El drama de la falta de agua ahora también obliga a suspender clases
Edición Impresa | 5 de Marzo de 2023 | 02:58

A poco de iniciarse el ciclo lectivo 2023 las autoridades de no pocas escuelas de La Plata se toparon con el problema que deparó la falta, escasez o baja presión del servicio de agua. De modo tal que fueron miles los alumnos que tuvieron que volver a sus hogares, sin haber podido realizar un comienzo normal de sus actividades ya que las clases fueron suspendidas.
Tal como se informó en EL DIA, por ejemplo el colegio San Cayetano de 44 y 29 tuvo que suspender las jornadas escolares del jueves y viernes pasados, debido a los problemas con el servicio que brinda Aguas Bonaerenses.
Otra institución en jaque por baja presión de agua fue el colegio Juan Chimento de 69 y 150, de Los Hornos. La representante legal señaló que “desde noviembre tenemos problemas con el agua”, que se vienen formulando los reclamos correspondientes y que “ABSA nos informa que no hay problemas reportados en la zona”, aún cuando “los vecinos tienen realizados más de 36 reclamos” ante la empresa por la falta de agua en a zona.
También se pudo establecer que la Escuela Técnica N° 3, de 139 y 63; la Escuela N° 21; la Escuela Media N° 3 y el Jardín de Infantes lindero, que funcionan en 62 entre 139 y 140 tuvieron que suspender las actividades.
La lista es mayor, ya que también debieron suspender clases por no contar con agua la Escuela Técnica Nº 9 (1 y 46), la Técnica Nº 8 de Tolosa; la Secundaria Nº 55 (de 6 entre 72 y 73); la Escuela Nº 93 de Villa Elisa; la Secundaria Nº 1 (de 9 y 38); la Escuela Primaria Nº 2 (9, entre 47 y 48); la Escuela Primaria Nº 69 de City Bell y la Secundaria Nº 22 (avenida 520 y 138).
Año tras año los chicos siguen perdiendo días de clase. En anteriores ciclos lectivos se invocaron motivos tales como deficiencias en los sistemas eléctricos, mamposterías o techos en mal estado; baños que no funcionan; paros docentes y de auxiliares, jornadas de perfeccionamiento docente y creación de nuevos feriados, al extremo de haberse perdido meses de clases, en situaciones que afectaron el aprendizaje de millones de alumnos.
Como verdadera “frutilla de ese postre” debe sumarse el más de un año en que no se dictaron clases presenciales durante la pandemia, con las puertas de las escuelas cerradas. Los especialistas aún procuran dimensionar la magnitud del daño educativo y psicológico causados. También insisten en que es erróneo suponer que un día de clase perdido se puede recuperar.
En esta oportunidad está claro que la falta de agua es un problema que excede a las responsabilidades propias del sistema educativo y, al mismo tiempo, que resulta inevitable en estos casos la suspensión de actividades, ya que intentar que funcionen las escuelas sin agua -y mucho menos con las olas de calor que se suceden en estos meses- sería un despropósito. Lo que es de esperar es que la empresa ABSA tome conciencia del problema y lo resuelva a la brevedad.
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