¿Cambio climático o mutación climática?

Edición Impresa

Mauricio Saldívar *

Climatólogo

Esta semana se registró un hecho inédito que pone de manifiesto la severidad de la Crisis Climática y la necesidad de una urgente acción por el clima: por primera vez desde que los seres humanos habitamos la tierra, nuestro planeta ha acumulado más de 422 ppm (partes por millón) de CO2 en la atmósfera terrestre.

Debemos retroceder en el tiempo más de 3.5 millones de años para encontrar concentraciones similares de dióxido de carbono (CO2) en nuestra atmósfera. En aquél entonces la temperatura era 4ºC mayor y el nivel del mar llegó a ser 20 metros más alto que en la actualidad.

Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) como el CO2 han crecido de manera exponencial en los últimos 100 años. De hecho, cuando Colón llegó a América hace más de 500 años, había 275 ppm de CO2. En la Revolución de Mayo de 1810, 280 ppm. En el Centenario, 285 ppm, en el Bicentenario 390 ppm y hoy, 12 años después, más de 420 ppm.

No es tiempo de dilaciones. Tenemos poco más de 7 años para llegar al punto de inflexión a partir del cual, no importa lo que hagamos, la temperatura media global llegará a 1.5º C casi 65 años antes de lo previsto.

Este proceso, veloz e inequívoco, ya se está manifestando, a veces de manera sutil y otras no tanto: ya hay personas, sus medios de vida y ecosistemas afectados por él. Y todo tiende a desmejorar. Cada décima adicional de calentamiento por encima de 1,5ºC es importante porque tiende a generar cambios permanentes o irreversibles, lo que nos hace pensar que “cambio” tal vez no sea la palabra adecuada para definir su evolución, ya que el cambio implica la posibilidad de volver a su estado inicial. Si superamos 1,5ºC de temperatura deberíamos hablar de “mutación climática” porque el cambio en el clima será definitivo y deberíamos considerar además que su influencia en los impactos se verá impulsada por el riesgo sistémico, es decir aquellos riesgos encadenados entre sí que actúan como un efecto dominó, haciendo que el potencial de daño sea mayor y generalizado.

Eventos como las olas de calor extremo, las inundaciones por precipitaciones más intensas y frecuentes, sequías más prolongadas y profundas, se volverán más comunes e intensas a medida que el calentamiento supere 1,5°C. Y el aumento del nivel del mar compromete a más de 300 millones de seres humanos que viven en zonas costeras.

El cambio climático ya está entre nosotros, y no tenemos tiempo que perder.

Los compromisos asumidos por los países firmantes del acuerdo de París son insuficientes: la temperatura subirá 2,7ºC para el 2100, 1,2ºC por encima de la meta acordada.

Entonces sólo nos queda prepararnos para enfrentar lo peor. Es decir, adaptarnos a los nuevos escenarios climáticos que parecen inevitables. Para ello necesitamos desarrollar ciudades resilientes al clima, que declaren la emergencia climática como herramienta para facilitar el desarrollo de políticas públicas que promuevan la implementación de medidas estructurales (obras de infraestructura), como diques de protección y contención, adaptar los sistemas de drenaje pluvial a los nuevos promedios de precipitación, terrazas y techos verdes, sistemas de drenaje urbano sostenible, retardadores de precipitación, etc.; y medidas no estructurales (aquellas que utilizan el conocimiento o la acción) tales como políticas de gestión territorial que consideren la gestión integral del riesgo de desastres, los sistemas de alerta temprana, la protección civil, los residuos sólidos urbanos, la educación y concientización entre otras.

Todo esto requiere de decisión política y participación ciudadana. Debemos trabajar todos juntos sin dilaciones para arreglar el presente, nuestro futuro y el de las generaciones venideras. Estamos a tiempo.

* Director de Hidrometeorología de la Comuna.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE