Expresiones poco serias por el aberrante delito de violación de una joven
Edición Impresa | 5 de Marzo de 2022 | 01:14

Hace pocas semanas se dijo en esta columna que no corren buenos tiempos para la igualdad y los plenos derechos de las mujeres en nuestro país y que, por el contrario, ya el primer mes de 2022 vino mostrando a través de distintas estadísticas el crecimiento de una inusitada violencia de género en sus diversas modalidades.
Se dijo entonces -y es hora de repetirlo en estas jornadas, en las que se registró la aberrante violación por parte de seis jóvenes a una mujer, ocurrida en Palermo a plena luz del día- de insistir en que el atraso mayor en este tema parece seguir estando en el plano cultural de una sociedad, que aún no ha comprendido los diversos grados de violencia y de desigualdades que siguen sufriendo las mujeres.
Aquí conviene interrumpir este hilo argumental y aludir a las poco afortunadas reacciones de una alta funcionaria nacional, de un legislador opositor y de un sindicalista que ofrecieron argumentaciones no sólo poco consistentes, sino erróneas y poco serias.
Como se sabe, la ministra de Mujeres consideró que los seis jóvenes acusados por la violación en Palermo “no son monstruos, son varones socialidados”. Añadió que no son “una bestia”, ni una “manada”, sino que pueden ser “tu hermano, tu vecino, tu papá, tu hijo, que responden a la misma matriz cultural. Ninguno de los hechos que nos horrorizan son aislados. Todos y cada uno responden a la misma matriz cultural”.
Si ese criterio se aceptara, todos los varones estarían condicionados por esa supuesta “matriz cultural” a ser potenciales autores no sólo de violaciones, sino de homicidios, robos, estafas y de todo otro tipo de delitos, sólo por haber nacido con esa condición sexual. El más que justificado afán de las mujeres por ser respetadas no debiera surgir de una propuesta que se basa en desmerecer de oficio la identidad ética de los varones.
Poco puede agregarse sobre lo que dijo un diputado nacional opositor, que pidió “bala” para los seis detenidos por la violación grupal en pleno barrio porteño. Tan sólo confiar en que extreme esfuerzos en su banca para dar a luz con fórmulas legales para enfrentar este flagelo.
A su vez, un conocido sindicalista aseguró que “para terminar con las violaciones hay que abrir los prostíbulos”. Se trataría en realidad de una propuesta extraída del tiempo de las cavernas, que deja de lado que enhebrada a la prostitución van la esclavitud y toda una trama de delitos en perjuicio de las mujeres.
Pese a tantos datos y episodios negativos, es ponderable lo que se avanzó en la Argentina en favor de la plena igualdad de las mujeres, aunque es mucho el camino que falta recorrer. La distancia entre las buenas intenciones sociales y la realidad sigue siendo enorme. Esa distancia sólo se acortará cuando el clima social dominante -surgido de bases educativas sólidas- haya logrado inculcar en la población que todas las personas, sin distinción alguna, merecen el máximo respeto.
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