Julia Aramburú
Edición Impresa | 31 de Mayo de 2023 | 04:43

Numerosas muestras de pesar provocó el fallecimiento, a los 76 años, de Julia Aramburú, abogada especializada en Derecho Civil y Comercial, y reconocida por su destacada actuación docente en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata.
Había nacido el 27 de septiembre de 1946 en el seno de una familia con antiguas raíces en esta ciudad (parte de ella, proveniente de Concepción del Uruguay -Entre Ríos-, se contaba entre las fundadoras de La Plata). Fue la hija mayor de Domingo Guillermo Aramburú y Fanny Rodríguez Chevalier, y tuvo una hermana, Virginia.
La escuela primaria la cursó en el establecimiento Nº 33, Juan Manuel Ortíz de Rozas, y el colegio secundario en el Normal 3, de donde egresó con el título de maestra.
Siguió la carrera de Derecho en la UNLP, y con una fuerte vocación y una extraordinaria capacidad, mientras estudiaba se integraba con algunas prácticas al estudio jurídico de Alfredo Galleti. Muy joven, se incorporó recién graduada a la cátedra de «Historia Constitucional» que dictaba como profesor titular en esa facultad el reconocido abogado. En el espacio académico enseñó durante 50 años, de los cuales 30 ocupó el cargo de adjunta.
Dentro del ejercicio de la profesión, con los años se convirtió en socia del escritorio jurídico donde dio los primeros pasos en la abogacía.
«Coya», para quienes integraban su círculo más íntimo, formó un hogar sólido junto al médico Jorge Pan, a quien conoció en el colegio secundario y con quien mantuvo un largo noviazgo antes de casarse, en 1974. El matrimonio tuvo dos hijos: Lucas (bioquímico) y Jerónimo (doctor en Ciencias Marinas). Fue una entusiasta abuela de los mellizos Braulio y Magdalena.
Con su familia, a la que se brindó por completo, solía pasar, en su casa de Mar del Sud, las vacaciones de verano. También disfrutaba de esa compañía y del paisaje de Bariloche y de las playas de Brasil en escapas de casi todos los años.
Demostró entereza de carácter y un gran temple. Por su personalidad, era habitual que se transformara en el centro de las reuniones; era persuasiva y generaba plena confianza en sus interlocutores. Alegre, de una enorme simpatía y una gran sabiduría, supo brindar a los suyos acertados consejos.
Fue una ávida lectora de textos relacionados con la ciencia política y una apasionada de la natación, disciplina que practicó toda su vida.
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