Siguen los asaltos muy violentos contra adultos mayores en la Región

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El cruento asalto padecido en su vivienda de 19 entre 508 y 510 de Gonnet por un hombre de 92 años y su mujer de 82, que sufrieron toda clase de golpes y violencias por parte de delincuentes, se sumó a episodios similares que se registran con creciente frecuencia en nuestra región, sin que existan -pese a los reclamos que se formulan desde hace mucho tiempo- sistemas y estrategias que apunten a lograr una debida protección a las personas mayores.

En este caso, el matrimonio vio vulnerada la seguridad de su casa por parte de tres ladrones que saltaron la reja exterior e ingresaron a ella, para atacar con ferocidad a los propietarios y despojarlo de bienes materiales, así como de otras pertenencias con fuerte carga simbólica, como las alianzas y otras que los acompañaron a lo largo de sus vidas.

Según pudo conocerse luego, los delincuentes actuaron con una brutalidad “propia de una bestia”, ya que no sólo golpearon en la cama a las víctimas sino que hicieron simulacros de mutilación con una pinza que hallaron en una caja de herramientas. .

Hace ya varios meses se señalaba en esta columna que los jubilados y personas de edad mayor habían sido elegidos por los delincuentes como blancos propicios, registrándose una seguidilla de asaltos contra ellos.

En lo concerniente a estos asaltos violentos, el tema había cobrado especial relevancia hace más de un año, después de que un jubilado platense fuera asesinado en el marco de un robo, la noche de Año Nuevo. Desde luego que estos hechos conmueven a la sociedad, en épocas en las que es elevado número de adultos que viven solos y aumenta, por ello, la vulnerabilidad de esas personas frente al delito.

Cabe recordar también que años atrás, a partir de una iniciativa del Instituto de Previsión Social bonaerense, se puso en marcha en La Plata, Berisso y Ensenada un ciclo de charlas preventivas en materia de seguridad orientadas a los adultos mayores, en un programa que luego continuaría en distintos puntos de la Provincia. Esa iniciativa debiera replicarse en la actualidad.

Corresponde aguardar en que las autoridades intensifiquen estas y otras campañas destinadas a inculcar advertencias a las personas mayores, con el objetivo de prevenirlas sobre los diversos peligros que corren y algunas de las fórmulas a las que pueden apelar para minimizar los riesgos.

Desde luego que la primera obligación del Estado es ofrecer seguridad por igual a toda la población. Y en esa inteligencia, es importante que las fuerzas policiales y la propia comunidad no se acostumbren frente a la sucesión de delitos, como si lo natural fuera vivir con miedo y expuestos a cualquier cosa en cualquier momento.

Lo cierto es que la inseguridad se ha enquistado en la vida cotidiana, al punto de que ni siquiera generan sorpresa hechos tan lamentables, como los aquí descriptos. Se ha insistido también en esta columna acerca de la necesidad de una mayor presencia policial en los barrios, para tener conocimiento de aquellos lugares e, inclusive, viviendas más expuestas a una eventual acción de los delincuentes.

Lo que no cabe es la resignación. Alternativas como, por caso, la de revisar los mecanismos y trámites de pago de haberes a jubilados, de modo que no queden tan expuestos a los delincuentes, debieran ser analizadas entre otras acciones que podrían encararse para evitar que las personas de mayor edad se encuentren, como ocurre ahora, desamparadas frente a delincuentes que no reparan en atacarlos con salvajismo para robarlos.

 

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