El vandalismo cada vez más activo, ahora con ataques en los locales comerciales

Edición Impresa

Hace pocas jornadas se reflejó en este diario el problema que plantea el vandalismo urbano, que daña el mobiliario de la Ciudad -los frentes de las casas, los paseos y monumentos, las ramblas- en una situación que origina el justificado reclamo de vecinos. Ahora se sumaron los comerciantes, cuyos locales vienen siendo atacados en horas nocturnas por bandas de malvivientes, que destrozan vidrieras y dañan, cuando no roban, los productos ofrecidos en esos locales.

El primero de estos episodios se registró en la zona de 13 y 526 en donde sufrió severos daños una concesionaria de autos -que ayer fue atacada de nuevo-, a la que le destrozaron los enormes panales de vidrio que dan a la calle, así como le causaron otras roturas en la planta alta del edificio. Algunos vehículos que se encuentran en exposición también habrían sufrido consecuencias, a partir del accionar irracional que en horas nocturnas desplegó lo que se supone un grupo de delincuentes. Cabe señalar que un solo vidrio de 1,80 metros por 2 metros, laminado, cuesta alrededor de 110 mil pesos, según una estimación que se hizo la semana pasada.

Según se confirmó desde asociaciones de comerciantes de la Ciudad, esta modalidad delictiva apuntaría primeramente a causar daños materiales en vidrieras, puertas y persianas, teniendo por supuesto al robo también como finalidad.

En ese contexto, no resulta desacertado por parte de las cámaras empresariales haber incluido en sus reclamos el fenómeno de los grafitis, del que dijeron que se trata de “un mal que no se controla ni combate, pese a que está prohibido por ordenanza”.

El daño que sufren numerosos frentes de las casas, de locales y de edificios públicos está a la vista de todos.

Sobre el tema de los grafitis, del uso de las paredes para realizar pegatinas de afiches, se ha enfatizado en estas columnas que resulta incomprensible la indiferencia con que las sucesivas administraciones municipales se vinieron manejando, sin advertir que las cosas que parecen pequeñas son las que más debieran importar, ya que a partir de ellas –en la medida que sigan prevaleciendo actitudes permisivas o indiferentes- el mal que parece ser menor se acentúa y cobra entidades cada día más peligrosas.

Primero se permitió que se pintarrajearan los pedestales de los monumentos, después que se robaran las placas y ya –desde luego que tarde- hubo que enrejar a los próceres para impedir que se roben el bronce de los bustos o de las figuras. Nunca se buscó a los autores de estos ataques, nunca se los sancionó con las penas previstas por las leyes y siempre existió luz verde para el que se ocupa de dañar propiedades públicas y privadas.

El resultado está a la vista. El vandalismo ya invade lo delictivo. Hay piedra libre y eso es lo que aprovechan los delincuentes. La Cámara de Turismo platense acaba de reclamar por un ataque vandálico sufrido por un comercio de City Bell. Los que pagan los platos rotos son ahora los comerciantes, como lo fueron también los simples vecinos.

Ya sea porque no tiene combustible para concretar la ronda de los patrulleros o por cualquier otro motivo, la Policía no previene, no controla, no interviene. Está muy claro que las autoridades tienen que actuar en forma rápida y eficaz, para evitar que la población siga indefensa y que la degradación avance.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE