Milei y el enorme desafío de convencer a la gente de aceptar el ajuste que se viene
Edición Impresa | 2 de Diciembre de 2023 | 02:25

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com
Una de las novedades que produjo el triunfo de Javier Milei es que logró la adhesión de la mayoría de la ciudadanía a pesar de que se pasó la campaña avisando que su plan de gobierno sería, sobre todo, de ajuste. Y lo hizo en un país donde la mayoría de la gente está mal en términos sociales y económicos. No prometió rosas. Después del balotaje, el presidente electo viene reiterando sistemáticamente que se avecinan meses duros, de carencias, de aumentos, recetas inevitables según su análisis para “resetear” una economía destrozada que le deja el peronismo.
Milei va a necesitar que el electorado le tenga paciencia. “No hay plata”, es la frase que se escucha como un mantra en el mileismo. El nuevo mandatario habla de entre 18 y 24 meses para ver los primeros resultados de la reversión de uno de los grandes problemas de la economía argentina: la inflación. En el medio habrá incluso un aumento de ese índice que erosiona el poder adquisitivo del salario, avisa. Su palabra fetiche ahora es “estanflación”, que significa la combinación de crecimiento económico nulo y la suba de precios.
Lo que será la oposición dura utilizará este concepto como arma discursiva contra el presidente que jurará el 10 de diciembre. La todavía vicepresidenta Cristina Kirchner lo adelantó en un videito que subió a tik-tok, grabado poco antes de la Asamblea Legislativa que consagró a Milei como nuevo jefe de Estado. “La estanflación es catástrofe social”, diagnosticó la Vice con tono enojado. Hay que anotar ese concepto que remite a gran destrucción, acaso el nuevo “tierra arrasada”.
El mundo político coincide en que Milei no debe calcular su capital político en base al 55% de votos que obtuvo en el balotaje sino pensar en aquel 30% que cosechó en la primera vuelta como algo bien propio y en el 25% restante como algo “prestado”. La fidelidad y paciencia de ese último grupo probablemente no sea tan férrea y disciplinada como el núcleo duro que, de la nada, lo convirtió en un fenómeno electoral.
Convencer a la población
Por eso, si realmente va a tomar medidas de shock para tratar de arreglar los desequilibrios macro económicos que recibe (déficit fiscal gigante, inflación, productos sin precios, falta de dólares, etc.) será vital su capacidad para convencer a la población, sobre todo la que viene golpeada hace años, de la necesidad de pagar los costos inevitables en pos de un supuesto futuro mejor.
El politólogo Lucas Romero remite a un concepto del filósofo Friedrich Nietzsche para graficar esa tarea. El alemán dijo, palabras más, palabras menos: “Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”.
“La idea es plantear un objetivo ulterior, un final del camino, que ayude a sobrellevar el mientras tanto. Milei va a tener que construir ese porqué”, explica Romero a este cronista.
Por eso el presidente electo, el primer economista en llegar a ese sillón, deberá calibrar muy bien el tenor de las medidas iniciales que marcarán su primer rumbo, signadas por el respaldo de ese capital político conseguido en su victoria contra Sergio Massa. Que, como se dijo, no fue un cheque en blanco. Su gran motor, explican en La Libertad Avanza, es que evidentemente la mayoría se expidió por un cambio respecto a lo que había.
La duda que anida en buena parte de los eventuales aliados de Milei para llevar adelante el programa de reformas -el PRO, el peronismo no kirchnerista, algún sector radical- es si, puesto a liderar el país, el hombre tendrá las cualidades políticas necesarias para la conducción del barco en medio de la tormenta. Que incluyen la capacidad de explicar rápidamente y en forma didáctica la economía que hereda, flexibilidad para negociar con actores de peso (el Congreso, gobernadores) y talante para resistir una segura oposición autodefinida como progresista o de izquierdas.
¿Giró el país realmente a la derecha o su triunfo fue sólo una expresión de enojo coyuntural de una parte grande del electorado? ¿Y si una porción significativa de la gente que lo votó se cansa antes de esos 18 a 24 meses que promete Milei como punto de partida del despegue en serio? En este sentido, como todo presidente el libertario afrontará un tema que suele desvirtuar razonamientos económicos: cuando se quiera acordar, tendrá la elección de medio término encima. De hecho ese año y medio autoimpuesto, esa marca en el calendario, lo enfrentará a la necesidad de hacer campaña.
Elección crucial
Y para Milei, que asume con acotado capital propio, la elección legislativa de 2025 será crucial porque deberá procurar fortalecerse políticamente. Léase, conseguir más diputados y senadores propios, intentar una expansión territorial de su novel fuerza identificada con el color violeta. Y que esa eventual expansión se lea como propia o, en todo caso, como el fruto de una alianza político-electoral que él lidere. Porque el poder, se sabe, no se comparte.
Eso abre interrogantes respecto a si realmente aplicará a fondo la célebre motosierra después del 10 de diciembre o si apuntará en principio a lo esencial, lo indispensable, lo que sepa con seguridad que tendrá respaldo político inmediato de una mayoría legislativa que deberá construir en base a consensos muy trabajados. Para esto último será muy importante observar cómo evoluciona la relación de Milei y Mauricio Macri -para bien o para mal, la figura política más preponderante de los últimos años junto con Cristina- y qué tan dispuesto está a negociar, entendido como un toma y daca, con los gobernadores de Juntos y del Peronismo.
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