Faltan controles sobre la calidad de los alimentos que consume la población

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Las muertes e internaciones de las últimas semanas en zonas del Conurbano bonaerense por haber ingerido alimentos contaminados causaron una lógica inquietud, en la medida en que los alimentos que consume la población, cualquiera sea su naturaleza, deberían contar con los controles bromatológicos y las correspondientes autorizaciones previas a su venta.

En estos casos mencionados, pudo verificarse que las enfermedades se declararon en personas adultas, a causa del consumo de achuras con las bacterias del género Salmonella y Shibela que derivaron en dos casos mortales.

A partir de allí, desde algunas entidades –como la del Colegio de Veterinarios provincial-, se formularon una serie de recomendaciones y cuidados que la población debería adoptar, con el fin de minimizar los riesgos sanitarios en el consumo de alimentos.

Mantener la higiene en los alimentos, separarlos entre crudos y cocidos, y cocinarlos bien fueron parte de las indicaciones brindadas también por especialistas. La serie de sugerencias incluye la de no manipular alimentos sin antes lavarse correctamente las manos, así como también el lugar en donde vaya a llevarse a cabo la manipulación.

También se recomendó proteger la zona de cocina e ingesta de alimentos de los insectos, humedad, mascotas y todo tipo de animales. En la tierra, en el agua y hasta en los seres vivos pueden transportarse microorganismos peligrosos, que pueden causas enfermedades de todo tipo, se advirtió desde el Colegio.

Se formularon, asimismo, otras recomendaciones de tipo doméstico, como la de cocinar con agua nueva y segura, hervir los alimentos y, entre otras, separar los alimentos crudos y cocinados, pero está claro que le corresponde al Estado el rol bromatológico principal, que es el de controlar que se cumplan con todos los requisitos sanitarios y de higiene que demanda el manejo y eventual anvasado de los alimentos.

Lamentablemente, debe hablarse de los escasos controles existentes sobre la calidad de todos los alimentos que consume la población. Cabría recordar aquí que numerosas evidencias médicas reunidas en los últimos años vinieron advirtiendo sobre un debilitamiento ostensible de las fiscalizaciones bromatológicas que se realizan en nuestra zona y que, tal situación, es obvio señalarlo, se acentúa cuando los comercios de ventas de alimentos ni siquiera se encuentran registrados.

Desde luego que un panorama tan negativo se ve también agravado si se repara en la proliferación de puestos de venta informales de toda clase de alimentos –se puede hablar así de las ventas de choripán o de frutas y verduras con carritos instalados sin autorización alguna en veredas o paseos públicos- que se vino registrando en distintos lugares de nuestra ciudad.

Si bien no se conocen estadísticas oficiales actualizadas, se calcula que en la Argentina ocurren unos dos millones de incidentes alimentarios por año, estimándose pocos años atrás que entre el 40 y el 50 por ciento de muchos productos alimentarios no pasaban por controles bromatológicos.

De allí que resulte imperioso un mayor contralor sanitario y, a la vez, velar para que se cumpla con la debida inscripción de todos los comercios dedicados a la venta de alimentos.

 

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