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Información General |OCURRIÓ EN LA PLATA

La fuga del paralítico y las nenas que escaparon de la Trafic blanca

Secuestros para robar órganos, una pesadilla convertida en leyenda urbana pero con matices de misteriosa realidad. El caso de las niñas de Ensenada

La fuga del paralítico y las nenas que escaparon de la Trafic blanca

El Jardín de Infantes de Ensenada que habría rondado la camioneta blanca

Hipólito Sanzone

Hipólito Sanzone
hsanzone@eldia.com

24 de Abril de 2022 | 03:00
Edición impresa

 

"Agarrala que con esa ya estamos".

La pesadilla del secuestro para el robo de órganos. Algo que oficialmente se afirma que en Argentina nunca ha sucedido pero que, contado tantas veces en diferentes lugares y contextos, parece cierto. Podría decirse que es como un fantasma que va y viene desde tiempos en que es difícil ponerse de acuerdo. Alguna vez fue el Hombre de la Bolsa hasta convertirse en la Trafic Blanca. Como tema de conversación ha estado siempre en las sobremesas de la Ciudad. Siempre sin datos certeros, sin nombres y en la confusión del "dicen, me dijeron que...". Pero en los 80 la pesadilla del secuestro para el robo de órganos se corporizó en al menos dos casos que movieron a sendas investigaciones penales. ¿Verdad o mentira?

Desde los crímenes de Manuel Blanco Romasanta, que en España dio la primera puntada para la leyenda del Hombre de la Bolsa hasta la "Trafic Blanca" que hasta nuestros días juran haber visto en algunos barrios platenses como parte de un relato de secuestros teñidos de la sospecha del robo de órganos, poco parece haber cambiado. O sí. Porque internet y las redes sociales han potenciado la fuerza del rumor y la leyenda urbana como historia nunca sucedida pero mil veces contada.

TESTIGOS

Durante los primeros meses de la pandemia el rumor de que una Trafic blanca rondaba secuestrando niños explotó en redes sociales junto con los "datos" sobre una banda de traficantes de órganos que operaba por los barrios porteños de Flores, Boedo y Caballito. También en el Bajo Flores hubo personas que dijeron que "había aparecido" el cadáver de un niño sin órganos y con dinero dentro del cuerpo. Incluso a través de grupos WhatsApp, con audios o vía texto, se advertía que en el Instituto Elisa Harilaos, ubicado en avenida San Pedrito al 1349 en el Bajo Flores, habían desaparecido dos alumnos. Todo fue desmentido y se llegó a la conclusión de que la especie habría nacido en un intento de robo a un alumno que unos transeúntes imaginaron un intento de secuestro. Pero para las redes sociales fue una de Netflix más allá de que el hecho había sido formalmente denunciado en una comisaría porteña. La policía federal se vio entonces obligada a dar un informe "oficial" donde solo consignó las comisarías donde se habían recibido reportes pero no denuncias concretas, con excepción de un caso expuesto por un hombre en la comisaría 54.

Céspedes dijo que sus hijas habían sido perseguidas a la salida de la escuela

El mito del secuestro para el robo de órganos se ha fusionado en los últimos tiempos con una forma de delito más concreta y preocupante como la trata de personas para la esclavitud sexual. Aquí también ha estado "presente" la famosa Trafic blanca. En La Plata se ha afirmado haberla visto en Los Hornos, Villa Elvira, Parque Saavedra y La Loma.

Pero entre la realidad y la leyenda urbana hubo en nuestra región dos casos puntuales que a diferencia del resto se plasmaron en denuncias y movilizaron a las fuerzas de seguridad en medio de una fuerte conmoción social.

LAS NENAS DE ENSENADA

Uno de ellos ocurrió a mediados de mayo de 1988 cuando un ensenadense de apellido Céspedes se presentó en la comisaría primera de esa vecina ciudad llevando de la mano a sus dos hijas: María Alejandra, de 12 años y María de los Angeles, de 5.

Alejandra Noemí Céspedes

Las niñas, conmovidas y en medio de un llanto ahogado, contaron que esa tarde, en la calle Güemes entre Perú y Sarmiento, dos hombres se bajaron de una camioneta-furgón de color blanca del tipo de las que ya hacía dos años inundaban las calles: la Trafic.

Cuando Marcelo apareció muerto y sin córneas, estalló el escándalo

En su relato las entonces niñas Céspedes dijeron que cerca de las 5 de la tarde, cuando la mayor había ido a buscar a su hermanita al Jardín de Infantes, la camioneta frenó bruscamente y de ella bajaron dos hombres que se abalanzaron sobre las niñas. Y que alcanzaron a correr y escapar del secuestro.

Una de las entonces menores dejaría una frase que hizo correr frío por la espalda social al asegurar haber oído al conductor de la camioneta gritar: "dale, agarrala que con esta ya estamos", como si se tratara de una cacería que debían terminar.

Alejandra Borghi

En medio de la conmoción al hacerse público el caso, se presentaba ante la policía, acompañada por sus padres, Alejandra Borghi, que por entonces tenía 17 años.

Dijo que ella acompañaba a su amiga Alejandra al Jardín a buscar a su hermanita porque ella también debía recoger ahí a sus hermanos Guillermina y Sebastián. El relato fue coincidente salvo por un detalle. Borghi dijo que el conductor de la Trafic agregó, a la frase ya mencionada: "Con esta ya alcanza". Todo hacía suponer entonces que dentro de la camioneta ya había otros menores cautivos.

En un tiempo sin cámaras de seguridad que permitiesen corroborar los relatos y dar con el recorrido de la camioneta, las cosas se complicaron y se acotaron a la búsqueda de otros posibles testigos que poco y nada podrían aportar.

