas y, parados, también los pasillos entre las hileras; además se vio repleto el hall de planta alta por el que se ingresa a la sala, parte de la escalera principales y las dos galerías de acceso del primer piso, por lo que fue necesario colocar parlantes fuera del recinto se modo que el público pudiese escuchar.
Y en esa ocasión fue cuando al pensador español lanzó su célebre frase: “Argentinos, a las cosas”.
Otra recordada visita que pasó por el Salón Dorado de la comuna fue la del Dr. Albert Sabin, nada menos que el creador de la vacuna oral contra la poliomielitis, quien donara a “la humanidad” los derechos de patente.
La poliomielitis azotó a gran parte del planeta durante casi toda la década de los años cincuenta, causando en Argentina la invalidez y problemas de locomoción a miles de niños, y por eso, el 27 de julio de 1967 Sabin fue esperado por una multitud fuera de la comuna, en cuyo Salón Dorado fue agasajado.
Otra recordada visita fue la que realizó el 24 de septiembre de 1999 el polaco Lech Walesa, líder del legendario sindicato Solidaridad, de los astilleros de Danzig, y luego y tras la caída del Muro de Berlín, elegido por la ciudadanía como el primer ministro de su país.
En esa ocasión, Walesa fue declarado visitante ilustre durante una concurrida ceremonia desarrollada en el Salón Dorado, a cuyo término fue servido un lunch.
A lo largo de los años fue necesario realizar restauraciones para poner en valor el salón / Dolores Ripoll
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