Las encomiendas que debían llegar a las Islas y terminaron en un basural
Edición Impresa | 2 de Abril de 2022 | 02:30

Cientos de cartas, cadenitas, rosarios, chocolates y latas, parte de las encomiendas que familiares de combatientes habían entregado en el Regimiento 7 de Infantería de La Plata con la promesa de que serían llevadas a los soldados que luchaban en Malvinas, fueron abandonados aquel otoño de 1982 en un basural de Ensenada, según relató un grupo de exconscriptos encomendados a ese operativo bajo amenaza de “pena de muerte” si alguna vez revelaban lo sucedido.
Sergio Regidor, Alfredo Marcelino, Daniel Laira, Ignacio Arauz, Darío Manzanares, Eduardo Piedrabuena, Jorge Cebrowski y Hugo Acuña -todos ellos clase ‘63- formaban parte de la banda de música de esta emblemática guarnición de Ejército. Y algunos de ellos recordaron lo sucedido con las encomiendas.
“UNA OPERACIÓN”
“Lo recuerdo perfecto; era un día de sol y nos reunieron para decirnos que íbamos a salir a hacer una operación, que iba a ser secreta y que ni siquiera a nuestros familiares podríamos contarles lo que íbamos a hacer”, sostiene Regidor.
El hilo lo retoma Arauz: “Eran tres Unimog cargados con las encomiendas. En otro nos hicieron subir a nosotros”, indica.
Así, al reconstruir la historia, señalan que un oficial había sido quien dio la orden de realizar ese operativo, bajo amenaza de muerte si rompían el silencio sobre lo sucedido.
“Cuando con los Unimog encaramos para el lado de Ensenada, yo me puse contento porque pensé que iríamos al puerto a cargar las encomiendas para que fueran a Malvinas. Pero no, después de andar un rato, no mucho, llegamos a un basural donde nos hicieron romper todos los paquetes. Me acuerdo que se me caían las lágrimas, de bronca, de impotencia”, afirma Hugo Acuña, mientras Sergio Regidor agrega: “Eran cajas relativamente chicas, rotuladas con los nombres de los soldados. Nos dijeron que había que sacar las cosas que había adentro y las fuimos separando”.
DIVISIÓN DE OBJETOS
Ignacio Arauz aporta detalles: “Todo lo que eran cadenitas, cruces y rosarios, teníamos que ponerlos en una bolsa grande, negra, como si fuesen hoy las de consorcio, mientras que las cartas nos las hacían poner en otra bolsa y el sargento nos decía que se las iban a dar a los soldados cuando volvieran. Todo lo demás (ropa, chocolates y pequeños objetos de recuerdo) se tiró en ese basural, igual que los envoltorios con los nombres. A las otras dos bolsas, la de las cadenitas y la de las cartas, todas mezcladas y sin identificar, nunca más las volvimos a ver”.
En tanto, Daniel Laira aporta un dato esencial: cuenta que, mientras eso sucedía en el Regimiento 7, él se encontraba de guardia en el Comando de la X Brigada de Infantería Mecanizada del Ejército Argentino, ubicado cerca, en Diagonal 80 entre 41 y 116, y que ahí era un secreto a voces el destino que tenían las encomiendas, que terminaban descartadas en un basural. “Incluso supimos que alguno de los camiones con los paquetes había sido desviado a la casa de un oficial o suboficial. Era una cosa aberrante”, subraya.
Claro que, a medida que fueron pasando los años, se fue hilvanando con muchos otros hechos ocurridos durante aquella oscura etapa de la historia lo que habían vivido ese otoño de 1982 en el Regimiento 7 de La Plata.
“ÓRDENES DE ARRIBA”
“Este tipo de órdenes venían de arriba; eran un ‘modus operandi’. Si hasta descartaron cuerpos y los tiraron en medio del mar. Así que, para ellos, era algo habitual: hacer desaparecer personas y también cosas. Y a nosotros, con lo que nos llevaron a hacer, nos hicieron sentir que traicionábamos a nuestros compañeros que estaban allá peleando. Toda mi vida sentí eso”, resume Hugo Acuña, quien así, en medio del triste rompecabezas que lograron reconstruir, quizás logró ponerle palabras a una sensación que a él y a sus compañeros de la banda de música -hoy unidos por un lazo de amistad- les quedó repiqueteando en sus memorias, una y otra vez, en estos 40 años.
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