Un gesto para copiar: la historia de una joven en silla de ruedas en La Plata y la pesadilla de viajar en micro

Eva es una joven en silla de ruedas que transita el 4º año de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Plata. Su madre la acompaña todos los jueves, día en los que viaja de Ringuelet a Plaza Rocha para cumplir sus sueños de recibirse.

Su movilidad reducida le impide trasladarse por sus propios medios, por lo que viaja cada vez que va a la Facultad en el micro Norte. Alva Alicia Palacio, una lectora de Diario EL DÍA, contó una cara de la historia que debería ser común pero no se vuelve un drama: pasar horas y horas esperando que un transporte público esté correctamente habilitado para viajar. 

Eva comenzó a cursar esta semana y su madre la acompaña desde Ringuelet. Con las intensas olas de calor que se vivieron en la Ciudad durante los últimos días, la espera del colectivo a la salida de las cursadas se vuelve una verdadera pesadilla.

Uno de estos días de esperas eternas, madre e hija se quedaron esperando bajo el rayo del sol: “Pasaron dos micros y le decían que tenían la rampa rota”. El discurso se repetía una vez más.

“La madre decía que no le querían parar y con este calor”, agregó Alva. Finalmente, aparecieron dos héroes en esta historia que tuvieron una actitud que debería ser común. 

Un inspector y el chofer de una de las unidades que sí frenaron se ocuparon de ayudar a Eva y su madre. 

“Él mismo (el chofer) bajó la rampa, cargó la silla, la ayudó con el cinturón y recién después le cobró el boleto al resto de los pasajeros”, describió la lectora. 

El chofer pertenece a la empresa Norte ramal 17 y, lejos de recibir los laureles, eligió el anonimato pero en su lugar, regaló una enseñanza de solidaridad.

 

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