Un interrogante que se abre en el FdT, ¿quién conducirá la “mesa electoral”?

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A través de su vocera, Alberto Fernández confirmó que convocará a una mesa política (“Mesa electoral”, la definió Gabriela Cerruti) para abordar la estrategia del Frente de Todos de cara al comicio presidencial de este año. “Estrategias, no candidaturas”, aclaran desde el albertismo donde, por lo menos en lo formal, siguen insistiendo en que el jefe de Estado se presentará en una Primaria Abierta contra quien se le ponga adelante.

La presión del kirchnerismo duro, con Máximo Kirchner como principal exponente, pareció surtir efecto: Alberto cedió a la sugerencia que, desde hace meses, hacen pública desde el entorno de Cristina Kirchner para armar ese espacio de debate bajo el argumento de cierta institucionalización de la marca oficialista. Aunque, en el caso del diputado -y según sus propias palabras- le gustaría que la mesa sea para debatir políticas de gestión y estrategia electoral, el Presidente sólo pretende lo segundo: ya socializó bastantes decisiones de gobierno y eso ha contribuido a su erosión política.

Si para Alberto, siempre según sus voceros oficiosos, la integración de la dichosa mesa supone la necesidad de que las discusiones no partan de la tesis de que él quede excluído de la pelea por la reelección, para Cristina asomaría como condición que ni se contemple la opción de que Fernández intente repetir en la Casa Rosada.

Estos principios aparentemente irreconciliables barnizan con una pátina de duda la vida útil, el alcance real, de la mesa política del Frente de Todos.

¿Quién la conduciría? ¿El Presidente, claramente resistido por los kirchneristas? ¿El cristinismo, por la jefatura partidaria de hecho que ejerce Cristina relegando así a Alberto a una posición de reparto? Es un dato histórico: en el peronismo nunca funcionaron bien los intentos de colegiar decisiones.

¿Y LOS GOBERNADORES?

Según fuentes oficiales, el escenario ideal para Alberto -que es, además, el presidente formal del Justicialismo- sería que esa mesa esté integrada, sobre todo, por los gobernadores peronistas. Que a esta altura, y ha quedado claro por los desacoples de los cronogramas electorales provinciales del nacional, están más preocupados por asegurarse triunfos en sus terruños que por incidir en cómo definir quién será el postulante presidencial del FdT.

El ministro de Economía Sergio Massa, que es la cabeza de una de las patas de la alianza gobernante, también asoma como impulsor de la mentada mesa de consensos pero más por una necesidad de gestión: cree que si se puede mostrar cohesión política dentro del oficialismo -todo lo contrario de lo que pasa hasta ahora- se facilitará la recuperación de ciertas variables como para dejar más competitivo al peronismo en octubre de este año.

Massa insiste públicamente en que su rol de ministro es incompatible con el de candidato presidencial. También sabe que cuando se arme esa mesa su apellido sonará fuerte -muy fuerte- como posible postulante, tal como quieren varios sectores del PJ.

Rota su relación con Alberto, es improbable que Cristina se siente a esa mesa en forma oficial. Máximo ha dicho que él tampoco estará (Textual: “Yo no quiero estar, pero corresponde que estén otros compañeros y compañeras”) por lo que el cristinismo podría estar representado por su cuadro más encumbrado en el Gobierno, el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro, que sería una suerte de delfín de la vicepresidenta como candidato presidencial. Haya o no Primaria Abierta.

Hablamos del funcionario que protagonizó un duro cruce con su jefe formal, el Presidente, por una reunión a la que no fue invitado. Wado sigue en el cargo, a pesar de que hizo trascender por sus voceros que Fernández no lo convocó a ese mitín -con el brasileño Lula Da Silva- por una especulación electoral: más que como un subalterno, lo ve como a un rival.

El albertismo intuiría una posible emboscada en la insistencia cristinista para convocar a la mesa: trasladar la dinámica de las decisiones políticas de la provincia de Buenos Aires a nivel nacional. En la tierra de Axel Kicillof, no es un secreto, se hace lo que dice Cristina, dueña de un caudal de votos crucial para aspirar a retener la gobernación. Que, hasta ahora, parece ser la gran estrategia del justicialismo y es evidente que eso está condicionando todo lo demás.

Aún cuando Alberto ha dicho que sueña con una PASO para todos los cargos, desde el Presidente al último concejal, es improbable que se habilite una Primaria fuerte contra Kicillof, a pesar de los amagues de algunos intendentes de armar tropa propia, porque el gobernador tiene números competitivos. La gente de Fernández cree que, con la excusa del beneficio que supone la unidad, eso mismo se planteará “arriba”. Y el jefe de Estado, por cierto, no aparece favorecido en ningún sondeo.

 

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