Un descubrimiento que las emparenta con los humanos

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En los últimos años, la migración de cotorras argentinas a España ha generado debates acalorados. Consideradas por algunos como una plaga en las principales ciudades del país europeo, estas aves han captado la atención tanto de la comunidad científica como del público en general. Recientemente, un grupo de científicos catalanes y alemanes realizó un estudio sobre las poblaciones de cotorras en España, y lo que descubrieron es asombroso: las cotorras tienen una voz distinta para cada individuo, un fenómeno hasta ahora no observado en animales no humanos.

La capacidad de las cotorras argentinas para aprender nuevos sonidos a lo largo de sus vidas les ha permitido desarrollar un repertorio vocal prácticamente ilimitado. Además, emiten llamadas que los miembros de su bandada pueden reconocer individualmente. Este fenómeno intrigó a un grupo de expertos que se propuso investigar cómo estas aves pueden distinguir estos sonidos de manera individual.

Aunque se sabe que los animales sociales utilizan señales vocales para reconocerse entre sí, como las aves, los murciélagos y los delfines que poseen una “llamada característica” única, hasta ahora había pocas pruebas de que los animales tengan firmas vocales únicas para cada individuo, como sucede con los humanos.

Simeon Smeele, el primer autor del artículo publicado en Royal Society Open Science, sugiere que “tiene sentido que las cotorras argentinas tengan una huella vocal subyacente. Es una solución para un pájaro que cambia dinámicamente sus llamadas, pero necesita ser reconocido en una bandada muy ruidosa.”

La investigación, llevada a cabo por el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y el Museu de Ciències Naturals de Barcelona, se centró en si las cotorras argentinas, con su anatomía adecuada y la necesidad de desenvolverse en una vida social compleja, también habrían desarrollado huellas vocales. Para descubrirlo, Smeele viajó a Barcelona, donde estas aves han decidido radicarse en gran número.

En Barcelona, se grabaron las voces de cientos de individuos y se recopilaron más de 5,000 vocalizaciones en total, convirtiéndose en el estudio más grande de loros silvestres marcados individualmente realizado hasta la fecha. Lo más sorprendente es que Smeele registró a los mismos individuos repetidamente durante dos años, lo que reveló cómo cambian sus llamadas con el tiempo.

Los investigadores utilizaron un modelo de aprendizaje informático para determinar cómo se reconocían los individuos dentro de cada uno de los cinco tipos principales de sonidos de la especie. Así, se descubrió que efectivamente poseen un tono de voz singular, llamado huella vocal, similar a la singularidad vocal que poseen los humanos.

Este descubrimiento, que subraya la asombrosa diversidad y complejidad de las cotorras argentinas, arroja nueva luz sobre su capacidad de comunicación y su adaptación en ambientes urbanos, donde el ruido y la agitación son comunes. Estas aves, lejos de ser una simple “plaga”, demuestran una asombrosa sofisticación en su comunicación y comportamiento, lo que merece un mayor respeto y estudio por parte de la comunidad científica y la sociedad en general.

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