En gran medida depende de uno evitar los ciberataques

Buena parte de los casos de ‘ransomware’ o secuestro de datos se dan porque los usuarios hacen ‘clic’ en un enlace malicioso

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Más de 8 millones de personas en el mundo mueren por año como consecuencia de la exposición al tabaco y los daños a la salud provocados por el cigarrillo son ampliamente conocidos. Ahora, un grupo de investigadores se propuso calcular el costo que tiene fumar en distintos países del mundo. Y llegaron a la conclusión de que, en la Argentina, un fumador promedio gasta más de 166.000 pesos por año en un hábito que lo pone en riesgo de sufrir distintas enfermedades.

El estudio estuvo a cargo de analistas del portal Picodi, que se propusieron averiguar cuánto gasta en cigarrillos un fumador promedio en la Argentina y qué porcentaje de sus ingresos “quema” en su adicción.

Utilizando los precios de los cigarrillos del portal numbeo.com (donde son recopilados por cientos de miles de internautas de todo el mundo), los autores del trabajo convirtieron las monedas locales utilizando la tasa promedio de Google Finance para febrero de 2022. Al mismo tiempo se basaron en las estadísticas sobre la cantidad de fumadores activos y la cantidad de cigarrillos consumidos de un estudio global publicado por la revista The Lancet.

Establecieron así que la Argentina se ubica en la posición 82 del ranking de países donde es más caro comprar un paquete de cigarrillos.

Determinaron, al mismo tiempo, que un fumador que consume un paquete de cigarrilos por día en el país gasta 829 dólares (alrededor de 166.629 pesos si se toma al valor de la venta del dólar blue actual) por año en cigarrillos. Y determinaron que esa cifra representa un gasto del 18% de sus ingresos anuales, “tomando como parámetro el ingreso neto promedio anual en el país”.

El informe muestra cómo cambian los precios de los cigarrillos en diferentes países y precisa cuánto gasta el fumador promedio en cigarrillos al año.

Así, descubrieron que los fumadores de Australia son los que más pagan por sus cigarrillos. Allí, un paquete con 20 unidades cuesta casi 28 dólares.

“Un precio tan alto es el resultado de una política deliberada del gobierno australiano destinada a reducir el número de fumadores. El impuesto especial sobre el tabaco en este país en los años 2013-2020 aumentó un 12,5% cada año”, especificó el portal Picodi.

Nueva Zelanda (24,75 dólares el paquete), Irlanda (16,49) y Gran Bretaña (15,81) también están entre los países con los cigarrillos más caros. Argentina, por su parte, se encuentra en la posición 82 de este ranking, con el precio medio de 2,27 dólares por cada paquete de cigarrillos.

En el otro extremo de la lista, se encuentran Nigeria (0,97 dólares por paquete) y Kazajstán (1,18). “Los cigarrillos también se venden a bajo precio en Vietnam (1,32 dólares), Colombia (2,09) y Brasil (2,18)”, señaló el informe.

El trabajo muestra que la cantidad de cigarrillos fumados por año llega a los 7,41 billones (7.410.000.000.000), lo que se traduce en 18 cigarrillos al día por cada fumador activo.

Para realizar el estudio, desde Picodi estimaron que el fumador promedio compra 365 paquetes por año.

Los especialistas indicaron que “en Argentina, un fumador que fuma un paquete al día gasta USD 829 al año en cigarrillos. Es el equivalente al 18% del ingreso neto promedio anual en nuestro país”.

Según el trabajo, fumar tiene un costo similar en Brasil (18%) y México (17%), subrayaron.

Agregaron, a la vez, que “fumar en Jamaica (39%), República Dominicana (41%) y Uganda (45%) consume la mayor parte de los ingresos”.

El tabaquismo es la principal causa de muerte evitable en el mundo”.

En la Argentina cada año muere más de 44.000 argentinos por enfermedades relacionadas con el tabaco, lo cual representa aproximadamente el 13% de las defunciones.

