Golpes, amenazas y terror: la inseguridad rebasa todos los límites
Edición Impresa | 31 de Marzo de 2022 | 02:53

Un matrimonio de jubilados vivió una pesadilla ayer por la madrugada en su vivienda ubicada en 19, entre 508 y 510, Gonnet.
Ni siquiera el hecho de que la casa se encuentra frente al Hospital San Roque y, a pocos metros del Camino General Belgrano, sirvió como frenos inhibitorios para estos ladrones.
Amparados en la oscuridad y con una actitud temeraria, vulneraron la seguridad del inmueble y, posteriormente, atacaron con ferocidad a los propietarios, un hombre de 92 años y una mujer de 82, para despojarlos de sus bienes.
Según resumió la damnificada a este diario, los tres ladrones encapuchados actuaron con una brutalidad “propia de una bestia”.
No sólo fueron sometidos a una cruel golpiza, sino que además hicieron simulacros de mutilación con una pinza que encontraron en una caja de herramientas.
En cuanto a las pérdidas, no sólo han tenido que lamentar el robo de distintas pertenencias, algunas con una fuerte carga simbólica por haberlos acompañado durante tantos años como un cómodo saco y las alianzas de la pareja.
También deberán gastar varios miles de pesos para reparar la reja que doblaron para penetrar la vivienda y el cielo raso y la tapa de la cámara séptica que rompieron creyendo que en ambos lugares encontrarían dólares.
El hecho ocurrió a eso de las 2, en plena madrugada, cuando las víctimas descansaban.
Se tiene certeza que los ladrones entraron a la finca tras saltar la reja perimetral que da al Camino General Belgrano.
Luego, doblaron la estructura metálica que cubría la ventana de la cocina e ingresaron. Durante varios minutos, los intrusos se dedicaron a recorrer la casa y revolver cada rincón. Todo, mientras la pareja dormía.
Para la víctima, es muy probable que si no se hubiese levantado para ir al baño, los ladrones ni siquiera se habrían molestado en despertarlos y habrían escapado con lo que habían reunido hasta ese momento.
“Yo creo que pensaron que no había nadie en la casa. Yo me los encontré en el comedor. Cuando aparecí uno de ellos se asustó. Estaba en cuclillas revisando un mueble. Se levantó y me metió una cachetada. Después me llevó a un cuarto, me tiró en la cama y empezó a preguntarme dónde tenía los dólares”, contó la damnificada, que pidió mantener su identidad a resguardo.
Al no escuchar la respuesta que esperaba con respecto a las divisas, el sujeto se fue ensañando cada vez más hasta que comenzó torturarla para que, según él, “dijera la verdad”.
“Me tomó de los pelos, me golpeó la cabeza e incluso me arañó”, expuso.
“Del miedo me hice pis”
“Se puso muy violento. Te digo que del miedo que sentí me llegué a hacer pis. Después de pegarme a mi la emprendieron con mi marido. Estaba acostado. Qué podía hacer un hombre de 92 años. Le pegaron varias trompadas en la cara. No lo merecía”, señaló.
“Nos dijeron que era un robo, pero yo nunca vi armas. Se aprovecharon que somos gente grande. y como tales, ejerciendo un poco de violencia nos pueden manejar. Lo único que usaron para amedrentarnos fue una tenaza de mi marido”, añadió.
Justamente esa herramienta fue parte de la escena, por caso, más escalofriante y terrorífica del robo.
“Me taparon los ojos y me decían que iban a cortarme los dedos si no decía dónde tenía los dólares. Uno le decía ‘cortale, cortale si no habla’. Varias veces hicieron el gesto de apretar la tenaza y yo temblaba y me hacía pis”, rememoró.
Tras varios minutos de estupor, los sujetos se dedicaron a hacer un registro a fondo. Fue así que rompieron el cielo raso del baño y hasta forzaron en varias oportunidades la tapa de la cámara séptica creyendo que se trataba de una caja fuerte.
Según informaron, los intrusos abrieron placares y cajones en los cuartos, pero además revisaron el comedor, la cocina y un galpón, prácticamente con la certeza de que nadie los complicaría en esos movimientos.
Cuando no quedaba más lugar por inspeccionar, decidieron que debían abandonar el sitio.
Mientras uno de los ladrones hacía un llamado telefónico o grababa un audio, otro se encargó de asomarse por la ventana para ver si había movimiento en la calle.
Cuando se cercioraron de que la calle estaba desierta, los tres salieron campantes de la casa con rumbo a 510.
Uno de los ladrones le advirtió que no se moviera ni llamara a la policía porque tenía previsto regresar en cuestión de minutos a buscar la otra parte del botín.
Incluso hasta dejaron un paquete armado que contenía un caloventor y una lámpara.
Pero lejos de acatar la orden, cuando comprobó que los ladrones se encontraban a varios metros, la mujer se cruzó al hospital a pedir ayuda.
“Estaba en bombacha, con una remera vieja, descalza y toda mojada por el pis. Pero no pensé en eso. Crucé a pedir que me auxiliaran. Se me puso en la cabeza que efectivamente iban a volver a buscar el bulto que habían dejado y que ahí nos iban a pegar un tiro a cada uno para que no habláramos. Encima yo les vi la cara. Me quedó una profunda sensación de miedo””, expresó.
Además de 40 mil pesos en efectivo que la pareja estaba juntando para unas vacaciones, la banda escapó con dos anillos de oro, ropa, dos televisores y un celular.
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