La Ciudad, indefensa frente a los actos irracionales de vandalismo
Edición Impresa | 27 de Marzo de 2022 | 02:21

Hace ya muchos años -y puede hablarse también de décadas- que la Ciudad se muestra indefensa e inactiva frente a los múltiples ataques vandálicos, que no reparan en la calidad de los bienes que destruyen.
Ello ocurre, pese a que cuando se habla del patrimonio histórico y urbanístico de cualquier ciudad se está haciendo referencia, entre otros lugares de propiedad común, a los monumentos, paseos públicos y edificios más antiguos, que conforman ese acervo y que, por consiguiente, merecen encontrarse y ser mantenidos en perfectas condiciones.
En ese sentido, cualquier turista que llega a una ciudad acude y valora de inmediato esos sitios característicos.
Ahora acaba de conocerse que el busto de bronce que recordaba a la figura del poeta platense Francisco López Merino, emplazado en el Paseo del Bosque, fue robado por desconocidos.
El busto de bronce sustraído, montado sobre una base de piedra ahora destruida por los delincuentes, era una obra realizada por el escultor Agustín Riganelli y se había erigido el 22 de abril de 1930, a dos años de la muerte del poeta.
Estaba ubicado dentro del Paseo, en la Gruta, situada en Avenida Iraola entre Calle Nicolás Cuccolo y 115. La obra mostraba la cabeza del poeta, mirando a la distancia, con aire juvenil.
Lamentablemente, debe consignarse que, asimismo, resultó dañado el busto de otro poeta platense, Roberto Themis Speroni, cercano al de López Merino. En este caso no fue objeto de robo, aunque sí realizaron pintadas sobre la figura que también se encuentra tallada en bronce. La obra de Speroni fue realizada por el artista Heberto Andrade e inaugurada en 1964.
Cabe señalar que hace pocas semanas se había publicado en este diario una nota que reflejó el deteriorado estado en el que se encuentran muchas esculturas y monumentos de la Ciudad, agredidos en su mayoría por estos ataques vandálicos.
Se habla de la presencia de una delincuencia irracional, que tampoco da respiro -como se informó en la edición de ayer- a los colegios de la zona. Así, en la víspera se detalló sobre el nuevo robo padecido por el colegio secundario San Agustín, sito en 515 entre 210 y 211, en el que un grupo de desconocidos ingresó y vandalizó el edificio.
Frente a este fenómeno desatado, es hora no sólo de perfeccionar los mecanismos de control policial, sino de acentuar a partir de los colegios la educación cívica de la población, para que se tome debida conciencia acerca de lo que significan este tipo de bienes.
Se sabe, asimismo, que hay personas que, por pura maldad, sin siquiera apuntar a un propósito de lucro, rompen el patrimonio común, dañan juegos infantiles, ensucian monumentos y pedestales, en lo que resultan ser inexplicables agravios a la historia y al conjunto de la sociedad.
Le corresponde a la Ciudad, a las autoridades locales y a la sociedad toda velar en forma permanente por el mejor estado de esos bienes que son de uso y de disfrute común.
En el caso de los monumentos, que recuerdan a figuras de la historia, de la ciencia o del arte, la población debe valorar que fueron instalados para que las generaciones presentes y venideras se vean representados por esas figuras.
Es seguro que si se aplicaran con mayor rigurosidad legal las sanciones del caso -y se hicieran públicas esas condenas- el vandalismo disminuiría en forma inmediata y ostensible.
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