La incómoda presencia de moscas y los temores a focos infecciosos

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La denuncia formulada por vecinos del barrio Los Porteños de City Bell, que al igual que lo hicieron hace varios años, alertaron por la invasión de moscas que sufren desde hace tiempo, permite actualizar conceptos ya formulados reiteradamente en esta columna, acerca de la existencia de focos infecciosos en la Región y de la necesidad de que se impulsen programas y acciones destinados a combatirlos.

Los reclamos apuntan a la inacción oficial frente a la situación presente en esa zona, que atribuyen a la presencia de criaderos de pollos que no cumplirían con las normas de higiene establecidas.

Debiera agregarse que, en este nuevo reclamo, los vecinos afirmaron que los insectos ingresan a las viviendas y que su presencia recrudece cada día. Asimismo, por medio de la difusión de imágenes dieron cuenta de cómo las moscas copan patios, autos, ventanas, puertas, sillas, bicicletas y todo lo que encuentran a su paso. Pero, además, también se meten dentro de los hogares y, en ciertos casos, “hasta ponen huevos en la comida”, sostuvo uno de los pobladores damnificados en la zona de 454 y 144.

Al margen de los antecedentes y características particulares del caso aquí mencionado, se registran cada vez con mayor frecuencia situaciones análogas en varias zonas del Gran La Plata -e, inclusive, en otros distritos vecinos- en los que, a grandes rasgos, se encuentra planteada de hecho la necesidad de que puedan compatibilizarse los nuevos asentamientos poblacionales con algunos de estos tipos de establecimientos, que siguen utilizando pretéritas técnicas de producción.

Se habla de criaderos de pollos que acumulan el estiércol para emplearlo como abono, en una situación que redunda en la proliferación de moscas caseras y ratones colilargos, estos últimos transmisores del hantavirus. En muchos de estos casos los vecinos han presentado escritos ante la Municipalidad y el ministerio de Salud bonaerense solicitando un control sanitario de las producciones avícolas y de otro tipo de animales.

Así también se han registrado ya demandas judiciales ante distintos tribunales, cuyos fallos obligan a los establecimientos a incorporar adelantos tecnológicos destinados a sanear su actividad.

La presencia de estos focos infecciosos en zonas de la periferia que, además, suelen carecer del servicio de recolección de residuos, requiere que las autoridades con incumbencia en el tema actúen con presteza para que se vuelvan efectivas en esos lugares, sin excepciones de ninguna índole, las mismas pautas sanitarias vigentes en todo el distrito.

Bien se conoce que casi todo el cinturón que rodea al Gran La Plata ha sido escenario propicio para la aparición de casos de hantavirus, fomentados por la falta de higiene, de modo que el problema planteado no es menor y tampoco existe margen para la indiferencia.

Los organismos públicos deben verificar en forma constante que los establecimientos avícolas cumplan con las normas vigentes y no se conviertan en criaderos de moscas. No se trata, en modo alguno, de atentar contra resortes económicos activos, que son además fuentes de trabajo, sino de reiterar que existen muchas zonas de la Región, cada vez más habitadas por grupos familiares, que se ven injustamente obligados a convivir con el peligro que supone la presencia de verdaderas nubes de insectos, muy probablemente originados en establecimientos cuyas técnicas de producción no estarían acordes con las normas y con mínimas pautas sanitarias.

 

 

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