Un clima cada vez más tenso, con fuerte aroma a campaña electoral
Edición Impresa | 9 de Septiembre de 2022 | 01:08

Carlos Barolo
Faltan algo así como once meses para las Primarias Abiertas y trece para las elecciones presidenciales pero la Argentina parece vivir ya un clima beligerante con olor a campaña. Impera la frialdad en la política, esos vínculos congelados que suelen enfriarse especialmente durante los meses en que los candidatos hacen su trabajo como producto electoral. El detalle es que todavía no hay ningún postulante en la cancha, de ningún bando. Sólo proyectos o declamaciones de querer ser. Pero sí se ha instalado la dicotomía que casi con seguridad regirá el próximo comicio: la grieta, otra vez. Está claro que, lejos de poner una pausa a ese ambiente, el atentado contra Cristina Kirchner pareció acelerar todo.
En rigor, comenzó antes. Fue después del alegato del fiscal Luciani en la causa Vialidad. La reacción defensiva de la vicepresidenta en las calles que tuvo el kirchnerismo, y la respuesta política de la oposición, que se encolumnó con la fiscalía, empezó a resquebrajar todos los puentes posibles. La teoría de los “discursos del odio” y la pobre y especulativa actuación de algunos referentes de Juntos por el Cambio sentenciaron la imposibilidad de cualquier diálogo.
No hay foto de convivencia posible. La oposición de Juntos, por ejemplo, decidió no asistir a la sesión especial del Senado nacional, ayer, para repudiar el ataque a Cristina. Dicen que no quisieron ser usados políticamente porque el oficialismo nunca cambió su tesis de que el accionar de Fernando Sabag Montiel fue producto de los mensajes violentos que, según ese razonamiento, emanan desde la oposición y la prensa.
Nunca hubo tampoco una gota de grandeza en el peronismo. ¿Porqué no reconocer que en el pasado y en el presente desde ese sector también hubo y hay actitudes odiadoras? Si cualquier archivo lo ratifica. Una condena a esos actos propios y un llamamiento a arrancar de nuevo, ¿no hubiera facilitado la distensión política?
Se habló de un proyecto de Ley Mordaza, que nunca fue confirmado oficialmente. Pero mientras la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, decía que no se trabaja sobre eso, voces del peronismo/kirchnerismo subrayaban que “algo hay que hacer“ con los “odiadores”. Incluso se dieron nombres de periodistas.
Wado de Pedro, el ministro más cristinista del gabinete, dijo el miércoles que se ponía al frente de una convocatoria al diálogo con la oposición, empresarios y sindicalistas para “bajar un cambio”. Antes del ataque a CFK, había sido el más duro en la pelea con la Ciudad de Buenos Aires por el tema de las vallas alrededor del domicilio de la vice. Supongamos que, picando en punta, él optó por reducir una marcha. Ayer la vocera Cerruti otra vez desmintió todo al decir que no hay ninguna mesa de trabajo para ningún diálogo político. ¿En qué quedamos?
Ni la virgen de Luján puede ser llamadora de la calma. El miércoles, la Iglesia Católica invitó a sus fieles a una jornada de rezo el fin de semana “por la paz y la fraternidad” de los argentinos. Incluso hizo extensiva la invitación a otros credos. Inmediatamente, sectores del oficialismo tomaron la idea y convocaron a una misa, mañana, en la Basílica de Luján, con movilización incluida. Dijeron que no era partidario, como para comprometer al no peronismo.
aprovechamiento
Pero la Conferencia Episcopal, máxima autoridad eclesiástica, salió a despegarse porque no quiere un aprovechamiento político de su iniciativa del rezo. Fue cuando se enteraron de que la invitación a la misa la hacía el intendente local, el kirchnerista Leonardo Boto, para “agradecerle a la virgen por salvar a Cristina”.
Trascendió que, en su supuesto intento dialoguista, de Pedro habría contactado a hombres del radicalismo, como Gerardo Morales o Emiliano Jacobitti, y a algún líder de la Coalición Cívica, como Juan Manuel López. Ninguno dijo nada al respecto. Otros, como el radical Mario Negri, negaron cualquier contacto personal. Pero otra historia para Wado es el PRO. En sí mismo, es una coraza imposible de penetrar para el oficialismo, aún si se descuentan sus buenas intenciones.
Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, pre-candidatos presidenciales del espacio, han entrado en una pelea por ver quién es más duro frente al gobierno. Ambos dicen, por ejemplo, que no hay conversación civilizada posible. “Tienen que pedir disculpas”, condicionó la ex ministra de Seguridad. “En dos años y medio, no mostraron ninguna voluntad de diálogo. A mí no me convocaron ni me llamaron”, aseguró el alcalde. ¿Hablaron ambos como candidatos que buscan acentuar una diferenciación para perfilarse? Es factible.
Posible rival de ellos, el médico Facundo Manes habla de no hacer una campaña basada en el antikirchnerismo para “sortear la grieta”. Difícil, por lo que se ve hasta ahora.
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