La fórmula para evitar robos de cables y otros elementos de los servicios públicos
Edición Impresa | 4 de Abril de 2023 | 02:16

Se ha dicho muchas veces que la actividad delictiva se viene presentando por oleadas, por tendencias que privilegian en forma cíclica distintas modalidades y que cada una de ellas reclama distintas estrategias para combatirlas.
Así, en las últimas décadas se van sucediendo las entraderas o salideras bancarias, los roba-ruedas, los motochorros, los asaltos a viviendas vacías o con gente adentro, la piratería de asfalto, entre otras figuras que se eclipsan y que, de pronto, vuelven a períodos de auge. Ocurre que en estos días, de acuerdo a las noticias reflejadas en este diario, vuelven a estar de moda en la Región los robos contra instalaciones de los servicios de luz, agua, teléfonos, internet y gas
Como bien se sabe, estos actos vandálicos no sólo se traducen en “ganancias” económicas para quienes los cometen, sino en graves trastornos para la población que ve resentidos los servicios imprescindibles –cuando no cortados por largo tiempo- de su hogar. El daño también para las empresas concesionarias que deben reponer cables, cámaras, medidores de gas, flexibles y otros elementos propios de una red de servicios.
Vecindarios enteros en los que, de pronto, desaparece el agua caliente porque se sucedieron robos en los gabinetes de gas, en situaciones que, además, obligan luego a dificultosas tramitaciones en Camuzzi. En el caso de los teléfonos, recientemente varias zonas de City Bell quedaron totalmente incomunicadas, según explicó la compañía telefónica, por robos de cables en la localidad.
Por su parte, en las últimas horas la empresa a cargo del servicio de agua informó que “las vandalizaciones sobre las instalaciones de ABSA son situaciones que se reiteran cada vez más a menudo, afectando la normal prestación del servicio y provocando inconvenientes, tanto a los usuarios como a la empresa”.
A su vez, la empresa Edelap informó que en lo que va del año se registraron cerca de 20 casos de robo de cables y transformadores, entre otros equipamientos esenciales para el correcto funcionamiento de la red eléctrica y para la prestación del servicio en la región. Los casos, según los últimos reportes, tuvieron lugar en el casco urbano de La Plata, en Villa Elisa, Lisandro Olmos, Tolosa, y Berisso.
Está claro, entonces, que más allá de la prevención policial que debe reclamarse, frente a este como a cualquier otra clase de delito, resulta imprescindible investigar la cadena delictiva y detectar a quienes compran estos metales robados. Esta fue y sigue siendo, por cierto, la clave para desbaratar muchos de los casos: llegar a los desarmaderos ilegales, esto es a desmontar la existencia de organizaciones delictivas que vertebran su actividad con vehículos robados.
Operativos policiales realizados en años recientes en desarmaderos ilegales de la Región permitieron detectar gran cantidad de metales, autopartes y cables de bronce robados, pudiéndose precisar que lo que había en los depósitos eran producto de los robos ya sistemáticos de vehículos y otros elementos. Lo mismo ocurrió años atrás cuando la modalidad delictiva en auge fue la de los robos de pasacasetes, neutralizada en buena medida cuando la policía y la justicia llegaron a los locales ilegales de venta de esos productos.
La mejor fórmula para encarar una lucha frontal contra el robo –tanto de automóviles y muchos otros bienes, como de los distintos elementos que integran las redes de los servicios públicos, sean cables, tapas metálicas u otros elementos- parecer ser, entonces, la de profundizar en la órbita policial las pesquisas y encontrar quienes comercializan esos productos. Ello, sin perjuicio de que la policía coloque más efectivos y patrulleros en las calles y realice las mínimas tareas de inteligencia preventiva que esta ola delictiva merece.
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