De acuerdo con los datos publicados en la revista médica The Lancet, el número de fumadores activos en 2019 subió a 1,140 millones (1.140.000.000) de personas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 40% de las muertes relacionadas con el tabaco se deben a enfermedades pulmonares como el cáncer, las respiratorias crónicas y la tuberculosis.

De las más de 8 millones de personas que mueren al año por el tabaco en el mundo, 7 millones son consumidores directos de cigarrillos y alrededor de 1,2 millones son no fumadores expuestos al humo de personas fumadoras.

El ‘ransomware’, ‘malware de rescate’ o ‘secuestro de datos’, es un tipo de programa malicioso que impide a los usuarios acceder a su sistema o a sus archivos personales y que exige el pago de un rescate a cambio de quitar esta restricción y permitirles que vuelvan a acceder a la información secuestrada.

Para protegerse de este tipo de ciberataques, cada vez más frecuentes, no basta con utilizar las habituales soluciones de seguridad, como los antivirus y cortafuegos informáticos y otros recursos de programación. Estos sólo funcionan como barreras que bloquean el acceso no autorizado a los equipos y redes de datos, así como a los programas dañinos para nuestro sistema.

Para mantener el ‘ransomware’ a raya también es necesario aplicar algunos ‘cortafuegos psicológicos’ o barreras de protección mental, ya que muchas incursiones maliciosas tienen éxito a raíz de los condicionamientos o automatismos que operan como ‘programas’ en el cerebro de los propios usuarios.

El 54 por ciento de los ataques denunciados por empresas de todo el mundo durante 2021 fue causado por ransomware, según una investigación de la firma BitSigh, con datos de la Universidad de Cambridge, señalan desde Aiwin, una plataforma internacional de ciberseguridad para empresas y organizaciones.

Errores humanos

Apuntan que, de acuerdo a otros estudios, la mayoría de los incidentes de ciberseguridad se originan en errores humanos, muchas veces debidos a vulnerabilidades psicológicas, como los sesgos cognitivos, un fenómeno de la mente, principalmente inconsciente, que los ciberdelincuentes conocen muy bien y saben cómo aprovechar a su favor.

Un sesgo cognitivo consiste en una interpretación sistemática de la información de modo erróneo o distorsionado, la cual nos conduce a procesar los pensamientos, emitir juicios y tomar decisiones de forma incorrecta, inexacta o ilógica.

“Estos sesgos cognitivos funcionan como ‘atajos mentales’ que nos ayudan a tomar decisiones sencillas”, afirman en Aiwin.

“Estos ‘atajos mentales’ favorecen que aquello que percibimos lo interpretemos de un modo determinado frente a otros, o le damos un sentido en desmedro de otros, descartando otras opciones de razonamiento que podrían ser válidas y sin ser conscientes de que dichas decisiones merecerían mucha más atención y análisis por nuestra parte”, indican desde Aiwin.

“De acuerdo a las investigaciones, tomamos miles de pequeñas decisiones cada día, de las cuales solo una mínima parte son conscientes”, explica Sergio Jiménez, fundador y director ejecutivo (CEO) de Aiwin (https://firewall.aiwin.io).

Explica que el resto de las decisiones las toma “nuestro cerebro con sus sesgos cognitivos de manera automática, incluyendo muchas decisiones que afectan a nuestros comportamientos en el entorno digital, por ejemplo hacer clic en un enlace malicioso en un correo electrónico que recibimos”.

“Si no convertimos estas decisiones automáticas en conscientes podemos caer en las trampas que nos pone la ciberdelincuencia para descargar e instalar un ramsonware”, advierte Jiménez.

“Los sesgos cognitivos forman parte de la naturaleza de las personas y de nuestra evolución como especie. No podemos eliminarlos de nuestros equipos humanos y organizaciones, pero sí podemos dominarlos. Podemos minimizar su influencia entrenando a nuestro cerebro”, según este experto en ciberseguridad.