Cecilia Giubileo

DESPERTAR EN EL HIELO

El comisario de Ensenada era Raúl Erasmo Tula y fue el primer uniformado que ante la fuerte presión social salió a hablar del caso. El hombre se limitó a relatar los hechos denunciados y a confirmar que la directora del Jardín de Infantes había pedido una custodia policial y que la jueza de Menores a cargo del caso, Raquel Berisso, ya tenía en su despacho un informe sobre lo denunciado.

El caso tuvo inmediatas repercusiones políticas y desde la Gobernación de Buenos Aires enseguida se le bajó línea a los mandos superiores. La investigación desplegó un abanico de hipótesis y los servicios de inteligencia hasta se ocuparon de las denunciantes y sus familias. Llegaron a trazar un perfil de las niñas sin encontrar una sola evidencia de mendacidad o fabulación. Pero tampoco encontraron ni una sola pista firme sobre los autores de los intentos de secuestro.

En el cine, la bañera con hielo y el riñón robado

En tanto, en las sobremesas de la Ciudad ya circulaban otras historias enmarcadas en el "me contó un amigo del primo de otro amigo", como la del joven que una noche se fue de Macondo con una rubia de soberana belleza. Una conquista que el pibe jamás se hubiese imaginado. "Se despertó al otro día en una bañera llena de hielo y sin un riñón", era el comentario más oído y repetido aún cuando lo que se decía iba contra toda la lógica médica.

Todo hacía suponer que dentro de la camioneta había más niños y niñas cautivos

EL MILITAR DE VERÓNICA

Casi al mismo tiempo, en el cercano pueblo de Verónica, Osvaldo Gasparoni, un militar de 42 años, denunciaba que su hijo Rubén había sido interceptado dos veces por una combi blanca que le pareció marca Mercedes Benz.

En noviembre de 1993, la BBC de Londres emitía un informe sobre el tráfico de órganos en el mundo y se detenía durante media hora en "el caso argentino".

El informe no hablaba de las hermanas Céspedes de Ensenada ni del hijo del militar de Verónica sino de un caso emblemático que sigue impune y que contiene todos los ingredientes y matices que se necesita para hablar de tráfico de órganos humanos con cierto grado de certeza.

Es la desaparición, en 1985 de la joven psiquiatra, Cecilia Giubileo.

Giubileo trabajaba en un lugar sórdido: el Instituto Psiquiátrico Montes de Oca, cerca de Luján. Todo apuntó a que la mujer "había visto algo" relacionado con los rumores que corrían sobre el robo de órganos a los pacientes. La Colonia Montes de Oca era un lugar donde menores con discapacidades mentales y a veces malformaciones físicas, eran internados por sus familiares o quedaban bajo la tutela del Estado.

La investigación encontró todo tipo de escollos. La mayoría de los potenciales testigos, pacientes del Instituto, no estaban en condiciones de declarar o se mantenían en un cerrado silencio producto del miedo. Lo mismo ocurría con el resto del personal médico y los celadores.

El comisario Tula y su segundo el subcomisario Landria a cargo del caso

EL CASO ORTIZ

Un caso que resultaría emblemático abrió el camino a lo que por entonces se pensó que podría ser el esclarecimiento. Fue la desaparición de Marcelo Ortiz un niño de 14 años cuya familia lo había enviado a la Montes de Oca al no contar con recursos económicos para tratarlo. Un día fueron a visitarlo y Marcelo no estaba. La familia hizo la denuncia policial pero no consiguió ayuda alguna. Cuando explotó en los medios el caso de la desaparición de la doctora Giubileo, recibieron un telegrama del entonces director de la Colonia Montes de Oca, un psiquiatra identificado como Florencio Sánchez. En el mensaje Sánchez "informaba" a la familia de Marcelo que éste se había escapado del Instituto acaso aprovechando la frondosa vegetación que lo circundaba.

Pero Marcelo era parapléjico. Como si se tratara de una broma macabra parecía estar informándose sobre "la fuga del paralítico".

Cuentan que una joven abogada que accedió a asesorar a la familia de Marcelo, llegó a la conclusión de que el psiquiatra había querido curarse en salud ante el "ruido" que estaba haciendo el caso Giubileo. Tomó entonces cuerpo la hipótesis más firme: en esa colonia nadie sabía quién era quién y acaso la desaparición de pacientes era moneda corriente.

Pero el escándalo se hizo mayor cuando el cuerpo mutilado de Marcelo fue encontrado en una zona del enorme predio, cerca de una famoso pantano donde siempre se dijo que habría sido arrojado el cadáver de la doctora Giubileo.

A Marcelo le habían arrancado los ojos. Le habían robado las córneas.

Horacio Esbert, por entonces abogado del Ministerio de Salud de la Nación encabezó una investigación y dejó mudo al país al afirmar que "a partir de gente que trabajaba allí, se empezó a tomar conocimiento de que existía tráfico de córnea". A partir de ahí pasó de todo. Las primeras cámaras ocultas que algunos medios lograron meter en la Colonia mostrarían a pacientes desnudos en pleno invierno, revolcándose en sus propios excrementos y alimentándose como animales. Se habló hasta de una mafia involucrada en el tráfico de bebés y de sangre. Floja de papeles por donde se la mirara, la Colonia fue intervenida y su director encarcelado.

Sánchez murió en prisión sin abrir la boca. Se llevó a la tumba los secretos de aquel horror y de la suerte corrida por la doctora Cecilia Giubileo. También fue investigado el entonces CADAIC (Consejo Asesor de Ablación e Implante), cuyo director, Edgar Enrique Lacombe, fue arrestado y luego puesto en libertad. El hombre dijo que el escándalo de la Montes Oca solo había sido por "errores administrativos".

Desde los crímenes del español Rosamanta hasta nuestros días de Trafic blanca

 

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