El vandalismo sin límite ahora atacó en un hospital público

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Desde hace años, el vandalismo, que se ocupa de dañar espacios públicos y monumentos, no tiene ningún límite en nuestra región. Se sabe que la maldad de los agresores puede llegar tanto a una escuela como a la vidriera de un local comercial o romper juegos de una plaza. Pero ahora también llegó a destrozar sin piedad una figura religiosa, como ocurrió el último fin de semana en la capilla que se encuentra dentro del predio del Hospital San Martín.

Tal como informó este diario, se trata del daño a una escultura que representa a Jesús, que fue tirada y quedó partida en varios fragmentos. “Lamentablemente este hecho no me sorprende, no es la primera vez que sufrimos daños sobre nuestra capilla. Han roto vidrios a piedrazos en varias ocasiones”, aseguró el padre Sergio Cercato, a cargo de la capilla.

El religioso comentó que sospecha de dos posibilidades respecto a los responsables del ataque a la escultura donde numerosos pacientes del hospital y sus familiares se acercan a rezar: “Puede llegar a tratarse de alguna persona que no tenga más nada que hacer que molestar, sobre todo en este barrio que es bastante complicado, o bien es factible que, como ha ocurrido en otras oportunidades, alguien haya canalizado su bronca por la no recuperación de un paciente”.

De todos modos, confió en su pronta restauración. No se conoció de ninguna persona detenida por el hecho de vandalismo.

Mientras, algunos pocos desaprensivos -sólo interesados en causar daño- siguen desplegando su acción destructiva y, frente a ellos, es preciso que opere una vigilancia celosa para preservar estos tipos de esculturas, sobre todo de mucho valor moral, sin perjuicio de las tareas de mantenimiento que deben desplegarse todos los días en edificios o espacios públicos, sin esperar a que la degradación avance.

Si se parte del concepto que todo monumento público se erige para homenajear a una figura histórica, a una personalidad científica o artística -en este caso religiosa-, está claro que estas obras merecen de las autoridades responsables, una atención continua que, sin embargo, en muchas oportunidades no reciben.

Todo eso más allá del servicio de seguridad que se le debe dar en cualquier lugar público a cada visitante.

Más allá de éste incidente con el Cristo del Hospital San Martín, se puede decir que La Plata acuña una riqueza ornamental importante, surgida del aporte de las sucesivas generaciones.

Sin embargo, la experiencia acumulada a lo largo de años demuestra que no siempre se cumplió con preservar debidamente ese patrimonio.

 

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