De la escuela al cielo, en el satélite del “honor”

Alumnos de la Media 73 de Abasto obtuvieron una mención en un concurso con aval de agencias espaciales

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Ni ingenieros, ni estudiantes de una carrera afín o de una escuela técnica. Con mucho trabajo fuera de hora los chicos de la Secundaria Nº 73 de Abasto se dieron maña para diseñar un satélite y se ganaron así el reconocimiento a nivel nacional en una competencia con otras escuelas.

El proyecto, contaron en la comunidad de esa escuela de 526 entre 207 y 208, está vinculado a la ciencia y tecnología. “El objetivo era crear y diseñar un satélite del tamaño de una lata de gaseosa que pueda volar a 300 metros de altura, manteniendo contacto con la Tierra”, contó la profesora de Física Ornela Dalla Valle, quien llevó la inquietud a la escuela y acompañó la tarea de los estudiantes Iván Solano, Juan Carlos Yevara, Ián Gruszeczka y David Condori.

La inquietud también avanzó con la colaboración de un equipo de docentes y profesionales. Contaron con el asesoramiento técnico del licenciado en optometría que cursa un doctorado en la UTN Dario Panaronni; del técnico aeronáutico de la Armada, Cristian Pierdoménico; y la docente de Matemática del colegio, Elena Gómez de Olivera. La iniciativa, “organizada por el Ministerio de Ciencia y tecnología y la Conae (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) tiene trascendencia internacional con el aval de las agencias espaciales más importante del mundo, como la NASA y la ESA”, le dijo la docente a este diario.

La propuesta fue llevada a la clase por la docente y los estudiantes se entusiasmaron rápidamente, sorteando varias dificultadas, entre ellas que competían con escuelas técnicas en su mayoría. Para eso, “trabajaron arduamente de manera extracurricular. Incluso, durante los fines de semana y con presupuesto propio”, apuntó la docente.

La competencia suele hacerse entre las universidades y por primera vez se abrió a secundarias.

“El proyecto era construir un satélite del tamaño de una lata de gaseosa y lanzarlo desde un cohete hasta una altura de 300 metros y de ahí se desprendía un paracaídas”, dijo Dalla Valle. Entre las características, el satélite tiene un peso de 300 gramos.

Los alumnos también desarrollaron la comunicación con la Tierra a través de Arduino, un lenguaje de programación.

Los equipos debían presentar una misión primaria común: el censado de presión y temperatura y la transmisión de esos datos a la estación terrena, al menos una vez por segundo.

La misión secundaria, que debía ser propuesta por los estudiantes, desafiaba a registrar la posición, orientación, velocidad y aceleración del CanSat durante todo su viaje, pudiendo calcular adicionalmente los parámetros de navegación del satélite: cabeceo, aleo y guiñada utilizando algoritmos de filtrado.

Al concurso se presentaron 900 equipos de todo el país. Tras la primera etapa quedaron la mitad. De ahí salieron dos nóminas de 25 equipos. A unos les enviaron kits para avanzar con el aparato y a otros, entre esos el platense, la “mención de honor”.

“Viniendo a una escuela pública y no técnica es algo para destacar”, Allí se cursan las orientaciones en Ciencias Naturales, y Arte y Literatura. El equipo cursa en Naturales y a algunos ya les dio por la tecnología: planean anotarse en la carrera de ingeniería.

Además, seguirán trabajando. “Aunque estén en sexto año y ya no se puedan volver a presentar al concurso, motivarán a estudiantes de grados inferiores a seguir trabajando con el proyecto y tal vez el año que viene, lanzarlo”, apuntó Dalla Valle.

 

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