Esteban Rafael Morcillo
Edición Impresa | 3 de Febrero de 2023 | 04:25

Esteban Morcillo, fue un escribano de dilatada trayectoria profesional y de gran compromiso institucional; un hombre de principios que se ocupó de perseguir una sociedad más justa. Por eso, su inesperado fallecimiento causó múltiples muestras de pesar entre quienes lo conocieron y apreciaron.
Fue el hijo mayor de Irene Morales y Hugo Héctor Morcillo, de quien heredó la profesión. Había nacido el 5 de julio de 1965, en La Plata y creció junto a Germán, su hermano.
Completó sus estudios en la Escuela Anexa, en el Liceo Víctor Mercante y egresó de la Universidad Nacional de La Plata con el título de abogado. Previamente a recibirse, trabajó algún tiempo en el Poder Judicial.
Luego, se matriculó como escribano y trabajó desde 1997 hasta el 2019 junto a su padre, hasta que él se jubiló. Sin embargo, en ese momento tuvo la alegría de sumar a la escribanía a su hija Macarena, tercera generación en la profesión.
Morcillo fue presidente del Colegio de Escribanos delegación La Plata en dos períodos consecutivos. También, fue consejero del Colegio de Escribanos de la Provincia hasta el año pasado.
De firmes ideales, en su época de estudiante militó en la Juventud Intransigente. En 1987 fue candidato a consejero académico y en 2001 se postuló como candidato a concejal por el Frente Grande.
En el ámbito deportivo fue simpatizante de Gimnasia y Esgrima y, en el tiempo libre, un apasionado de la lectura, un hábito que enriqueció sus conocimientos profesionales y su cultura general.
En 1997 se casó con Myriam Llodrá y de la unión nacieron sus hijos Macarena, Pedro, Carolina y Justina. Ellos se convirtieron en los mayores motivadores de su vida y siempre se ocupó de ser un padre presente que acompañó cada etapa del crecimiento de sus hijos.
En particular, disfrutó de acompañar a Carolina a jugar al fútbol en Gimnasia y ver los logros de Justina, también jugadora de fútbol, en River. Todo sin dejar de promover que estudiaran.
En su entorno familiar solía definirse simpáticamente como el barra brava y director técnico de sus hijos.
De carácter fuerte, siempre se expresó sin rodeos y defendió sus ideas con convicciones.
La incondicionalidad con la que se entregó y su gran lealtad hicieron de Esteban Morcillo una figura muy querida en los distintos círculos a los que se vinculó y que hoy lamentan su partida.
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