Resortes productivos que la Región debe activar para generar riquezas

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Hace ya muchos años que nuestra ciudad dispone de informes reveladores de la crítica situación social que atraviesa y de la sostenida caída de su actividad económica, con retrocesos en sectores esenciales como el industrial, el profesional, el comercial y el frutihortícola y ello a pesar de que en este largo período se experimentaron épocas de alzas luego eclipsadas.

Esos déficits vinieron dejando, como dramático primer saldo la caída de muchas fuentes de trabajo y, a grandes rasgos, la pérdida de una gravitación global de la Región acorde a las grandes posibilidades que ofrece.

En ese contexto -que se vio agudizado hasta niveles extremos en los años de la pandemia- se conoció ahora el último informe del Indec que ubica al Gran La Plata como uno de los conglomerados urbanos con mayores niveles de indigencia a nivel nacional.

En un escenario signado por una pobreza que alcanza al 39,2 por ciento de la población argentina, el Gran La Plata muestra, como se dijo, una de las mayores tasas de pobreza. A casi uno de cada diez platenses sus ingresos mensuales no le alcanzan para comer.

En el penoso ranking nacional de indigencia, La Plata es sólo superada por el Gran Resistencia, Santa Rosa, Formosa, Concordia, partidos del Gran Buenos Aires, Rawson y Corrientes.

Los datos del Indec sobre la pobreza infantil a nivel nacional también resultan estremecedores, ya que hace ocho semestres que se ubican por encima del 50 por ciento, esto es un total de 6 millones de niños que se encuentran en los niveles de pobreza. En el caso de la población en general, son 18 millones las personas que están bajo la línea de pobreza.

En la edición de ayer se reflejaron asimismo testimonios de investigadores de la Fundación Mediterráneo, que enfocan distintos temas relacionados las causas que pueden explicar la pobreza existente, mencionándose en el trabajo, como principales, a los ingresos erosionados por los crecientes niveles de inflación y a la informalización del mercado laboral, surgidos de empleos informales o independientes con menor capacidad de protección de sus salarios, con crecimientos en cambio del empleo público, el monotributo social, los planes sociales y la asignación universal por hijo “que ocultan buena parte del desempleo”.

En lo concerniente a la situación en La Plata, se registraron en los últimos años reacciones por parte de las fuerzas vivas, estructurándose movimientos y entidades que bregaron intensamente a favor de una pujante reactivación, barajándose en muchas oportunidades distintas alternativas -como, por dar un solo ejemplo, la de la Zona Franca-, sin que por ello haya logrado concretar esas iniciativas y despegar, en la medida en que sus recursos humanos y materiales parecen permitirlo.

Debe insistirse en que, más allá de los factores coyunturales que hoy puedan incidir, hace ya mucho tiempo que La Plata necesita en forma imperiosa multiplicar los incentivos para avanzar hacia un verdadero despegue. Existen varios ejemplos sectoriales, muy positivos, que permiten alentar esa expectativa.

Allí están a mano las alternativas que puede ofrecer el polo científico e informático, los múltiples institutos de investigación de sus universidades, el cordón frutihortícola -considerado por su magnitud y capacidad productiva el segundo en el país- los talleres ferroviarios de Tolosa, entre muchas otras posibilidades que no sólo alcanzan a La Plata sino a los vecinos distritos de Ensenada y Berisso, ricos en posibilidades por el polo petroquímico y el Puerto.

Por doloroso que resulte, el informe del Indec tiene el valor de que exhibe con crudeza la magnitud de la crisis que afecta a nuestra zona. Frente a ello, lo primero que corresponde señalar es que existen múltiples y valiosas variantes productivas en las tres ciudades, que sólo requieren, claro está, de menores gastos del Estado y de mayores apoyos a la iniciativa privada, de una urgente asistencia crediticia a productores y empresarios, de estímulos que surjan de una política impositiva racional, para convertir a esos factores en resortes esenciales de un despegue regional.

También se sabe que de las crisis como la actual puede salirse multiplicando los puntos de partida, apostando al trabajo, con imaginación y lucidez, para iniciar el camino del resurgimiento. Las tres ciudades -La Plata, Berisso y Ensenada- pueden y deben hacerlo.

 

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