Viejas crisis versus nuevas tendencias

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La discusión en torno a la vivienda en Argentina está atravesada por múltiples cuestiones, la mayoría de las cuales tienen que ver con la profunda crisis económica que hace prácticamente inviable el acceso al viejo sueño de la casa propia.

Según los primeros datos del Censo 2022 que se dieron a conocer esta semana, en todo el país hay 17.805.711 viviendas y solamente 25.501 son colectivas, para un total de 46.044.703 personas.

En 2018, con un 25 por ciento de los hogares con déficit habitacional, el Gobierno de entonces planteó comprar a empresas extranjeras kits de casas prefabricadas, manufacturadas rápidamente y a bajo costo, para instalarlas a un precio totalmente cubierto por un préstamo de ProCreAr. ¿El objetivo? Construir 10.200 viviendas en terrenos públicos para mediados de 2019, a un costo de 800 dólares por metro cuadrado.

La idea quedó en la nada. Es que entre siete y ocho obreros podían levantar una casa en una semana, lo que impactaba de lleno contra la poderosa industria de la construcción nacional, se quejaron por entonces los constructores locales.

Más allá del debate nacional, las estructuras prefabricadas son una tendencia al alza alrededor del mundo, especialmente en áreas con déficits de vivienda.

En esta fiebre de nuevas construcciones surgieron los hogares nacidos al calor de la impresión 3D, en tiempo récord, en los que también se juega la sostenibilidad: poner en valor los métodos de construcción tradicionales en paja o madera, el empleo milenario del adobe y el uso de materiales naturales y reciclados.

Así las cosas, en agosto de 2022 salieron a la venta en Estados Unidos las primeras edificaciones impresas en 3D, en Austin, Texas. Esta tecnología “proporciona casas más seguras y resistentes, diseñadas para soportar el fuego, las inundaciones, el viento y otros desastres naturales mejor que las construidas de forma convencional”. Encima, están listas para ser habitadas “en cuestión de semanas”, prometió en un comunicado la empresa que levantó la East 17th Street, con viviendas que no superan los 186 metros cuadrados cada una.

Con un déficit habitacional creciente, se imponen en todo el mundo las “Tiny houses” o miniviviendas de materiales reciclados y sustentables, mientras entra en discusión el viejo modelo de casa individual o unifamiliar y el de construcción tradicional: solo la producción mundial de hormigón supone el 8 por ciento de las emisiones anuales de efecto invernadero.

 

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