En el largo plazo, el poderío militar no sería suficiente

Edición Impresa

Jorge Remon

La imposibilidad de Rusia para competir con las grandes economías del mundo es uno de los factores que impulsan a Putin a una política internacional sumamente agresiva, a través de la cual reclama territorios y áreas de influencia directa en países que formaban parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

El producto bruto de Rusia es de 1.483 millones de millones de dólares, levemente superior al de Brasil pero que no resiste comparación con el de Estados Unidos (20.040 millones) o el de China (14.720 millones). Es decir que la producción total es alrededor de 14 veces menos que el norteamericano y alcanza solamente a casi el 10 por ciento del chino.

En esta situación el Kremlin tiene un desproporcionado gasto en la industria bélica para equilibrar el poderío militar yankee a fin de mantener su ambición imperial. El gigantesco gasto en armas le imposibilita invertir en el desarrollo tecnológico e industrial esenciales para el crecimiento de los países y el bienestar de la población.

En ese sentido, las diferencias se acrecientan al analizar el producto bruto por habitante porque en Estados Unidos llega a 63.543 dólares per capita, el de China 10.500, Rusia con 10.126 y Brasil 6.796. Eso está relacionado con la capacidad de consumo promedio de los pobladores de unos y otros.

Las exportaciones rusas son básicamente de petróleo, gas, trigo y otros productos primarios, es decir que su industria no es competitiva y tal vez a ello se debe que ha optado por asumir el papel de potencia sobre la base de su poderío bélico. Por ejemplo, es el país con el mayor número de ojivas nucleares. En ese sentido se plantean silenciosas discrepancias con China que apuesta a la fortaleza de su economía.

Pekín valora su peculiar alianza con Moscú para equilibrar el poderío de Estados Unidos pero frente a la invasión a Ucrania limita expresamente el apoyo a Rusia al insistir en que debe respetarse la independencia territorial de las naciones con la mirada puesta en la disputa por sus pretensiones sobre Taiwán, que considera como parte de China.

La agresividad del Kremlin preocupa en estos días especialmente a las naciones europeas que dejaron atrás la desconfianza hacia Estados Unidos surgida durante la presidencia de Trump. Pero la invasión a Ucrania y las amenazas a Finlandia y Suecia convencieron a los líderes europeos de que deberán invertir más en su defensa militar para desarrollar una política internacional independiente, sin abandonar su alianza ni subordinarse a Washington. Putin logró en estos días potenciar esa unidad de las más poderosas naciones occidentales con una respuesta en el campo económico que daña gravemente a sus maltratadas finanzas. Durante la semana pasada el más importante banco ruso resolvió abandonar sus operaciones en Europa -salvo en Suiza- envuelto en una crisis de liquidez, la bolsa se derrumbó en Moscú, fue devaluando el rublo y las grandes empresas de los países occidentales abandonaban una Rusia aislada del mundo.

La victoria militar puede transformarse en una crisis económica que incida en todos los aspectos de la vida en el país... ¿de Putin?

“Rusia asume su papel de potencia en base a su poderío militar. China, en cambio, apuesta a la fortaleza de su economía”

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE