Una mujer que trabaja en los laboratorios del tiempo
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2023 | 03:38

En un artículo publicado en este diario el 22 de octubre de 2017, el columnista Alejandro Castañeda dijo que “está muy bien que hayan elegido a una mujer. Son las que mejor controlan. La naturaleza las fue adiestrando en los secretos del cálculo, la desconfianza y la paciencia. Allí, en su vientre, todos aprendimos a esperar. Y después, reloj en mano y en casa, nos fueron marcando la hora de salir y la hora de volver. Sin ellas, el mundo horario pierde su referente”. Aludía a Elisa Felicitas Arias una platense que, tras recibirse en la facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP, logró triunfar en el extranjero y ser miembro del Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia. El título de la nota citada convalidaba, con una expresión lejana de lo académico, pero bien descriptiva, la designación de esta mujer: “Una astrónoma platense es la reina de los relojes”.
También simplificaba o volvía más coloquial la densidad de esos conocimientos cuando se dijo en esa entrevista: “Si en la actualidad podemos disfrutar de las comodidades y facilidades que ofrecen tecnologías como el celular, el GPS o la comunicación a través de Internet es porque a escala internacional existe una sincronización precisa de la hora mundial”.
Entonces Arias se encontraba en París, al frente de los laboratorios del tiempo, con una estela de logros académicos que forman una larga lista: profesora titular de la Universidad Nacional de La Plata, miembro de la carrera de Investigador científico del Conicet, corresponsal del Bureau de Longitudes, rama de la Academia de Ciencias en Francia que se ocupa de temas asociados con la astronomía, la geodesia y la geofísica.
Nacida en La Plata en 1952, casada y madre de joven, Felicitas Arias estudió en la escuela primaria Anexa, siguió el secundario en el Normal 1 y cursó la carrera de grado en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP, donde recibió el título de Licenciada es Astronomía en 1976.
En 1998 fue creado a escala mundial un instituto cuyas actividades de referencia celeste extragaláctico se realizaban y continúan realizándose en el Observatorio de París. En el llamado IERS esta mujer platense asumió la responsabilidad de la dirección hasta el año 2000.
En 1990 regresó a la Argentina para retomar sus actividades académicas y de investigación en las que permaneció hasta fines de ese año. En 1991 aceptó el ofrecimiento del Servicio de Hidrografía Naval de la Armada Argentina de hacerse cargo de la dirección del Observatorio Naval Buenos Aires, con acuerdo de la UNLP.
Cabe consignar que en Francia, invitada por el Observatorio de París, inició actividades vinculadas con la elaboración de un nuevo sistema de referencia para la astronomía y los estudios de la rotación de la tierra basado en las direcciones no cambiantes a radiofuentes extragalácticas lejanas al sistema solar (quásares). Residió en Francia hasta que obtuvo el título de Doctora en Astronomía, especializada en Astronomía Fundamental.
TESTIMONIOS
En fecha reciente dijo Arias que “mis actividades específicas consisten en dirigir el equipo que se encarga de calcular la escala de tiempo mundial denominada Tiempo Universal Coordinado. Para ello se utilizan datos de relojes y patrones primarios de frecuencia instalados en institutos nacionales distribuidos en todo el mundo (actualmente 68),y que conservan escalas nacionales de tiempo”.
Detalló que en la Argentina existen tres de estos institutos: el Observatorio Naval Buenos Aires (ONBA), que asegura la hora oficial en Argentina, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Instituto Geográfico Nacional Argentino (IGNA). “Dentro de mis actividades, estoy en contacto con los 68 institutos contribuyentes”, detalló la investigadora.
También en Francia, pero no en París sino en la cercana Versalles, Elisa Felicitas Arias trabajó en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas y dirigió el equipo que se encargó de calcular la escala de tiempo denominado Tiempo Universal Coordinado. En cuanto al, “no tengo descanso alguno”, dijo a este diario en 2013. Ella y sus colaboradores bregaron para que la humanidad se manejara, como lo hace, con una misma unidad horaria.
Ella es la encargada de controlar la hora en todo el planeta. Así de simple y de complejo. Radicada en Francia, dirige el organismo encargado de regular los relojes -la hora- en todo el mundo.
COORDINACIÓN
“Mi función principal es dirigir las actividades de un equipo de profesionales y técnicos para proveer la referencia horaria internacional, que se conoce como tiempo universal coordinado (UTC). Ese trabajo consiste, por una parte, en una fuerte dosis de coordinación con 80 institutos distribuidos en el mundo, que operan relojes atómicos y que envían datos al BIPM para hacer el cálculo de UTC. Por otra parte, una vez reunidos estos datos, hay que realizar los cómputos para obtener las escalas de tiempo y determinar con qué aproximación y con qué incertidumbre los relojes nacionales representan el UTC. Estos cálculos se hacen casi permanentemente”, dijo.
Arias mantiene un contacto permanente con sus amigos platenses y con su familia. “Viajo a Argentina con menos frecuencia desde que falleció mi madre, pero trato de ir. Cuando voy a La Plata es fundamentalmente para ver amigos y familia, y visitar también a mis colegas. Trato de distribuir el tiempo para que eso sea posible, aunque nunca me alcanza”, asegura.
Su interés por la astronomía apareció en la infancia. “Desde muy chica me apasionó todo lo relacionado con el cielo y también la Tierra. Tuve el apoyo de mi familia, pero esencialmente fui iniciada por uno de mis tíos, que era un amante de la observación del cielo y de la matemática”.
La nota de EL DIA recuperó esos tiempos iniciales, las horas iniciales: “Elisa se formó aquí. Aprendió y enseñó. Vivía en Diagonal 80, cerca de la Estación, lugar de atrasos y corridas. Pero eso de que el tiempo es indomable lo adquirió en la Anexa, cuando le pedía a su reloj que el recreo durara un poco más. Después, en la Normal 1, se dejó apurar por un timbre ruidoso que le daba los buenos días a sus remolonas mañanas. Y escuchando a ese tío que siempre le hablaba de astros y matemáticas, fue acercándose a la astronomía. En su caminata estudiantil hasta el Observatorio contemplaba el cielo y sacaba cuentas. Las estrellas eran entonces su vidriera más visitada. Y fue aprendiendo que en el cuadrante de la vida las agujas siempre avanzan, para señalar caminos y avisar que nada vuelve atrás”.
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