“Conocer cómo funciona nuestro cerebro y cuáles son sus principales vulnerabilidades, siendo conscientes y protegiéndonos de nuestros propios sesgos cognitivos, nos ayudará a hacer frente al ‘ransomware’”, según Jiménez.

El primer estudio sobre Sesgos Cognitivos y Ransomware de Aiwin ha encontrado más de 30 sesgos cognitivos concretos, que puede impulsarnos a “cliquear antes de pensar en lugar de pensar antes de cliquear”.

Jiménez describe algunos de estos ‘atajos mentales’ que nos hacen vulnerables a los ciberataques y propone algunas medidas prácticas para desactivarlos:

“A nuestro cerebro le resulta más sencillo procesar información que ya hemos experimentado antes. Esto crea una sensación que nos puede llevar a malinterpretar una señal, considerándola como un contenido verdadero, cuando en realidad no lo es”, según Jiménez.

Consejo para desactivarlo: “Para diferenciar lo que es real de lo que podría no serlo, cuando nos llegue un estímulo digital, por ejemplo aquello que estamos viendo o escuchando en un mail o llamada telefónica, es importante tomarse un tiempo para reflexionar sobre su autenticidad y no actuar simplemente por lo que nuestro cerebro interpreta a primera vista”, sugiere.

SESGO DE PERCEPCIÓN SELECTIVA

Jiménez explica que esto ocurre “cuando la persona recibe una información y, en función de sus expectativas, selecciona automáticamente un objeto de atención y desatiende la parte restante, para no saturarse mentalmente”.

Consejo para desactivarlo: “Debemos hacernos conscientes de que nuestro cerebro absorbe demasiada información y estímulos a diario, por lo que es normal que surja este sesgo y que los ciberdelincuentes intenten activarlo mediante sus tácticas de ingeniería social, para que atendamos solo aquello que necesitan los delincuentes para que abramos una brecha de seguridad”, recomienda.

EFECTO BANDWAGON

Ocurre “cuando el cerebro toma decisiones basadas en emociones y en el impulso de grupo. Se activa cuando seguimos lo que hacen nuestros compañeros, asumiendo que es seguro o sensato, por ejemplo, haciendo ‘clic’ en el enlace a un chat de trabajo, cuando más personas lo están haciendo, por temor a perdernos algo y quedarnos ‘fuera’ del grupo”, señala Jiménez.

Consejo para desactivarlo: “Para evitar perder nuestra objetividad y decidir algo o comportarnos desde un plano no racional, necesitamos hacernos conscientes del peligro que entrañan ciertos estímulos digitales y entrenar a nuestro cerebro para que sus decisiones no se vean influenciadas por el plano emocional”, recomienda.

Este sesgo “aparece cuando nuestro cerebro confía más en la información que entrega un sistema automatizado, como la generada por los algoritmos informáticos y la inteligencia artificial, que la que ofrece un sistema no automatizado, como la recopilada por una persona, incluso aunque esta última sea correcta”, de acuerdo a Jiménez.

Consejo para desactivarlo: “En nuestros ordenadores o dispositivos podemos recibir notificaciones o mensajes de nuestro calendario digital informando de lo siguiente que tenemos que hacer en ese día, y es muy probable que las atendamos automáticamente. Sin embargo podrían haber sido generadas por un programa con código malicioso”, asegura.

Para evitar estos riesgos, señala que “es preferible no creerse cualquier estímulo o mensaje que nos llegue y verificar su procedencia, antes de cliquear para acceder a éste, dado que en un primer vistazo es fácil obviar que esa notificación puede estar manipulada”.

Automatización
“El sesgo de automatización hace que nuestro cerebro confíe más en la información de un sistema automatizado, generada por algoritmos informáticos o inteligencia artificial, que en aquella información recopilada por una persona, aunque esta última sea correcta”.

 

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