Jefa y horario propio para vivir de la ropa, la comida o la cerámica

En Argentina, 4 de cada 10 mujeres se animan a crear un negocio y producir. En sello propio, de la casa a la Ciudad y a todo el país

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Para muchas mujeres emprender una actividad económica es sinónimo de oportunidad, la manera de insertarse en el mercado laboral y romper el techo de cristal que les impide avanzar en empresas con marcada desigualdad de género. En La Plata, la mayoría de los emprendimientos se vincula a la confección de ropa, a la cerámica, tejidos, elaboración de alimentos y accesorios para la decoración del hogar.

La abogada Karina Alaimo, presidenta de la Asociación Civil de Mujeres Empresarias y Profesionales de La Plata - ACED -, explica que la entidad nació hace 4 años con 13 socias y ahora son unas 80.

“Participa toda mujer que genera impacto económico en la Región porque en otras cámaras y entidades teníamos poca presencia o estábamos solo abocadas a la organización de eventos o campañas solidares”, resume.

Además de emprendedoras, en ACED hay profesionales de distintos ámbitos, industriales y comerciantes. Muchas encontraron las ventajas de ser su propio jefe porque pueden manejar sus horarios o, en el caso de quienes se jubilaron, arrancar esa empresa que siempre soñaron y para la que nunca tuvieron tiempo.

“Hay jóvenes con proyectos, como una que lanzó un remis para mujeres, emprendedoras no regularizadas a las que asesoramos y capacitamos, por ejemplo, en temas impositivos o en cuestiones como ventas online”, agrega Alaimo.

En muchos casos el emprendimiento es una especie de salvavidas para las economías familiares. Por caso, Ángela Bartoli, fotógrafa, cuenta que en pandemia se quedó sin trabajo y una vieja receta del cannoli que hacía su nona le abrió una gran posibilidad.

“Yo hago cannoli desde los 8 años, siempre los hacíamos para el Día del Padre, y en pandemia arranqué en casa, la primera venta fue el 20 de julio de 2020 para el Día del Amigo”, afirma.

Ahora, es lo único que hace; de lunes a viernes de 7 a 13 se dedica a la producción, de 7 docenas pasó a elaborar 50.

“Arranqué a hacerlos por pedido, pero ahora los viernes y sábados pongo algunas mesas en casa y se pueden comer al paso. Además, instalé algunas máquinas en el garaje porque la cocina me quedó chica”, agrega.

El primero en darle el visto bueno fue su padre siciliano quien comió un cannoli que creyó que su hija había comprado. “Está buenísimo”, le dijo y esas palabras le llegaron a Ángela como una bendición para su nueva empresa.

En Argentina, el porcentaje de mujeres que se anima a llevar adelante un proyecto propio es del 40 por ciento, según un informe de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA). Además, 6 de cada 10 mujeres encuestadas por ASEA declaró que no tuvo acceso a un mejor puesto de trabajo por cuestiones vinculadas al género, mientras que encontraron menores dificultades a la hora de ser trabajadoras independientes.

Para Global Entrepreneurship Monitor Research, existen más de 200 millones de mujeres emprendedoras alrededor del mundo. Sin embargo, la dificultad en el acceso al financiamiento hace que el porcentaje de mujeres emprendedoras en Argentina se mantenga por debajo del promedio.

La mayoría de las emprendedoras destaca que lo que más les gusta de esa modalidad de trabajo es la flexibilidad. Tomar descansos sin culpa, maternar y amoldar los tiempos sin sentirse tan exigidas como en determinadas rutinas laborales son algunas de las ventajas.

Para Silvina Gilardi emprender una marca propia de aromas y difusores fue la forma de independizarse y encarar un proyecto con sus hijos.

“Esto lo empecé hace 4 años, antes vendía para otra marca, pero me cambiaron las condiciones de venta y eso hacía que dejara sin nada a otras vendedoras que trabajaban para mí”, explica y aclara que de su esposo aprendió todo lo vinculado al movimiento comercial. Ahora Matías, su hijo, se encarga de los números; Mailén de las redes y Silvina, del resto.

Su anterior experiencia como emprendedora fue la producción de espectáculos, trajo a la ciudad artistas de la talle de León Gieco, Pimpinela y Estela Raval.

Ahora sus perfuminas, esencias para hornos y difusores se venden en reconocidos comercios de decoración de la Región y en lugares del interior como Santa Cruz, San Martín de los Andes, Comodoro Rivadavia, Mendoza y Mar del Plata.

“Me fui ampliando y me fue bien porque me puse en el lugar de las vendedoras”, concluye la emprendedora.

Seis de cada diez mujeres dijeron que no accedieron a un puesto mejor por la cuestión de género

 

la plata

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