Lady Di: 25 años de una muerte que impactó y enlutó al mundo

El 31 de agosto de 1997 la princesa Diana falleció en un accidente de tránsito en París. Tenía 36 años y ese día empezaba a nacer el mito sobre su figura

Edición Impresa

Medio mundo se paralizó cuando se conoció la noticia: muere Lady Di en un accidente de tráfico en París mientras era perseguida por los paparazzi. Era 31 de agosto de 1997, la princesa tenía 36 años y estaba en Francia de vacaciones con su novio Dodi Al-Fayed, que también murió en el accidente de tráfico en el puente del alma de la capital francesa.

Lo que ocurrió en los días posteriores no tuvo precedente: millones de personas desconsoladas depositando flores en las puertas de Buckingham, un funeral televisado en todo el mundo y una reverencia de Isabel II en señal de respeto al paso de su ataúd. Los grandes damnificados por la tragedia fueron sus hijos, Guillermo y Harry, que perdieron a su madre con solo 15 y 12 años.

Ese día murió la que probablemente era la mujer más popular del planeta y nació una especie de mito, pero su tragedia se remonta muchos años atrás. En 1981, una joven Diana se comprometió con el príncipe Carlos con solo 19 años. Él tenía 32 y estaba enamorado de otra mujer, Camilla Parker-Bowles. Lejos del cuento de hadas que veían los británicos, el matrimonio de los príncipes de Gales fue un infierno, y Diana lo sabía desde el día de su boda, cuando se sintió, en sus propias palabras, como un “cordero en dirección al matadero”.

Nacida en el seno de una familia de la alta sociedad, los Spencer, la joven Diana pasó de trabajar en una guardería a meterse de lleno en la familia más vigilada del planeta. “Diana era una persona muy tímida, sensible y romántica. Cuando era niña se sentía sola y triste muchas veces, pero también fue una mujer que estaba dispuesta a hacer una broma o un chiste”, cuenta Julie Heiland, autora de Reina de corazones, novela que narra la vida de Lady Di, sobre la personalidad de la princesa.

Al cabo de poco tiempo, se convirtió en su rostro más popular de la familia. La presión por ser perfecta y las dificultades con Carlos de Inglaterra no hicieron más que perjudicar su frágil salud mental y la princesa sufrió trastornos alimenticios como bulimia, se autolesionó y, después del parto de Guillermo, sufrió depresión.

“La bulimia comenzó una semana antes del compromiso. Mi marido puso una mano en mi cintura y dijo: ‘Un poco gordita por aquí ¿verdad?’. Eso disparó algo en mí”, reveló la propia Lady Di en unas cintas publicadas por el Daily Mail en 2017. Los años fueron pasando y cada vez era más evidente que el matrimonio hacía aguas y mientras Carlos se refugiaba en Camilla, Diana hacía lo propio con sus amantes.

En 1992 llegó la separación y cuatro años después, el divorcio. La Lady Di de los noventa pasó de princesa a superestrella, se codeó con grandes diseñadores, estrellas de Hollywood y personalidades de la cultura o la filantropía. La princesa se abrió en canal con Martin Bashir en la polémica entrevista en la BBC donde habló sin tapujos de su matrimonio. La entrevista fue “una bomba” en su momento, dado que Diana era la primera figura de la casa real en ventilar los trapos sucios ante la prensa.

Durante sus últimos años todo el mundo buscaba su imagen y ella la prestó a causas humanitarias como el HIV o la protección de la infancia. Los paparazzi buscaban otras fotografías, las de sus romances, sus fiestas o sus vacaciones. Lady Di se convirtió en una de las mujeres más carismáticas de su tiempo y la gente quería saber más y más sobre ella. Una popularidad que, según muchos, la terminó matando.

UNA PERSECUCIÓN OBSESIVA

Las imágenes se pagaban a decenas de miles de euros en esos años. Cuando Diana y Al-Fayed pusieron rumbo a París en un avión privado, quienes habían trabajado como fotógrafos de guerra se dedicaron entonces a perseguirla por la capital francesa. Aquel 30 de agosto, cuando la pareja llegó al aeropuerto de Le Bourget, una decena de fotógrafos la esperaba. Al salir del avión, además de los guardaespaldas, Henri Paul, número dos de la seguridad del hotel Ritz, propiedad del padre de Al-Fayed, los condujo al lujoso establecimiento.

Horas más tarde, las fotografías en el aeropuerto de las cuatro víctimas del accidente -tres de ellas mortales a excepción del guardaespaldas Trevor Rees-Jones, único superviviente- parecían desagradablemente proféticas.

En París, Diana de Gales no se mostró tan dispuesta a que la prensa lograra la buscada instantánea. La pareja cambió sus planes en incontables ocasiones y se reunía a destiempo para no ser fotografiada.

La noche del 30 de agosto, Henri Paul y Dodi Al-Fayed pensaron que saliendo por la puerta trasera del hotel evitarían los focos. Paul dijo a la prensa que se concentraba en la Plaze Vendôme que esperara allí, pero la improvisada disponibilidad parecía demasiado evidente. La idea de Al-Fayed era salir sin seguridad para no levantar sospechas, pero los dos guardaespaldas lograron convencerlos para que al menos uno de ellos los acompañara.

Sin embargo, la puerta de atrás del Ritz estaba también vigilada por los reporteros que intentaron seguirlos por el centro de la capital a una velocidad de entre 100 y 150 kilómetros por hora. En cuestión de minutos, el coche se estampó contra una de las columnas del estrecho túnel.

En el documental “Los últimos días de Lady Diana” algunos de los paparazzi que la siguieron recuerdan que muchos continuaron fotografiando bajo el túnel. La policía requisó algunas cámaras y a la una de la mañana del 31 muchos negociaban cantidades desorbitadas por llevar las imágenes del accidente de la princesa en tapa.

Por entonces, muchos pensaban que la princesa de Gales, que había salido semiconsciente del accidente, se recuperaría. Para Al-Fayed y Paul pintaba peor. Pero Diana murió horas más tarde en el hospital de la Pitié-Salpetrière a causa de las lesiones internas sufridas.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE