Incomprensible persistencia de podas excesivas sobre el arbolado público
Edición Impresa | 2 de Junio de 2022 | 02:27

Una vez más vecinos platenses de distintos barrios protestaron en los últimos días por lo que calificaron como podas excesivas las realizadas en algún caso por particulares y en otros por cuadrillas municipales -según denunciaron- sobre árboles de la Ciudad. Tanto los testimonios como las evidencias fotográficas dejaron en claro que no se estuvo frente a despuntes controlados, sino ante verdaderas amputaciones de añosos ejemplares.
“Arrasaron con todo” fue la síntesis formulada por un vecino del barrio de la Loma, para hacer referencia a una de las podas realizadas en algunas de las cuadras de ese vecindario. “No recortaron algunas ramas, troncharon los árboles de manera increíble”, añadió otra vecina. En el próximo verano, por cierto, extrañarán la falta de sombra y ello sin dejar de mencionar el rol de generador de aire puro que cumple el arbolado.
Pasan los años, se suceden las administraciones municipales y cuesta entender por qué motivo las tareas de poda no se ven subordinadas a las pautas determinadas desde hace mucho tiempo por especialistas. Los entendidos actuales en esta materia ratifican la vigencia intemporal e esos principios que, sin embargo, suelen ser sistemáticamente transgredidos por cuadrillas encargadas de esa tarea o particulares.
En una nota publicada ayer en este diario, un integrante del Foro del Árbol ofreció detalles sobre la debida forma de mantenimiento de los ejemplares, afirmando que los operativos de poda deben realizarse sólo cuando son necesarios y no todos los años, como suele ocurrir.
En esa línea enumeró una serie de razones que justifican la intervención: cuando hay ramas que revisten un peligro para el tránsito o para las personas, cuando interfieren en las conexiones de luz o del servicio de televisión por cable o en el caso de que obstaculicen demasiado las aberturas de los edificios. Sólo allí corresponde realizar los despuntes controlados que se aconsejan, no así los cortes extremos que dejan virtualmente reducido el ejemplar a un tronco con la totalidad de sus ramas mutiladas.
Lamentablemente, en especial en las últimas décadas y en muchas ocasiones, estas premisas han sido desoídas. La extracción de árboles sanos, la realización de podas depredadoras, excesivas o extemporáneas, la no comprensión por parte de los organismos responsables de lo que significan las podas correctivas o las podas de limpieza y la no reposición de ejemplares formaron parte de los reclamos que formularon vecinos y ambientalistas de nuestra zona.
Convendría también recordar que la ley provincial 12.276, en su artículo segundo, establece con claridad la obligación de los municipios para que en forma anual presenten un plan de forestación y de reforestación. Pero no sólo por una obligación legal, sino por las diversas ventajas que implica el arbolado público resulta inexcusable para los municipios respetar y acrecentar tan valioso patrimonio. Especialmente, en épocas en las que la contaminación ambiental se ha convertido en un verdadero flagelo sanitario, defender este recurso natural constituye una tarea y una obligación prioritarias para las autoridades responsables.
En el caso de La Plata, no debiera ser necesario reiterar que, al ser fundada, nació con premisas urbanísticas de vanguardia y que, entre las más salientes de ella, figuraba la de contar con un arbolado público de excelencia.
Fueron muchas las generaciones que cumplieron con el deber de preservar y acrecer ese patrimonio y, por consiguiente, le corresponde a las actuales proyectar hacia el futuro el mismo legado.
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