Una campaña electoral que desprestigia a la política
Edición Impresa | 22 de Octubre de 2023 | 01:46

El deterioro de la economía del país durante más de 80 años ha sumergido en la pobreza o la miseria a millones de argentinos. Sin embargo por las virtudes del sistema democrático la ciudadanía volverá a elegir pacíficamente en las urnas al presidente de la Nación, lo está haciendo con los gobernadores mientras se renuevan la integración de las legislaturas. La plena vigencia de la Constitución Nacional posibilita llevar a cabo todos los cambios de personas y aún de estructuras sin violencia. Está muy claro en nuestra historia de país que las otras experiencias fueron muy dolorosas.
Según todas las encuestas además de los desaciertos en materia económica la corrupción ha generado desconfianza y hasta el rechazo hacia los partidos políticos tradicionales a cuya dirigencia aparentemente se le atribuye la responsabilidad por la situación del país. Sin embargo, al responder a preguntas concretas para exponer opiniones sobre todas las élites como la empresaria y la sindical, por ejemplo, sin exceptuar al periodismo el resultado no es muy diferente.
Más que el entusiasmo y siquiera el apoyo a ideas o líderes el domingo, según las encuestas y los análisis, se motiva al electorado a votar en contra del otro que es portador de todas las malas intenciones.
Los discursos durante la campaña electoral de casi todos los candidatos a distintas posiciones del gobierno no contuvieron propuestas concretas, mayormente se usaron micrófonos y tinta para denunciar los vicios y errores del otro en un juego que contribuye al desprestigio de todos.
A una ciudadanía frustrada por sucesivos fracasos pero, tal vez por las experiencias vividas sigue confiando en la democracia, en general no se le ofrecieron ideas superadoras.
Es cierto que la crisis política no es exclusiva de la Argentina. El desprestigio de las fuerzas tradicionales en muchos otros países fueron la causa de liderazgos improvisados que fomentaron actitudes sectarias y el enfrentamiento sin conceder el mínimo espacio para el diálogo constructivo que merece la democracia.
Dirigentes llamados populistas de distintos signos, como en Brasil, Venezuela, Estados Unidos, Hungría causaron graves daños al tejido social atrasando a las naciones que gobernaban en lo económico, social y cultural.
La democracia exige a los líderes eficacia y conductas éticas. No es una cuestión principista. Más vale temprano que tarde los reclamos de la ciudadanía deben encontrar eco para terminar con la exacerbación de las pasiones, el señalamiento del adversario como enemigo y los adjetivos peyorativos para los que piensan diferente.
Se construye con ladrillos y cemento, no derribando paredes.
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