El presunto femicida de Barrio Jardín, en silencio
Edición Impresa | 5 de Mayo de 2022 | 05:00

José Luis Rodríguez, alias “El Puma” o “El Cabe”, según el círculo social por donde se movía, se negó a declarar ayer ante la fiscal que le imputó el asesinato de su ex pareja, Patricia Alejandra Aybar (56).
El hecho, como publicó este diario en ediciones anteriores, ocurrió el lunes por la tarde en una vivienda de Barrio Jardín, sobre la calle 80 entre 118 y 118 bis.
Detenido casi 24 horas después en la ciudad de Quilmes, el presunto femicida fue trasladado al edificio de los tribunales penales de La Plata, donde, previo asesoramiento con un abogado defensor, no aceptó hablar ante la responsable de la investigación, Cecilia Corfield.
Recordemos que Rodríguez tiene una gravísima acusación sobre sus espaldas: “Homicidio triplemente agravado por perpetrarse contra su expareja, en contexto de violencia de género y por alevosía, en los términos de los artículos 80 incisos 1°, 2°, 7° y 11° del Código Penal”, delito que prevé la pena de prisión perpetua.
Abrumado por las pruebas, al menos por el momento, el sospechoso no tuvo ninguna coartada para ensayar.
Por eso, amparado en que ese silencio no puede interpretarse en su contra, no respondió preguntas y volvió a su lugar de detención a la espera del avance de la pesquisa, que en pocos días más podría tenerlo con un procesamiento y prisión preventiva.
Como se sabe, por cuestiones que se intentan determinar, pero que tendrían que ver con celos enfermizos o el rechazo a su intención de recomponer la relación con quien fuera su pareja, en medio de una feroz discusión habría terminado asestándole uno o más golpes en la cabeza con un elemento contundente, que le provocó la muerte tras unos instantes de agonía.
Se habla de un trozo de madera, que tuvo la entidad suficiente para causarle a la víctima un traumatismo letal.
Concretada la mortal agresión, siempre en base a la requisitoria fiscal, “El Puma” Rodríguez escapó de la escena del crimen y agarró un coche, con el que viajó hasta la ribera de Quilmes.
Allí lo localizaron por la apertura de antenas de las compañías de teléfono celular y lo trajeron esposado para La Plata.
En principio, el acusado del asesinato no contaba con denuncias o medidas de restricción de acercamiento hacia Aybar. Y se aprovechó de esa situación para llevar adelante su plan criminal, de acuerdo al real saber y entender de la fiscal Corfield.
Pese a sus antecedentes puertas adentro, que motivaron la ruptura de la convivencia, Rodríguez seguía teniendo acceso a la casa de Aybar e incluso trataba de dar una impronta de que “todo estaba bien”, aunque se trataba de una fachada y muy alejada de la realidad.
Demás está decir que en el vecindario aún perdura la conmoción por lo sucedido.
La muerte de Aybar es un hecho muy difícil de asimilar y las redes sociales siguen siendo un canal de descarga de emociones muy utilizado por estas horas.
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